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Cerró tradicional confitería El Ombú

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El Ombú y su familiar fachada en Bulevar Artigas casi Canelones. Foto: M. Bonjour

SETENTA AÑOS DE REPOSTERÍA FINA

Fundada en la década del 40, heredó la clientela de la histórica Confitería del Telégrafo.

El Ombú, la tradicional confitería de Bulevar Artigas y Canelones, cerró sus puertas y se sumó al derrotero seguido por negocios similares de Montevideo.

Luego de casi setenta años de elaborar repostería refinada, el clásico comercio bajó la cortina definitivamente, al menos con sus actuales dueños.

Vecinos de la zona dijeron a El País que la firma habría sido adquirida por un contador que es propietario de una panadería de la capital.

Como era habitual en los últimos años, El Ombú cerró el 31 de diciembre pasado. Sus vecinos y clientes esperaban que volviera a abrir el 1º de febrero, luego de las vacaciones anuales del personal. Pero esto no sucedió. Quienes pasen hoy por la puerta del local, podrán ver su toldo bajo y un cartel que dice "cerrado".

Su historia.

El Ombú fue fundada al promediar la década de 1940 y funcionó, en sus comienzos, en un local en los alrededores de Bulevar España entre Enrique Muñoz y Luis de Latorre.

Tomó su nombre del legendario ombú que intercepta la avenida y que en 1950 fue declarado "Árbol de la Fraternidad Americana".

En 1952, Francisco Iglesias Peláez, un joven inmigrante asturiano, compró la empresa y le dio la impronta que la caracterizó hasta su cierre. Ese mismo año, Iglesias mudó el local a Bulevar Artigas 1209, donde estuvo hasta su cierre.

Se trata de un amplio salón con un importante subsuelo, en la planta baja de un edificio de apartamentos de estilo francés obra del arquitecto Cattaneo. El edificio lleva el mismo nombre que la confitería.

Don Francisco contaba a sus clientes que, en sus comienzos, contrató a un maestro confitero que había trabajado en la Confitería del Telégrafo que, por aquellos años, se encaminaba a su cierre.

La repostería a imagen y semejanza de la del Telégrafo le hizo ganar rápidamente una numerosa clientela, que se incrementó cuando el histórico comercio de la calle 25 de Mayo cerró sus puertas a fines de la década de 1950. Las empanadas de vigilia, así como los merengues eran algunas de las especialidades de la casa.

Como buen inmigrante español, Iglesias estaba siempre en la caja de su negocio y pendiente de todo lo que acontecía en la confitería. Alto, de pelo cano, de pocas palabras, respondía a las consultas de sus clientes con amabilidad.

Falleció en agosto de 2012 y hasta poco tiempo antes se lo podía encontrar trabajando en su negocio.

El Ombú, fue durante décadas sinónimo de calidad. No tenía mesas y sus clientes iban expresamente hasta allí a comprar los productos elaborados por calificados confiteros. Los domingos su salón estaba siempre repleto. Sus masas y postres eran infaltables en la mesa de muchas familias montevideanas. Otro tanto sucedía en Pascuas con sus roscas de almendras, y los huevos y conejos de chocolate.

Llamado a silencio.

Resultaron infructuosos los reiterados intentos realizados por El País para comunicarse con los dos hijos del fundador de la confitería, negándose su hija a formular declaraciones y su hijo a atender el teléfono.

Vecinos consultados por El País dijeron que el personal fue despedido al finalizar el año 2017 y que la firma habría sido vendida a un contador, que también posee una importante panadería. No supieron indicar si en la transacción se habría vendido también el local.

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