EE.UU. y el Vaticano avalan a "nuevas" células madre

Giro. Técnica a partir de la piel vence resistencia de grandes detractores

AGENCIAS Y SERVICIOS

Equivalente biológico al avión de los hermanos Wright. Es como convertir plomo en oro. La comunidad científica se desgranó en elogios sobre la noticia, difundida esta semana, de que se pueden obtener células madre iguales, o con sutiles diferencias, que las embrionarias a partir de la piel humana. La técnica tiene también dos fervorosos e inesperados hinchas: la Casa Blanca y el Vaticano.

El gobierno de Estados Unidos lo interpretó como una victoria personal del presidente George W. Bush. Sus asesores han definido que el mandatario está "muy contento por la noticia". En la Santa Sede de la Iglesia Católica, el canciller de la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano, Ignacio Carrasco, valoró como "muy positiva e importante" la demostración de que es posible obtener células madre para regenerar órganos y tejidos sin necesidad de recurrir a la clonación ni utilizar embriones.

Bush, al igual que la Iglesia Católica, considera que los embriones congelados que sobraron de fecundaciones in vitro, único lugar de donde se podrían conseguir ahora las células madre utilizadas para la investigación, representan ya un inicio de vida humana y por lo tanto no deben ser sacrificados.

Pero la comunidad científica y los defensores de la investigación con células madre embrionarias destacan que la gran mayoría de los embriones que sobran de las fecundaciones in vitro terminan siendo desechados de todos modos.

Este método, conocido como "reprogramación indirecta", elimina ese dilema ético, y ese es el mayor impacto. Fue anunciado paralelamente el martes por equipos de científicos de Estados Unidos y Japón, dirigidos por James Thomson y Shinya Yamanaka, respectivamente. Expusieron una gran cantidad de células epiteliales humanas a la acción de cuatro genes. Estos son quienes las transforman en células madre, potencialmente capaces de transformarse en cualquiera de las 220 células que forman el cuerpo humano. Y en esta posibilidad se cifran las esperanzas de una cura para enfermedades tales como Alzheimer, cáncer o diabetes.

Hasta ahora, la única manera de obtener ese tipo de células universales era a partir de un embrión humano, varios días después de fertilizado. Posteriormente, el embrión era destruido. Gobiernos -como el de Estados Unidos-, grupos de presión religiosos e incluso algunas sociedades científicas consideraban que esto era el equivalente a un asesinato.

Para peor, la única forma de obtener hoy células madres embrionarias que se ajustaran genéticamente al paciente, era crear embriones que fueran "clones" de esta persona, extraer el material necesario y luego destruir al embrión. Un dilema ético aún más inquietante y polémico: el equivalente a jugar a ser Dios.

Ahora se abre un nuevo escenario.

Si bien esta técnica aún da sus primeros pasos y no está libre de inconvenientes -al modificar el ADN de las células cutáneas se puede generar un cáncer de piel-, se estima que los escollos serán subsanados pronto. Se asegura que solo el hecho de obtener el material genético requerido sin la muerte de embriones reforzará la investigación en el campo de células madre, y atraerá a científicos, financistas, organizaciones y gobiernos que hasta ahora eran reacios. Por lo pronto, Washington y el Vaticano ya han se han mostrado favorables a la técnica.

RESPALDO. Cuando llegó a la presidencia en 2001, Bush restringió duramente la financiación pública a la investigación con células madre. Por orden suya, no podría salir dinero de las arcas federales para experimentar con células procedentes de embriones humanos, aunque estos ensayos podían hacerse si los financiaba la iniciativa privada.

Altos cargos de la Casa Blanca han comenzado a difundir la idea de que gracias a las penurias que Bush impuso a los científicos, estos se vieron obligados a buscar nuevos métodos que ahora pueden complacer a todos. "El presidente cree que los problemas médicos pueden resolverse sin poner en peligro ni los objetivos de la ciencia ni la santidad de la vida humana", anunció el miércoles la Casa Blanca en un comunicado.

La visión del entorno de Bush es la de que la ciencia ha progresado gracias a la moral. "Si se establecen unos parámetros razonables y se ofrecen incentivos y financiación, la ciencia al final es capaz de resolver los dilemas y no se tiene por qué seguir con una guerra cultural", dijo al Washington Post, Karl Zinsmeister, asesor de Bush en asuntos de política nacional.

No piensa lo mismo James Thomson, el padre de uno de los estudios al respecto presentados esta semana. "Yo creo que la polémica política ha retrasado avances significativos durante los últimos cinco años", dijo el martes. Este científico, un pionero en la investigación en este campo, cuyo trabajo comenzó en 1998, fue uno de los más perjudicados por la decisión del presidente.

