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Los tres tristes récords, y los tres felices, que la población uruguaya batió en 2020

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Parto. Foto: Pixabay

ESTADÍSTICA VITALES DEL MSP

Uruguay entró en la lista de países con muy baja fecundidad: cada mujer en edad de ser madre tiene, en promedio, 1,4 hijos.

En cuatro departamentos de Uruguay murieron el año pasado más personas de las que nacieron: Colonia, Lavalleja, Rocha y San José. Pero, a escala país, nunca en la historia hubo más defunciones que nacidos vivos en un mismo año. El 2020 -pandemiamediante- no fue la excepción: las Estadísticas Vitales que el Ministerio de Salud Pública difundió esta semana constatan 35.874 nacimientos versus 32.638 fallecimientos.

Según la demógrafa Wanda Cabella, “todo hace pensar que, al término de 2021, por primera vez desde que hay registros, el país acumulará más fallecidos que nacidos vivos”. Ocurre que el comienzo y el final de la vida vienen midiéndose de cerca (el año pasado los nacimientos fueron solo 3.236 más que los muertos), las muertes por COVID-19 ingresaron en el podio de mayores causas de defunciones y Uruguay se sitúa dentro de los países con una “muy baja fecundidad”.

El Programa de Población de la Universidad de la República procesó las cifras oficiales publicadas esta semana y confirmó que cada mujer en edad de ser madre tiene, en promedio, 1,4 hijos. Cinco años atrás el promedio era de 1,9. Se trata de una caída que los demógrafos no proyectaban siquiera previo al año 2050.

Los sentimientos que acarrea el desplome de los nacimientos varían según el lente filosófico, religioso y de derechos con el que se mire. Pero entre la mirada más apocalíptica sobre la marcha poblacional (esa que piensa que se va camino a la extinción) y la más integrada (esa que observa en estas cifras el triunfo de las mujeres decidiendo cuántos hijos quieren tener y cuándo), yacen otras curiosidades. A continuación, les presentamos tres hitos positivos y tres negativos que arrojó el 2020.

RÉCORDS POSITIVOS

Adolescentes: mayor caída de embarazos

Los nacimientos de madres adolescentes cayeron a la mitad (53%) en cinco años. Al término de 2020, se contabilizaban 28,5 hijos cada 1.000 mujeres de entre 15 y 19 años (el guarismo más bajo de la historia); mientras que un lustro atrás eran 56,6 cada 1.000. Es decir: en el año 2015 Uruguay tenía cifras de embarazos en adolescentes similares a Sudán del Sur y ahora se asemeja a Hungría. Y aunque todavía está lejos del promedio de Europa occidental, los demógrafos no salen de su asombro y su alegría. “Los estudios muestran que ocho de cada diez madres adolescentes no querían tener hijos en ese momento. La fecundidad en países como los nuestros, en esta época, significa postergar el estudio, la diversión... el ser adolescente”, indicó la demógrafa Wanda Cabella. Su colega Carmen Varela había explicado que “desde hace unos 20 años se viene trabajando, con mayor o menor intensidad, en el intento de reducción de la tasa de fecundidad adolescente. Pero “la estrategia nacional que rige desde 2016, la incorporación a la canasta de anticonceptivos, de los implantes subdérmicos y el empoderamiento de la mujer han sido claves”. En 2020, además, bajaron 27% los nacimientos en niñas menores de 15 años.

Mortalidad infantil más baja del siglo

La infanta María Cristina, la tercera hija de la reina Isabel II, falleció por una “debilidad nerviosa” al tercer día de haber nacido. Era enero de 1854 y la Familia Real le encomendó a uno de los mejores artistas de la época que realizara una escultura en honor a la difunta. Era raro que muriera un recién nacido y eso que todavía fallecían más de 100 cada 1.000 nacidos vivos. “Las vacunas, los antibióticos, el agua potable y al saneamiento hicieron caer de manera asombrosa las muertes de niños”, explicó el neonatólogo Daniel Borbonet. Cuando entró el siglo XXI, Uruguay ya registraba 14 muertes de menores de un año cada 1.000 nacidos vivos. Pero “le mejora de las condiciones de vida, la baja de la desnutrición, la exigencia del carné de vacunación, los controles del embarazo y durante los primeros meses de vida hicieron que se hayan controlado aún más los factores modificables que llevaban a esas tempranas muertes”, complementó el pediatra Gabriel Peluffo. Tanto es así que 2020 acabó con la mortalidad infantil más baja desde que existe registro: 6,2 muertos cada 1.000 nacidos vivos menores de un año. Es una cifra idéntica a Estados Unidos o Rusia, “y ya muy difícil de seguir bajando porque inciden las patologías congénitas y la prematurez”.

