EDUARDO BARRENECHE
"Salieron los dos niños a la vez por la puerta del rancho, salieron gritando y llorando; el nene estaba quemado en el brazo y la gurisita estaba quemada en la espalda. La madre gritaba desde adentro desesperada para salir pero no pudo".
Así se expresa un testigo del incendio intencional de un rancho del barrio Horacio Quiroga, en Salto, ocurrido el 7 de enero pasado donde murió una madre de 23 años y su bebé de tres meses. El menor tiró un "cóctel molotov" por una de las ventanas del rancho y destruyó la vivienda. Por esta causa, la jueza Ivón Olivera Kamaid lo internó el 28 de mayo pasado en un centro del INAU de Montevideo por un delito de "incendio especialmente agravado por el resultado de muerte de dos personas".
Este menor, conocido como "El Tati", fue detenido el mismo día del incendio por la Policía de Salto. Luego la Justicia lo internó como medida cautelar.
La defensa del menor apeló el caso, la jueza envió el expediente al Tribunal de Apelaciones de Familia de 2° Turno y al pasar los 90 días de la medida de internación, el menor quedó libre el 9 de abril pasado pese a una advertencia de técnicos del INAU sobre su peligrosidad.
Cincuenta días más tarde, la jueza Olivera Kamaid se pronunció sobre el caso e internó al adolescente incendiario y homicida. La sentencia, a la que tuvo acceso El País, señala que el menor quemó el rancho tras tener diferencias con la mujer fallecida porque este le robaba patos y gallinas.
En el documento, la magistrada dice que no tipificó homicidio al menor porque no tuvo como objetivo causar la muerte de la madre y de su bebé sino generarles un daño con el incendio del rancho de chapa y cartón.
"No surge de las declaraciones vertidas en la causa que el agente tuviera la intención de provocar el resultado finalmente acaecido ni que en su accionar hubiera previsto como posible el resultado finalmente acontecido. Su intención concreta fue siempre incendiar el rancho, no previendo en ningún momento que provocaría la muerte de dos sujetos", señala la jueza Olivera.
Los informes técnicos sobre el adolescente dicen que es consumidor de pasta base y tiene "una escasa autocrítica".