Publicidad

América Latina se despide del pontífice Benedicto XVI

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, valoró su “compromiso con la fe y las enseñanzas cristianas”.

Compartir esta noticia
Papa Benedicto XVI, en 2005. Foto: AFP
Papa Benedicto XVI, en 2005.
Foto: AFP

Como un Papa comprometido, líder y defensor de la Iglesia católica fue calificado Benedicto XVI después de su fallecimiento el pasado sábado, por jerarcas católicos y Gobiernos de América, que recordaron su paso por la región y extendieron su pésame al Vaticano.

La Conferencia Episcopal Argentina le dio las “gracias por su servicio a la Iglesia universal, con una entrega generosa y hasta el final de su vida, con su fe robusta, su esperanza incólume y su caridad ejemplar”.

El cardenal de Paraguay, Adalberto Martínez Flores, compartió que se unieron en oración por su “eterno descanso”.

La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) resaltó que “fue uno de los teólogos más destacados del siglo XX” y “el primer pontífice en usar las redes sociales para llegar a todos los fieles, lo cual marcó un hito en la historia de la Iglesia”.

“Yo quisiera que podamos recordar al papa Benedicto no como el Papa que renunció, sino el Papa que amó a la Iglesia (...) creo que lo más grande del papa Benedicto es que amó en todas las etapas de su vida a la Iglesia”, sostyuvo por su parte el arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa.

El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, valoró su “compromiso con la fe y las enseñanzas cristianas”. Por su parte, el expresidente Jair Bolsonaro, expresó que Benedicto XVI vivió “dedicado a la verdad” y, “en defensa del Evangelio, criticó sin miedo los errores de la ‘teología de la liberación’, que pretende confundir al Cristianismo con conceptos equivocados del marxismo”.

El Ministerio de Relaciones Exteriores peruano destacó que el “legado espiritual e intelectual” del papa emérito permanecerá en los corazones y mentes de la humanidad en su conjunto”.

Al duelo se unió el Gobierno de Venezuela, que exaltó la labor de Benedicto XVI por la defensa de las clases más humildes y desfavorecidas.

Benedicto XVI deja un “fructífero legado y demostró en su vida que la fe, la razón y la justicia pueden ir de la mano. Que en paz descanse”, escribió el presidente de Paraguay, Mario Abdo Benítez.

A su turno, como “irreparable” definió el Ejecutivo de Guatemala la muerte de Benedicto XVI y envió su solidaridad con el “pueblo católico”.

De otro lado, el expresidente boliviano Carlos Mesa lo recordó como “un notable y comprometido líder religioso” que vivió “una de las etapas más complejas para la Iglesia católica” y cuya decisión de renunciar cambió el rumbo de la institución.

“Traslado las más sentidas condolencias en ocasión del fallecimiento del papa emérito Benedicto XVI, quien nos honrara con su presencia en Cuba durante la visita apostólica realizada en 2012”, declaró el canciller cubano, Bruno Rodríguez.

Mientras, Costa Rica decretó cuatro días de duelo nacional que, según la Casa Presidencial, obedecen a una cortesía por quien fuera la máxima autoridad de la religión del Estado Costarricense. También, el Gobierno de Colombia expresó sus “sinceras condolencias” y elogió a Benedicto como un “destacado humanista y defensor de la justicia social”, que será recordado por dedicar su vida a la “renovación de la Iglesia”. El mandatario mexicano, Andrés Manuel López Obrador, reconoció a Joseph Ratzinger como “un prominente estudioso y teólogo destacado”. Otros mandatarios e Iglesias de la región se sumaron con sus saludos y pesar.

Jerusalén

En otra parte del mundo, las campanas de las iglesias sonaron ayer en la Ciudad Vieja de Jerusalén, donde los fieles católicos lloraron la muerte del papa emérito Benedicto XVI.

Después de su muerte, el administrador apostólico del patriarcado latino de Jerusalén, Pierbattista Pizzaballa, convocó a todos los sacerdotes a celebrar una misa en memoria de Benedicto XVI.

“Pedimos a todas las iglesias y monasterios que toquen las campanas, como es nuestra tradición. También pedimos a todos los sacerdotes que celebren una Santa Misa por el descanso de su alma. Que el Señor le conceda el descanso eterno”, dijo el patriarca latino.

La Tierra Santa y Jerusalén acogen cada año a miles de peregrinos católicos.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, afirmó el sábado que Benedicto XVI era “un verdadero amigo del Estado de israel y del pueblo judío”.

El presidente palestino, Mahmud Abas, elogió por su parte a un hombre que “apoyó la libertad y la independencia del pueblo palestino”.

Para los católicos, el Papa Emérito alemán era “una figura emblemática”, un “hombre de paz”, aunque muchos admitieron estar “más o menos de acuerdo” con el enfoque tradicionalista de Benedicto XVI, que le había acarreado críticas desde dentro de la Iglesia. Benedicto XVI estaba, según afirmaron, “en la continuidad del catolicismo a la antigua, es decir muy conservador”.

Agradecen “servicio a la Iglesia universal”

Los obispos reunidos en la Conferencia Episcopal Argentina (CEA) han agradecido al Papa Emérito Benedicto XVI, tras su fallecimiento, su “servicio a la Iglesia universal” que ha hecho, según han explicado, “con una entrega generosa”, “hasta el final de su vida, con su fe robusta, su esperanza incólume y su caridad ejemplar”, señala el comunicado.

