JUAN A. PIAZZA
Si esperar a que llegue nuestro número en un trámite nos exaspera brutalmente, imagínense lo que es esperar por un corazón y encima no tener número.
Pasos cansados, algo no te funciona bien, el bolso armado cual embarazada -pero sin que sea otra vida más la que se espera-, el celular que suena y la posibilidad de que tengas que volar al hospital, cuando en realidad te llama un amigo que se olvidó las llaves en tu casa. Esa es la situación de alguien que espera un trasplante, esa fue mi situación hasta hace poco tiempo.
Soy trasplantado de corazón hace 12 años y tengo 26 de vida. Tengo la suerte de que mi espera finalizó bien, de que aguanté. Y qué hubiera pasado si no...
Lo que me carcomía en ese momento de espera era la inacción, el no poder hacer nada, no hay lucha posible, sólo esperar. Comer, respirar y esperar...
Ahora tengo otro corazón, y sí puedo luchar porque las esperas no sean así, y además respirar sin darme cuenta que lo estoy haciendo en cada soplido.
Ahora sí tengo la fuerza para vivir, para correr, para trabajar en lo que me gusta, y para escribir estas líneas cuando sí se puede hacer algo.
Y esto lo tenemos que hacer todos, tenemos que ser donantes porque esa es la forma de que ese celular suene y dé la chance de seguir, de poder abrazar, de poder hacer algo para que las personas a las que hoy les toca esperar dejen de tener una vida en stand by.
Un día como cualquiera tuve la desgracia de que me encontraran un problema al corazón, y también tuve la suerte de ser trasplantado dos veces de ese órgano.
Este es mi tercer corazón, ya pasé dos veces por la situación de inmovilidad, de espera, y aprendí que querer vivir con pasión es la única forma de contagiar el espíritu que se necesita para que se pueda cambiar la situación.
Yo le agradezco a mis donantes anónimos, a sus familias que eligieron en un momento tan difícil, a mi familia y amigos por estar ahí, a los médicos y enfermeras que nos bancaron en esos momentos, a todos lo que ya decidieron ser donantes, y a los que hayan soportado leer este texto tan mal escrito. Porque lo importante es vivir, y decidir donar no es otra cosa que vivir más, en todos los sentidos que le quieran encontrar.