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“¡Dios salve al rey!” Carlos III

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Carlos III en su discurso durante la proclama. Foto: Captura de video de EFE

REALEZA

La proclamación oficial de un nuevo monarca abre otra era en la historia de Reino Unido.

Aunque Carlos III fue proclamado oficialmente nuevo monarca ayer, dos días después de la muerte de Isabel II, su coronación no tendrá lugar hasta más adelante, ya que se trata de una ceremonia altamente simbólica que tarda en organizarse.

La coronación de un soberano británico incluye una serie de rituales que se remontan a siglos atrás.

La de Isabel II en 1953 se celebró más de un año después de que se convirtiera en reina a la muerte de su padre Jorge VI.

Período de luto

La coronación es independiente del llamado Consejo de Ascensión, que ayer se reunió en el Palacio de Saint James para proclamar formalmente el acceso al trono del nuevo rey.

Durante la proclamación, el monarca, como tal líder de la Iglesia de Inglaterra, prestó juramento declarando su fe protestante y comprometiéndose a proteger la Iglesia de Escocia.

Mientras tanto comenzaron ya los preparativos para los 10 días de luto oficial, mientras el féretro de la reina Isabel II, cubierto con el estandarte real, reposa en el castillo de Balmoral para que el personal presente sus respetos.

Hoy, domingo, viajará de Balmoral a Edimburgo para descansar en la sala del trono del Palacio de Holyroodhouse antes de su traslado el martes en avión hasta Londres.

El funeral de la monarca tendrá lugar en la Abadía de Westminster, en una fecha aún por determinar.

Luto por muerte de la reina Isabel II. Foto: AFP
Luto por muerte de la reina Isabel II. Foto: AFP

Coronación del rey

La ceremonia de coronación también tiene lugar en la Abadía de Westminster y es oficiada por el Arzobispo de Canterbury, líder religioso de la Iglesia anglicana.

El arzobispo presenta el nuevo gobernante a la audiencia y el soberano pronuncia el juramento de coronación.

En este, redactado en 1688, el monarca jura solemnemente gobernar al pueblo británico de acuerdo con las leyes aprobadas en el parlamento, aplicar la ley y la justicia “con clemencia” y “hacer todo lo posible” para preservar la Iglesia anglicana y la religión protestante.

A continuación, el arzobispo unge al mandatario con aceite consagrado y lo bendice en el trono del rey Eduardo, fabricado en 1300 y utilizado en cada coronación desde 1626.

El soberano recibe finalmente sus ornamentos reales: el cetro y la corona, que es colocada por el arzobispo.

Coronación de la esposa

A menos que se decida lo contrario, su esposa es proclamada reina consorte y coronada, siguiendo una ceremonia similar pero simplificada.

Esta se convertirá en reina viuda a la muerte del rey, a quien sucederá su primer hijo, independientemente del sexo.

En el caso de que una reina acceda al trono, su marido no se convierte en rey y no recibe la unción sagrada.

En uno de sus últimos actos decisivos para la sucesión, la reina Isabel II dio su bendición a que Camila se convirtiera en “reina consorte”, resolviendo una larga cuestión sobre el tratamiento a la esposa de Carlos.

Nuevo monarca

Carlos III fue oficialmente proclamado ayer monarca del Reino Unido, abriendo una nueva era en la historia de un país que se prepara para despedir el 19 de septiembre a Isabel II, su guía y símbolo de estabilidad durante siete décadas.

En una solemne ceremonia televisada desde el Palacio de Saint James en Londres, en presencia de su heredero Guillermo, la reina consorte Camila, la primera ministra Liz Truss y sus predecesores vivos, el Consejo de Ascensión firmó la proclamación del nuevo rey.

“El príncipe Carlos Felipe Arturo Jorge se convierte ahora, por la muerte de nuestra señora soberana de feliz memoria, en nuestro rey Carlos III. ¡Dios salve al rey!”, proclamó el consejo antes de que el propio monarca fuese llamado a la sala.

“El reinado de mi madre fue inigualable por su duración, dedicación y devoción (...) Soy profundamente consciente de esta gran herencia y de los deberes y pesadas responsabilidades de la soberanía, que ahora se me transmite”, afirmó el nuevo soberano, de 73 años.

