Tangos de barrio para los mediodías

Los sábados. Se codean aficionados, cantantes, bailarines y vecinos de diversas zonas

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XIMIENA AGUIAR

Aunque esté alejado del circuito turístico y de la noche milonguera, en las mesas del bar familiar se codean aficionados al tango, cantantes, bailarines y vecinos, formando una pequeña comunidad que se da cita todos los sábados al mediodía.

La madre cocina, los hijos sirven las mesas, el padre atiende la caja, y con timidez prefiere que hable por todos el presentador y cantante de tangos, que conoce su historia. El bar Victoria "era `un boliche como tantos`, como dice el tango", cuando un mediodía un muchacho vecino tomó una guitarra y comenzó a cantar tangos, en plena crisis de 2002, contó Armando Tovagliare. "Estuvo tan lindo que dijeron de hacerlo el próximo sábado", y los asistentes volvieron a acudir, relató.

Actualmente, cada sábado entre las 13 y las 17 horas, los autos estacionados en Emilio Romero y Conciliación muestran que hay gente de otros barrios que se acerca a La Teja para disfrutar de ese ambiente en el que las largas mesas son compartidas por comensales, apretados entre el mostrador y los ventanales, mientras los cantantes profesionales se turnan en el micrófono.

"Vienen de Pocitos, Punta Carretas, del Barrio Goes… Van rotando, porque el tango tiene unas 400 o 500 personas que lo siguen, que se van turnando. Los que vienen siempre y tienen su mesa reservada pasan a ser parroquianos de la casa", contó Tovagliare.

Un almuerzo abundante, con bebida, cuesta unos $ 250, y no se cobra cubierto artístico, señala. En las mesas se comparten jarras de vino y botellas de refresco, mientras se escucha con atención a los cantantes y se aplaude calurosamente cada intervención.

"Venimos desde hace 7 años. Él es de Jacinto Vera, yo de Cerrito, y hoy faltó otro matrimonio que siempre viene con nosotros. Porque hay una camadería y un compañerismo... es como una familia", dijo una señora del público, a la que apodan "la caza-autógrafos".

"Los músicos y los cantantes son los mejores de Montevideo, y además al mediodía generalmente no hay tango en ningún lado. Te tiene que gustar mucho escuchar, porque acá no es para bailar, es para oír", comentó Isabel Iglesias, bailarina de tango y habitué del lugar.

Junto a la puerta trasera se acodan dos vecinos que van al bar todos los días después del trabajo, cuando el fuerte son las pizzas, y también acuden los sábados a escuchar los tangos. Se consideran a sí mismos "socios vitalicios" del Victoria.

El bailarín de tango y pintor Tomas Blezio comenzó a adornar el lugar hace tres años. Tres veces Gardel, Tita Merello, Matos Rodríguez y hasta la orquesta filarmónica ya están terminados en los muros. Una pareja de bailarines enlazados está en proceso. En el muro junto a la puerta de entrada, integrándose a los representantes de la tradición tanguera, están pintados la esquina y los árboles que se ven desde el mostrador.

Parrilla y nostalgia. San Martín y Fomento es "la esquina del movimiento" por los antiguos bailes de Colón. Así lo recuerdan dueños y comensales del bar "El viejo amigo", ubicado en el recordado cruce del barrio Atahualpa.

El olor de la parrilla y los tangos que se imponen por sobre los cubiertos hacen pensar en algún restaurante del Mercado del Puerto, pero a una escala más modesta y sin turistas. Una larga mesa de señoras mayores que se conocen del barrio o del propio bar-tanguería, tararean las canciones entre bocado y bocado. Un par se animan a bailar cerca de la pequeña tarima donde se ubican los músicos, junto a las heladeras de refrescos, y nadie les presta demasiada atención. También hay parejas, y un par de padres con sus hijos pequeños almorzando en el lugar. Algunos van todos los sábados al mediodía y antes de irse ya hacen su reserva para el próximo; otros buscaban algo para almorzar y llegaron al tango casi de casualidad.

"Se llama `El viejo amigo` porque los dos socios, Mario y Javier, son amigos desde la niñez", contó Susana Soria, esposa de Mario. "Queríamos un lugar con este tipo de propuesta, un ambiente familiar, buena cocina, siempre atendida por los dueños", dijo. En un principio había espectáculo de noche, con noches de tango y otras de música de los 70. "Si quieren y hay espacio bailan, se da siempre", afirmó.

"La especialidad es la parrilla, pero también hay pastas caseras, chivitería, pizzería... El plato del día cuesta $175, más 30 de tique artístico, es accesible", señaló.

La idea de implementar tangos al mediodía surgió el invierno pasado, y tuvo rápidamente una buena concurrencia, explicó el cantante lírico y tanguero Fernando Amilivia. "El público de tango es un público mayor. Por el frío, o por la inseguridad en la calle, a veces no se animaba a salir", explicó.

Entre el público hay quienes van expresamente a ver cantar a Amilivia, y su madre es una de las infaltables. Hay gente aficionada al tango y otra que disfruta de un espectáculo con el almuerzo. "Es un lindo ambiente, la gente viene a escuchar", señala uno de los comensales, frente a un abundante plato de carne con guarnición.

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