El comunicado lleva la firma del presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Oscar Ojeda, entre otros altos representantes de la institución religiosa.

Los obispos añadieron que Benedicto XVI, “arraigado en Cristo ha ofrecido a la Iglesia un magisterio que alimenta su andar peregrino y evangelizador”.

“Cuando la fragilidad de su salud no le permitía continuar ejerciendo su misión enteramente, tuvo la grandeza de renunciar en función de la Iglesia a la que amó entrañablemente”, han apuntado.

Y, en este sentido, ha llamado a que “que brille para él la Luz que no tiene fin, Cristo, buen Pastor”. Cabe destacar el profundo sentimiento religioso de gran parte de los argentinos.

Benedicto XVI y los traspiés con Argentina

Un vínculo institucional, en el que no faltaron los sobresaltos, mantuvo el gobierno argentino con Benedicto XVI durante los ocho años de su pontificado (2005/2013), que coincidieron en Argentina con el kirchnerismo en el poder.

En ese intercambio, la relación estuvo a punto de quebrarse, como consecuencia del grave conflicto suscitado cuando el presidente Néstor Kirchner decidió suprimir el obispado castrense y echar a su titular, Antonio Baseotto, tras una fuerte polémica sobre el aborto con el entonces ministro de Salud, Ginés González García.

La controversia había estallado en febrero de 2005, cuando aún vivía Juan Pablo II, pero las consecuencias se desencadenaron durante el pontificado de Joseph Ratzinger, iniciado en abril de ese año.

El papa alemán defendió y sostuvo al obispo Baseotto, quien fue cesanteado en sus funciones castrenses por un decreto firmado por Kirchner, una remoción que para la Iglesia nunca tuvo validez.

El conflicto puso al Vaticano y al gobierno argentino al borde de una histórica ruptura, dado que Benedicto XVI seguía reconociendo a Baseotto como obispo castrense, pese a que el gobierno argentino insistía en no permitir su acceso a los regimientos militares, en represalia por el entredicho que había sostenido con González García.

Con el tiempo, el propio Baseotto pidió a la Santa Sede su retiro, al llegar a los 75 años -la edad límite para las funciones episcopales- en mayo de 2007, pero Benedicto XVI nunca designó a su sucesor, una forma de mantener el “malestar diplomático” que había causado la decisión unilateral de Kirchner.

El conflicto por el obispado castrense se extendió durante el gobierno de Cristina Kirchner y hasta varios años después de la asunción del papa Francisco, quien en marzo de 2017 designó nuevo obispo castrense a monseñor Santiago Olivera.

Legado claroscuro del Papa alemán

La muerte de Benedicto XVI ha generado en su país, Alemania, un alud de mensajes de condolencia, pero la comunidad católica alemana, que en 2005 celebró con entusiasmo la elección del cardenal Joseph Ratzinger, tiene también muy presente el escándalo de los abusos en el clero en el que se vio envuelto durante su papado y, personalmente, casi al final de su vida. Su papel en la mayor crisis que ha vivido la Iglesia católica proyecta sombras sobre su legado.

Las portadas del sensacionalista Bild, el diario más leído de Alemania, sirven como metáfora de ese paso del júbilo a la decepción en un país con una poderosa Iglesia católica que, aunque no deja de perder fieles, todavía tiene más de 23 millones de miembros.

“Somos Papa”, tituló cuando se conoció que Ratzinger ocuparía la silla de san Pedro, apropiándose de su figura: “Nuestro Joseph Ratzinger será Benedicto XVI”. Casi 17 años después, tras salir a la luz el escándalo de su presunto encubrimiento de abusos sexuales en la archidiócesis de Múnich y Frisinga, el periódico tiró del octavo mandamiento para lanzarle un dardo: “¡No mentirás!”.

Nacido en 1927 en Marktl am Inn, en Baviera, en una familia muy religiosa, Joseph Ratzinger entró en el seminario con 12 años en Traunstein, la localidad en la que entonces estaba destinado su padre, un alguacil contrario al nacionalsocialismo. Poco después ingresó en las juventudes hitlerianas, pero entonces era obligatorio y todos sus compañeros pasaron por la Hitlerjugend. Del mismo modo que después, en 1943, todos los seminaristas fueron movilizados. Él acabó destinado a una batería antiaérea, puesto del que huyó al año siguiente pese a que los desertores corrían el riesgo de ser fusilados.

Tras pasar unos meses en un campo de prisioneros llegó a Múnich, donde completó Teología y Filosofía. Cuando participó en el concilio Vaticano II como asesor, en 1962, ya era profesor y uno de los teólogos más influyentes de su generación. Si ya entonces destacó por ser uno de los protagonistas de tan destacado acontecimiento con solo 35 años, en 1977 hizo historia de nuevo cuando el papa Pablo VI lo ordenó arzobispo de Múnich y Frisinga y lo convirtió, a los 50, en el cardenal más joven de la Iglesia católica.

El siguiente Papa, Juan Pablo II, le llevó a Roma en 1982 como prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cargo que ocupó durante 23 años. Durante su pontificado siguió el curso conservador de su predecesor. Se resistió a modernizar la Iglesia, lo que le granjeó críticas dentro y fuera de Alemania.

Su pontificado será recordado porque fue el primer Papa en más de 800 años que renunció. (Con información de El País de Madrid)

Fuente: Con información de La Nación (GDA), El País de Madrid, EFE y AFP

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Ciudad del Vaticano

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad