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Murales de Mercedes dan recreo artístico a 5 reclusos

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Participaron artistas de Bolivia, Brasil, Argentina Colombia y Puerto Rico. Foto: El País

El poder de la cultura

El Festival 33 Grados dejó 38 pinturas en la ciudad y repercusiones sociales.

Sabrina Aguiar llevaba más de mil días sin salir a la calle. Ingresó a la Unidad 24 del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) hace tres años, y 12 meses después dio a luz a Ludmila, la menor de sus seis hijos, que vive con ella intramuros.

El lunes 14 de enero fue especial para ambas. Sabrina salió de la cárcel de Mercedes a la mañana temprano “feliz de la vida”. Pasó el día al rayo del sol entre pinceles para dar forma al mural titulado “Aquel apretado abrazo”, que pintó junto a otros cuatro reclusos durante el Festival 33 Grados que se desarrolló del 12 al 20 de enero en la capital de Soriano.

Se sintió radiante con ese recreo artístico al aire libre, pero debió esperar hasta el jueves para volver a salir de su celda, ya que la lluvia no dio tregua, y la actividad se pospuso.

Participaron artistas de Bolivia, Brasil, Argentina Colombia y Puerto Rico. Foto: El País
Foto: El País

El contacto inicial con el exterior “estuvo recontra bien. Salir después de tres años es algo distinto, como que no querés entrar más. Tener que volver es muy triste”, relató Sabrina a El País, mientras observaba a su hija interactuar por primera vez con alguien ajeno al penal, y notaba cómo le tomaba el gustito a vivir en sociedad.

“A Ludmila le costó bastante adaptarse. Al principio no se despegaba de mí, ni siquiera quería ir con la abuela, porque está acostumbrada a la gente de la Unidad, solo conocía eso, pero ahora ya anda jugando, de brazos cruzados, y feliz. Todo le llama la atención, hasta el ruido de las motos”.

Es la primera vez que personas privadas de libertad intervienen muros dentro del marco de un evento de arte urbano. “Es un orgullo muy grande aportar algo a mi ciudad natal, y que (los reclusos) no queden señalados como el problema, sino que puedan cooperar a través del trabajo colectivo”, dice Jesús Catsouris, organizador del Festival 33 Grados.

Participaron artistas de Bolivia, Brasil, Argentina Colombia y Puerto Rico. Foto: El País
 Foto: El País

Segundas chances.

La edición debut de esta galería de arte a cielo abierto cuenta con la participación de 38 artistas callejeros: el 50% son extranjeros (argentinos, brasileños, puertorriqueños, colombianos, y bolivianos) y la otra mitad uruguayos.

Hay cuatro participantes oriundos de Mercedes, y entre ellos está Eduardo Domínguez, pintor, maquillador, vestuarista y operador penitenciario de la Unidad 24 del INR. Se encarga del trato directo con los internos, y hace un par de años formó un taller de arte y pintura con un grupo de reclusos que tenían conocimiento en la materia y “muy buena mano”.

Hicieron escenografías y maquillaje artístico para distintas escuelas, pero las actividades cesaron cuando “los referentes quedaron en libertad”. Eduardo tenía ganas de repetir esa grata experiencia, y cuando Jesús lo convocó para participar de 33 Grados le propuso incluir a cinco internos con buena conducta y gran desempeño en la materia Comunicación Visual, que dicta la docente Laura Rush en la Unidad 24.

“Les conté uno por uno que habían sido elegidos para pintar el mural y tenían la posibilidad de salir”, dice. Pensó una temática relacionada con la población en cuestión y surgió la idea de crear un personaje de corte circense dentro de una caja de cartón muy apretada, y abrazado a una plantita verde.

“Se sintieron identificados porque tiene que ver con su realidad: más allá de los malabares y el entorno que los rodea, hay una esperanza de vida”, opina Eduardo Domínguez.

No todos tenían una veta artística desarrollada, pero la actividad significó un paso más hacia la reinserción social y a evitar sentirse estigmatizados. Los vecinos del barrio El Túnel no los señalaron con el dedo porque “eran personas comunes y corrientes tomándose un mate y pintando conmigo”, según percibió Eduardo.

Sabrina no se sintió juzgada ni discriminada mientras pintaba. Nadie la interrogó para saber de dónde venía o cuál era su situación, “los vecinos que se acercaban solo querían saber sobre el dibujo, no nos preguntaban nada de nosotros”.

Ella fue una de las que le tomó cierto gusto al arte debido al encierro. Cursó 3°, 4° y 5° de liceo en el INR, y como le fue bien en la materia dibujo, la profesora la invitó a decorar las paredes de un salón. Así descubrió que le gustaba pintar.

“Es un desahogo. Te ayuda muchísimo a no pensar tanto”, dice Sabrina. En seis meses cumplirá la condena y su plan al salir es hacer un curso de enfermería. “Pedí a las coordinadoras de estudio si me podían conseguir una beca porque no quiero volver a lo mismo. Me reenganché, me fue bien en los estudios y me quiero reinsertar. No quiero volver a estar presa, ni a estar lejos de mis otros cinco hijos. Perdí tres años de mi vida. Eran chiquitos, ahora salgo y son señoritas”.

Participaron artistas de Bolivia, Brasil, Argentina Colombia y Puerto Rico. Foto: El País
Foto: El País
Galería a cielo abierto

El color de una ciudad para todo el planeta

Jesús Catsouris es artista callejero, vivió en Tenerife y durante un viaje a Mercedes, su ciudad natal, observó el movimiento cultural que se generaba alrededor del evento Jazz a la Calle y el crecimiento del arte urbano.

“La ciudad estaba un poco desordenada a nivel visual. Había personas que venían de otros lugares a pintar sitios que ya estaban intervenidos por artistas locales sin pedir permiso”, contó. Así fue que se le ocurrió generar una “galería a cielo abierto de forma regulada y responsable”, que luego fue declarada de Interés Turístico y Departamental.

Jesús y su esposa italiana realizan proyectos socio culturales en Europa a través de su productora 33 Grados. Decidieron mudarse a Mercedes en marzo de 2018 por la paz y tranquilidad que les ofrece la ciudad, y tres meses después empezaron a planificar el festival.

En noviembre lanzaron la convocatoria abierta y recibieron más de 200 solicitudes de artistas de todo el mundo. Eligieron mitad uruguayos y mitad extranjeros para intervenir 38 muros en cinco zonas de Mercedes. El trabajo llevó una semana.

“Intentamos ser equitativos para que el arte llegue a todos y no quede en un polo estático donde se genera cultura. El objetivo es dar color a toda la ciudad”, dice Jesús, organizador del Festival 33 Grados.

Camino
Diez jóvenes con problemas de conducta y adicción del Espacio Ciudadela expresaron sus preocupaciones en un muro sobre la transitada calle Paysandú.

El artista canario Facundo Muñoz lideró este colectivo que realizó una lluvia de ideas para decidir su motor creativo. “Cada uno contó su experiencia y lo que más se manifestó fueron las distintas posibilidades que tiene la gente de elegir sus caminos. Cada persona tiene su trasfondo y recorrido”, explicó.

El diseño consistió en siete pies diferentes, algunos con tatuajes, otro con cicatrices, uno con curitas por las lastimaduras- que representan las individualidades de quienes participaron.

“Están bastante marginados y esto vino bien para su autoestima. Los vecinos se paraban a charlar, tuvo buena repercusión. Inclusive se acercó a pintar con nosotros un famoso profesor de dibujo de Mercedes. Ellos quedaron súper enchufados y con la intención de hacer más murales”, contó Facundo.

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