Por primera vez desde el fin de la dictadura, los partidos políticos de Chile concurrirán con alianzas inéditas en las próximas elecciones constituyentes el domingo: el Partido Socialista (PS) abandona su coalición natural de centro-izquierda para integrarse en el bloque formado por los comunistas y el izquierdista Frente Amplio, mientras que el bloque de derecha libra una particular pugna.
Tanto el oficialismo como la oposición compiten en varias listas y divididos para alcanzar los 50 escaños que se repartirán de forma paritaria entre 25 hombres y otras tantas mujeres, los futuros integrantes del Consejo Constitucional a cargo del segundo intento de redactar una nueva Constitución a partir de un borrador elaborado por un comité de expertos.
La derecha está dividida en tres formaciones: la tradicional concurre con el nombre de Chile Seguro, y las dos emergentes se llaman Partido Republicano y Partido de la Gente. Estas tres fuerzas políticas ya se estrenaron en las elecciones presidenciales de 2021, pero las dos últimas acuden por primera vez a unos comicios constituyentes.
La mayoría de expertos coinciden en que se trata de una cita electoral de resultado impredecible, porque concurren diversos factores que la condicionan: “la gran característica de esta elección es que tiene voto obligatorio (por primera vez desde 2012) en un momento en que gran parte de la población siente un alto desinterés por la política y rechaza el sistema y los partidos tradicionales”, explica a EFE la académica Isabel Castillo, de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile.
Los escenarios son abiertos e inciertos, pero varios sondeos apuntan al triunfo del bloque de derecha. Sin embargo, el gran interrogante es, según analistas, cuánto sumarán los escaños de las tres derechas.
Unidad para Chile es el nombre de la lista de los socialistas y las fuerzas más a la izquierda de la coalición gubernamental, entre ellas, el partido donde milita el presidnete Gabriel Boric. Esta formación concentrará buena parte de la atención en la noche electoral.
Y ello porque se da la paradoja de que los socios de la alianza de Gobierno compiten entre ellos, después de varias semanas de negociaciones que no lograron conciliar las dos almas de la coalición y que culminaron con la separación de los socialistas del conglomerado al que históricamente han pertenecido.
“Los socialistas juegan una suerte de pivote para mantener la alianza de Gobierno en plena disputa electoral”, dijo el politólogo de la Universidad Diego Portales Vicente Inostroza.
El socialista Mauricio Orellana, integrante de la Convención Constitucional anterior, defiende la estrategia de su partido: “no solo hay que mirar por una nueva Constitución, sino también por la gobernabilidad de los próximos años, y esto solo se va a lograr si la izquierda se logra unir”, manifiestó.
“Si el resultado de Unidad para Chile no es malo, probablemente, la alianza entre el Partido Socialista y el Frente Amplio se profundizará”, comentó el director de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Santiago, René Jara.
Sin embargo, Castillo ve “poco probable” que el oficialismo obtenga réditos electorales con esta fórmula.
La apuesta de las dos listas, defendida hasta el último momento por los socialdemócratas del Partido por la Democracia, surgió para que la centro izquierda tradicional, cuya lista se llama Todos por Chile, logre seducir a los votantes moderados. Pero todas las encuestas apuntan a que este segmento de electores optará por otras preferencias.
Con información de EFE