Tras exitosa operación el niño Renato volvió al país

| Su familia quiere organizar fundación que apoye a quienes deban llevar sus hijos a realizar operaciones al exterior

Primos, tíos, abuelos y amigos lo amasijaron a besos, abrazos y mil expresiones de cariño. Renato Fernández Zefferino volvió ayer al Uruguay junto a sus padres, Roberto y María Laura, después de una ordalía que empezó el 27 de agosto. Ese día los médicos le detectaron un tumor en el cerebro y le dieron a los padres un espantoso panorama de futuro, con una ceguera segura y pocos años de vida. Ayer, los Fernández Zefferino volvieron después de recurrir en Hannover, Alemania, a uno de los pocos lugares en el mundo donde la enfermedad de su hijo —un glioma quiasmático hipotalámico ubicado en la unión de los dos hemisferios cerebrales— podía ser resuelta. Allí, en el Instituto Internacional de Neurociencias, el Profesor Samii, un iraní que ya empieza a ser un hito en la cirugía cerebral, le extirpó el tumor y siguió de cerca su evolución durante más de un mes en esa clínica. Ahora Renato puede hacer una vida normal, recuperó casi totalmente la visión del ojo izquierdo, el derecho también ha evolucionado aunque todavía no se puede evaluar por el corto tiempo transcurrido y se prepara para volver al preescolar donde asiste en Mercedes, Soriano, donde vive la familia. La operación fue posible gracias a la ayuda que recibió la familia luego que no le quedara otra opción que hacer una campaña pública de recolección de fondos.

PERIPLO. La madre de Renato, María Laura Zefferino, que en breve se recibe de odontóloga, dice que: "Lo primero que vivimos fue desesperación. Después vino una unión familiar muy fuerte y la decisión de salir a luchar, a buscar la plata que se necesitaba. Hoy estamos felices porque Renato vuelve igual que como estaba antes de enfermarse. No nos alcanzan las palabras de agradecimiento para todos los que ayudaron para que la operación fuera posible". Ya han depositado 45.000 euros (unos 50.000 dólares) para pagar la intervención, pero la cuenta definitiva llegará en dos meses. Una comisión administra los fondos para informar con transparencia sobre cada gasto. Como se estima que habrá un sobrante, los padres de Renato piensan volcar ese dinero hacia otros casos que necesitan ayuda. Pero lo que han vivido les ha generado una idea para el futuro. "Pasamos momentos de gran incertidumbre. Todo te cae de golpe y no sabés para dónde agarrar. Por eso tenemos la idea de crear una organización o fundación que pueda apoyar y orientar a los que le toque vivir cosas parecidas. Que no son pocos" dice Roberto Fernández.

APOYADO. Renato entró al quirófano acompañado de Burbuja, un muñeco de peluche que le regalaron antes del viaje. Estuvo con él en la operación y cuando se despertó en el CTI estaba igual que el niño: con la cabeza vendada y una vía de suero en su brazo derecho. Esas primeras horas después de la operación fueron las más difíciles para el niño. Sentía dolores, empezó a extrañar a su casa y sus primos y tenía miedo. En pocos días, cuando mejoró y salió del cuidado intensivo, lo peor pasó. Pasó a ser el mimado del hospital y a divertirse con dibujitos animados en alemán.

Ayer de tarde corría por la calle Verdi en Malvín. La familia hizo una escala en el bar Sancho’s ya que un desperfecto mecánico interrumpió el viaje a Mercedes. En torno a una larga mesa la familia se congratulaba del inicio de una nueva etapa. Renato decía que lo que más quería hacer era volver a jugar con sus primos y amigos. Y los padres descubrían que no hay nada más extraordinario que volver a la rutina.

Datos

URGENTE. Los padres de Renato Fernández creen que es necesario crear una organización que oriente y apoye a las familias a las que no les queda otro recurso que llevar a sus hijos a operarse al exterior. Dicen que hay casos en que se requieren intervenciones inmediatas y que las averiguaciones y gestiones pueden consumir días vitales.

CONTROL. Renato tendrá que volver dentro de unos meses a Hannover a hacerse una tomografía de control. Luego seguirá siendo monitoreado periódicamente en el país y recién volverá a hacerse otro control a Alemania cuando tenga 12 años.

SOLIDARIOS. Una cadena de contactos por internet y amistades hizo posible que en la clínica de Hannover, durante el largo postoperatorio Renato recibiera múltiples visitas y regalos de gente de esa ciudad. En su mayoría alemanes o uruguayos que eran "amigos de amigos de amigos", fueron una red de apoyo y aliento para la larga estadía hospitalaria del niño y sus padres.

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