El otro seguidor de esta nueva técnica está en el Vaticano. El uso de embriones, incluso cuando no son más que una conjunto de células indiferenciadas que ni siente ni padece, ha sido considerado siempre por la Iglesia Católica un atentado contra un ser vivo. Carrasco, el jerarca vaticano, consideró que, además de ser "un gran paso científico", esta noticia demuestra que muchos científicos se han "tomado en serio" las "objeciones éticas" que planteaba la clonación de embriones.

"El investigador también tiene su conciencia ética", subrayó Carrasco, quien también es director del Instituto de Bioética de la Universidad Católica del Sacro Cuore de Roma.

DUDAS. A pesar de tanta euforia, quedan muchas dudas acerca de cómo transformar el descubrimiento de esta semana sobre las células troncales en nuevos tratamientos para los enfermos. Y no está claro cuándo se podrá disiparlas.

Los científicos deben aprender más acerca de la nueva clase de célula producida por la investigación. Deben encontrar una nueva manera de producirla para evitar el riesgo de cáncer. Y queda un largo camino por recorrer para colocar este avance en el laboratorio al servicio de la terapia. Ni siquiera los responsables se atreven a dar fechas. Semejante demora no es inusual. Suele pasar mucho tiempo para que un descubrimiento en ciencia básica se traduzca en un avance de la medicina.

"En todo caso, no habrá escasez de fondos federales para investigar el nuevo tipo de célula", dijo Story Landis, titular de la comisión sobre células troncales de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos. "El organismo invitará a los científicos a solicitar subsidios para la investigación", añadió. Todo un símbolo de la buena acogida que tuvo esta técnica.

Padre de la criatura.

Nombre: James Thomson

Nació: Oak Park, Illinois

Edad: 49 años

Otros datos: Profesor universitario de anatomía, Wisconsin

El pionero y el que más "la peleó"

James Thomson vuelve a estar un paso por delante. En 1998 arrancó el primero en la línea de salida de la investigación con células madre. Fue pionero en obtenerlas de embriones humanos. Su anuncio, sin embargo, le dejó en una situación complicada: tres años después, el presidente George W. Bush prohibió, por "razones morales", la financiación pública de programas científicos que investigaran con embriones. Esta semana, Thomson recordaba ese episodio con cierta amargura. Trabajar en su campo en Estados Unidos fue "un estigma" durante años. Hasta el miércoles, cuando se descubrió la técnica. Biólogo, profesor de anatomía en la Universidad de Wisconsin, jefe de la sección de patología del Centro Nacional de Investigación con Primates. El currículo de Thomson es el de quien acabará en los libros de Historia de la Ciencia. Se graduó en biofísica por la Universidad de Illinois en 1981. En 1985, se doctoró en veterinaria. Finalizó sus estudios de posgrado en biología molecular en 1988. De pequeño quiso dedicarse a la ciencia porque tenía un tío que trabajaba para la NASA. "Me pagan por hacer esto", le dijo el tío. Entonces Thomson decidió que lo suyo era ser científico. Los comienzos fueron duros: comenzó investigando en Wisconsin y sólo tenía fondos para un asistente a media jornada. Se levantaba a las cinco de la mañana para estudiar sus preciadas células. El tesón le llevó a ser, más que nada, el primero. A pesar de sus credenciales, el profesor mantiene su humildad.

Padre de la criatura II

Nombre: Shinya Yamanaka

Nació: Osaka

Edad: 45 años

Otros datos: Científico top en dos países

Genetista amante del judo y el rugby

La trayectoria profesional de Shinya Yamanaka, científico de la universidad de Kioto (Japón) y del Instituto Gladstone en San Francisco (California, EE.UU.), está marcada por un aspecto de su vida privada: la docena de veces en que tuvo que ir al hospital a curarse las lesiones por la práctica de judo y rugby antes y durante su formación en la facultad de Medicina de Kobe y de su doctorado en Farmacología en su Osaka natal. Esas experiencias hicieron que Yamanaka quisiera ser cirujano ortopédico. Pero la soledad de esa labor le llevó a decantarse por la farmacología, que ejerció en la universidad de Osaka. Sin embargo, ese sueño de juventud que ha dirigido la carrera de este catedrático, quien es desde esta semana uno de los principales científicos del mundo en medicina regenerativa, dio un nuevo giro cuando Yamanaka leyó cómo investigadores japoneses habían logrado tomar cualquier gen y producir un ratón que careciera de él. "Para mí, eso era un milagro" que decidió qué tenía que estudiar, por lo que envió su currículo `a 50 o 60` instituciones en el extranjero, a donde siempre había querido ir, hasta que el Instituto Gladstone, con el que trabaja nuevamente desde agosto de 2006, le aseguró que él también podría lograr un ratón genéticamente modificado. Yamanaka llegó allí en 1993 para un posdoctorado y comenzó a investigar un ratón transgénico que desarrollaba tumores de hígado, luego a estudiar todo el ratón y posteriormente, sus células. En 1996 regresó a Japón.

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