Su proclamación fue leída después al público desde un balcón del palacio, bajo el son de los trompeteros reales y en presencia de la guardia real con su aparatosos sombreros de pelo de oso negro, así como un nutrido grupo de curiosos.

Siguiendo una tradición centenaria, una segunda proclamación pública tuvo lugar en otros puntos del país como la City, el corazón financiero de Londres.

Representantes de su gobierno local desfilaron ataviados con sus coloridos uniformes medievales y cargando un cetro de oro y una pesada espada como símbolos de poder.

Vivir “sin la abuela”

Siguiendo un protocolo cuidadosamente diseñado, el hijo mayor de la difunta reina se instala poco a poco en la jefatura de Estado y en el corazón de los británicos.

Los miembros del Parlamento le juraron lealtad durante una sesión excepcional ayer. Después, el nuevo monarca debía recibir a Truss y a los principales miembros de su ejecutivo.

En su primer discurso televisado como Carlos III, el nuevo monarca alabó el viernes a su “amada mamá”, un “modelo” y una “inspiración” siempre “al servicio del pueblo” a la que se comprometió a emular.

Su hijo Guillermo, que heredó el título de príncipe de Gales, expresó ayer su tristeza ante la perspectiva de vivir “sin la abuela” y prometió “respaldar” a su padre como nuevo rey.

Los príncipes Guillermo y Enrique aparecieron ayer con sus esposas Catalina y Meghan en el castillo de Windsor, donde contemplaron juntos las ofrendas florales a la reina Isabel II.

Las dos parejas, a las que se considera distanciadas desde hace años, caminaron bajo los aplausos de la multitud, con la cual se detuvieron largamente a conversar, según imágenes de televisión.

El distanciamiento entre los hijos del nuevo rey Carlos III y la difunta Diana comenzó cuando Enrique y Meghan decidieron retirarse de la monarquía en 2020 para instalarse en Estados Unidos. Pero la ruptura se consumó en marzo de 2021, cuando los duques de Sussex confiaron, en una explosiva entrevista en la televisión estadounidense, que Catalina hizo llorar a Meghan y acusaron a la familia real de racismo.

Canadienses ambivalentes

Los canadienses estuvieron apegados a Isabel II, su reina, hasta el final pero su relación con la monarquía se ha vuelto cada vez más tensa y su muerte reavivará el debate sobre el sistema político del país, según analistas locales.

Se estima que tras el período de duelo, resurgirán los debates en torno a la pertinencia de seguir siendo una monarquía.

Para honrar la muerte de quien fuera su “reina durante casi la mitad de la existencia de Canadá”, como recordó el primer ministro Justin Trudeau, el país entró el jueves en un período de luto de diez días.

Según una encuesta de abril, una mayoría de canadienses querría terminar con la monarquía y se oponía a que Carlos sucediera a su madre como rey de Canadá. Su visita al país en mayo pasado pasó casi desapercibida.

Isabel II falleció el jueves con 96 años en su castillo escocés de Balmoral, conmocionando al Reino Unido, la Commonwealth y al mundo.

Durante un oficio religioso en la catedral de San Pablo en Londres el viernes se cantó el himno británico modificado, que rezó “God save the King” (Dios salve al rey) por primera vez en 70 años.

Sobre el funeral, las autoridades estiman que más de un millón de personas desfilarán ante el féretro de la difunta reina en Westminster Hall, el edificio más antiguo del complejo del Parlamento británico.

Ayer, los miembros de la realeza, incluidos sus otros hijos -la princesa Ana y los príncipes Andrés y Eduardo- contemplaron las flores y saludaron a la gente fuera de Balmoral.

Futuro complicado

Ningún soberano británico ha esperado tanto para subir al trono y Carlos III deberá esperar un poco más para su ceremonia de coronación, todavía sin fecha. Su madre aguardó más de un año.

El ascenso de Carlos III, mucho menos popular, abre un período delicado para una monarquía que enfrenta múltiples retos, desde el deseo de distanciamiento de algunos países de la Commonwealth (Mancomunidad Británica) hasta las críticas a su pasado colonial y esclavista. Además, el país, que ha visto pasar cuatro primeros ministros en seis años, sufre una de sus peores crisis económicas de las últimas décadas, así como divisiones provocadas por el Brexit y los deseos de independencia en Escocia e Irlanda del Norte. Pero, el nuevo rey fue ovacionado por miles de personas a su llegada a Londres el pasado viernes.