Menor cantidad de muertes por infartos

El COVID-19 sacudió la mortalidad. Pero a diferencia de lo acontecido en varios países, y de lo que se observa en el escenario local en el año en curso, durante 2020 las muertes en Uruguay a causa de la nueva enfermedad infecciosa fueron menos del 1% e incluso “colaboró” a la reducción de fallecimientos por otras patologías: la gente se cuidó más. Una de cada cuatro muertes en el país, el último año, fue por enfermedades del sistema circulatorio y este sigue siendo el principal motivo de defunciones. Pero si se compara con un año antes, las muertes por infartos y otras patologías cardíacas bajaron 6,3% y se ubicaron en el mínimo histórico. De hecho, apenas hubo 127 muertes más por esta causa que por cánceres (y eso que los fallecimientos por tumores malignos también se redujeron un 3%). Graciela Dighiero, quien preside la Comisión Honoraria para la Salud Cardiovascular, admite que aún no tiene del todo claro los motivos del descenso de las muertes. Pero, como hipótesis, dice que “la gente estando en sus casas come más sano y, sobre todo, baja ese estrés que genera correr de un lado para el otro”. Hay otros factores de riesgo, como la inactividad física, que pueden haber mejorado o empeorado con el confinamiento voluntario.

RÉCORDS NEGATIVOS

La tasa más alta de suicidios en hombres

Uruguay vivió, durante los primeros meses del COVID-19. Un “efecto guerra”. Así le llaman los integrantes del Grupo de Comprensión y Prevención de Conducta Suicida a la baja de suicidios observada cuando reinaba el confinamiento. Por entonces, estiman las muertes por esta causa cayeron entre 27% y 31%. Pero en la segunda mitad del año pasado hubo una “recuperación” y, al término del 2020, la tasa de suicidios fue casi idéntica a la de 2019: 20,3 cada 100.000 habitantes, versus 20,5 cada 100.000. Esta particular dinámica de la pandemia, sin embargo, no evitó que el año acabara con el triste récord de suicidio masculino. Ya en 2019 había superado el guarismo de la crisis de 2002 y ahora superó incluso al 2019: cada 100.000 hombres, 33,9 se suicidaron. “El rol tradicional del varón proveedor y protector hace que aflore en ellos un sentimiento de vergüenza que les impide pedir ayuda, desde el momento en que dicha incapacidad sería un signo de demostración de debilidad”, explica el sociólogo Pablo Hein. El hombre no solo es más impulsivo y pide menos ayuda, sino que “hay estudios que señalan que en desde los 40 a los 65 años es cuando se siente más infeliz en la vida”.

Mayor porcentaje de partos por cesárea

Cuando los partos por cesárea exceden a los estrictamente necesarios, hay un problema: riesgos asociados para la madre y el bebé. La Organización Mundial de la Salud recomienda que esta práctica no exceda el 15% del total de partos. Uruguay venía muy por encima de esa recomendación, al punto que en enero de 2016 algunos ginecólogos empezaron a hablar de “epidemia de cesáreas”. Pero la situación no mejoró, al contrario: el año pasado hubo 46% de partos por cesárea, el peor registro desde que existen estadísticas consolidadas. El promedio pudo haber sido peor sino fuera porque los partos en la salud pública (donde hay más tiempo de espera del trabajo de parto y personal especializado en el parto vaginal) hicieron bajar las cifras. En los privados el 53% fueron partos por cesárea. Hay quienes hablan del “negocio de las cesáreas”, hay quienes refieren a que las madres más adultas a veces requieren más esta práctica. Cecilia Stapff, de la asociación civil Iniciativas Sanitarias, dice que “el factor tiempo puede estar incidiendo: no siempre se respetan los tiempos de las mujeres en el trabajo de parto o no se les da a ellas la posibilidad de elegir cómo quieren parir”.

Un salto en las muertes de madres

Las muertes maternas se cuentan, cada año, con los dedos de las manos. Literal. De ahí que cualquier variación de uno o dos casos, en un año cualquiera, termina moviendo la aguja. Pero las 11 muertes de madres registradas el año pasado llamaron la atención: fueron más del doble que en 2019. No solo eso: la razón de mortalidad materna en relación a los nacidos vivos fue la más alta en una década: 30,7 defunciones cada 100.000 nacidos vivos. Las causas no están del todo claras. Pero el profesor de Neonatología Daniel Borbonet, que es un apasionado del estudio de estadísticas vitales, observó que la pandemia del COVID-19 condicionó los controles médicos. “A veces por miedo, a veces por problemas de la presencialidad en la asistencia, hubo consultas que no llegaron a tiempo y eso pudo haber condicionado algunos cuadros”, dice. En este sentido, todo hace pensar que en 2021 habrá un nuevo récord: ya van diez muertes muertas solo con o por COVID-19. Los ginecólogos, en especial en el sector público, están trabajando en mejorar la atención de emergencias obstétricas: la mayoría de muertes maternas en 2020 había sido por hemorragias en complicaciones del embarazo.

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