Redacción El País
“¿Dónde está nuestro padre?”, se preguntan desde hace un mes Miriam y Karam Jarjour, los hijos de Faraj Allah Jarjour, un canadiense de 68 años que murió mientras vacacionaba en Cuba y cuyos restos desaparecieron en un error al ser repatriados.
La familia se instaló el 20 de marzo en un all inclusive en Varadero (Cuba) para descansar unos días. El 22 de marzo, Faraj sufrió un infarto mientras nadaba en el mar con su hija.
Según detalló la joven en diálogo con Journal de Québec, no había socorristas en la playa, por lo que el primero que acudió en su auxilio fue su hermano, pero fue demasiado tarde.
En el complejo hotelero no había ningún médico ni enfermera, narró la familia. Por eso, el cuerpo del hombre permaneció cubierto sobre una reposera en la orilla del mar a la espera del servicio fúnebre. Sin embargo, el infierno solo acababa de empezar para la familia Jarjour.
La familia debió hacer durante varios días los trámites en la embajada de Canadá en La Habana a fin de repatriar el cuerpo. Para ello, reunieron US$ 10.000 para que los restos fueran enviados a la ciudad de Montreal, en Canadá, donde sería enterrado.
Se suponía que el pasado viernes llegarían, finalmente, los restos del hombre al país que lo acogió ocho años atrás, cuando emigró desde Siria. Sin embargo, al ir a recoger el ataúd, Karam Jarjour vio que el cadáver no era el de su padre.
Los documentos de identificación que estaban con el ataúd eran los de Jarjour, pero el cuerpo que había dentro no era el correcto. Se trataba de un hombre joven, con tatuajes, de nacionalidad rusa, que tras conocerse la confusión fue repatriado a su país para ser enterrado por su familia.
Por el momento, la familia Jarjour no sabe dónde está el cadáver de Faraj. “Las autoridades canadienses deben comprobar que no se trata de una camiseta ni de algo enviado por Amazon”, lamentó el hijo.