Consejo europeo

El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, felicitó ayer a Carlos III tras su proclamación como rey del Reino Unido y le deseó un “exitoso y glorioso reinado”.

“Estimado rey Carlos III, le felicito por su proclamación. Al asumir sus nuevos deberes, le deseo un exitoso y glorioso reinado”, escribió Michel en su cuenta oficial de Twitter.

Las presidentas de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, y del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, visitaron también la Embajada del Reino Unido en Bélgica para firmar en el libro de condolencias por la muerte de la reina. “Su majestad la reina Isabel II será profundamente extrañada”, dijo Von der Leyen en Twitter.

“Para la gente de Gran Bretaña, encarnaba el espíritu de la nación. Para todos los europeos, era una garantía de certeza a través de los tumultos de la historia. Para mí, fue un ejemplo de verdadero liderazgo”, sostuvo la presidenta de la UE.

Ceremonia y tradición en la lectura pública

La primera lectura pública, desde el balcón del patio del palacio londinense de Saint James, de la proclamación del rey Carlos III estuvo acompañada ayer de salvas de cañón y una interpretación del himno nacional, en el que desde ahora se sustituye el “Dios salve a la reina” por “Dios salve al rey”.

El cargo militar ceremonial conocido como Rey de Armas de la Jarretera leyó “la primera y principal Proclamación” y pidió “tres hurras por su majestad el rey”, a lo que la Guardia Real respondió con hurras y levantando sus gorras de piel de oso.

El último adiós a la reina Isabel II

Los preparativos para llevar los restos mortales de la reina Isabel II desde el castillo escocés de Balmoral, donde murió, a la capital escocesa, Edimburgo, y después a Londres continúan mientras palacios y castillos siguen recibiendo flores y tarjetas de la gente.

A la espera del funeral de Estado, que tendrá lugar el lunes 19 de septiembre a las 10.00 GMT, los británicos tendrán la oportunidad de dar el último adiós a la que fue su soberana en los últimos 70 años en la catedral de St Giles, en el corazón de Edimburgo, o en el palacio de Westminster, la sede del Parlamento en Londres.

Las calles de la capital escocesa recibirán hoy el féretro camino al palacio de Holyroodhouse, residencia real, desde donde será trasladado mañana, lunes, en procesión hasta la catedral de St Giles, un templo de estilo gótico.

La Policía de Escocia cerró los accesos al centro histórico de Edimburgo de cara a este evento.

Agenda

Hoy, el féretro con los restos mortales de la reina partirá sobre las 10.00 hora local (09.00 GMT) por carretera desde Balmoral, en el noroeste de Escocia, hasta Holyroodhouse, un recorrido que llevará varias horas, una vez que el cortejo fúnebre pase por las localidades escocesas de Ballater, Aberdeen y Dundee.

Por la tarde, el féretro permanecerá en la residencia de Holyroodhouse, ubicada frente al Parlamento regional escocés. La ministra principal escocesa, la nacionalista Nicola Sturgeon, dijo el sábado que “Escocia ha perdido a una de sus servidoras más dedicadas y queridas. El dolor que hemos visto en todo el mundo ha sido profundo y profundamente conmovedor”.

Mañana, lunes, los restos serán trasladados a través de la avenida Royal Mile, que une Holyroodhouse con el castillo de Edimburgo, hasta St Giles, donde el féretro permanecerá 24 horas, cubierto con el estandarte real, para que la población pueda rendirle tributo.

Miembros de la familia real irán en procesión tras el féretro hasta la catedral, donde habrá un servicio religioso, antes de que el martes los restos mortales sean llevados a Londres.

Aunque en un principio estaba previsto que el féretro fuera llevado en el tren real desde la estación de Waverley, en Edimburgo, hasta la estación de King’s Cross, en Londres, se hará en un avión oficial hasta una base militar londinense, en el que viajará la princesa Ana, la única hija de la reina Isabel II.

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