La antigua sede del Instituto Nacional de Ortopedia y Traumatología (INOT) de la Administración de los Servicios de Salud del Estado (ASSE), ubicada al costado del Hospital de Clínicas, con su ingreso por la calle Las Heras, permanece tapiada y vandalizada desde hace ya varios años.
En diciembre de 2015, ASSE trasladó este instituto al predio del exedificio Libertad. Desde entonces, indicaron a El País, hubo un proceso de continuo deterioro, con vidrios rotos, puertas y ventanas selladas, paredes rayadas en varias plantas y una escena interior de gran abandono.
“Si lo ves adentro, es Sarajevo”, graficó un funcionario de ASSE este viernes de tarde, antes de que un policía abriera el candado que sella, con una cadena, el portón trasero del edificio. Se trata del único acceso disponible, ya que el resto de puertas están selladas por placas de compensado de madera.
Ingresar hoy en día al edificio de ASSE, construido sobre un terreno que pertenece a la Universidad de la República (Udelar), no es común. El prestador público de salud autorizó la entrada en contadas ocasiones durante esta administración, sobre todo, a producciones audiovisuales que buscan capitalizar su particular estado.
Una vez abierto el gran portón de chapa pintado, la escena parece sacada de una película de terror por la nítida vandalización y deterioro del “edificio Bado”, como también lo nombran en ASSE, ya que fue el prestigioso profesor José Luis Bado quien lo inauguró en 1941.
Tras casi 75 años de uso del edificio como sede del servicio, y cerca de una década después de su cierre, prácticamente todo lo que se pudo robar o estropear del edificio sucedió, coincidieron funcionarios de ASSE vinculados con el control y los trabajadores del entorno.
Apenas se ingresa, se ven a un costado torres de sillones de espera, y todo está sumido en el polvo, en un entorno de paredes descascaradas, picadas y muy rayadas.
A poco de caminar se advierte además, a mano derecha, con la misma escena de abandono y suciedad, uno de los largos pasillos con muebles, camillas, mesas y otros objetos tirados de un lado y otro.
Todo el panorama, con cuartos repletos de sillas hasta el techo, dan cuenta de que no hubo ningún mantenimiento del edificio, enclavado a pasos de avenida Italia y del Clínicas, donde circulan a diario miles y miles de personas.
En el mismo pasillo del ingreso, pero de frente, se ve una marea de cartones que incluso desbordan en el espacio que ocupaba una ventana, en una de las tantas habitaciones.
El deterioro se confirma en todos los rincones. Al transitar por uno de los pasillos se ve desde una puerta tirada junto a otros objetos indescifrables que parece que se arrancaron pero no se lograron extraer, hasta una heladera antigua. Todo esto junto a salas con caños, radiadores, tablones, camillas y hasta mingitorios desperdigados.
“No entrar. Zombies”, alerta una puerta de un mueble de chapa. Funcionarios de ASSE, vecinos y trabajadores de la zona dijeron a El País que hasta hace poco tiempo habían “okupas” en alguno de los cinco pisos, y que llegaban a encender fuego en cartones, sobre todo en invierno, para calefaccionarse.
En el transito hacia los cuartos que dan al patio interno, la escena persiste. Incluso se nota que se han arrancado azulejos, y no se conserva nada de los baños, como de los aires acondicionados empotrados.
Con vías de suero tiradas en el suelo, las salas que dan hacia Las Heras no tienen ventanas, ni puertas, en muchos casos porque fueron arrancadas. Además, por todo el trayecto se siente el crujir de los vidrios desperdigados en el terroso piso con cada paso que uno da, y la situación se vuelve más tensa en las zonas más cerradas y oscuras, donde además del deterioro, se percibe un fétido olor.
Para ir al subsuelo, hay que pasar con linterna por unas angostas y desgastadas escaleras donde apenas hay una baranda herrumbrada. Lo cierto es que a la última planta no es posible llegar porque la zona permanece inundada, constató El País.
Hace unos “seis meses” que los policías que contrata ASSE para custodiar no han encontrado a personas dentro. No obstante, no pueden asegurar que no haya ingresado nadie, sobre todo durante la noche, cuando cambia todo el paisaje.
Funcionarios reconocieron que en estas condiciones el edificio es “tierra de nadie”, no solo porque haya quienes se las ingenien saltando por los costados, sino porque también se constata la falta de varios cerramientos en ventanas, rotas.
Sobre Las Heras, se ve una cerca eléctrica, pero como se cortó un tramo, varias personas han logrado subir por la fachada hasta la zona de los balcones, abiertos. Esto, tras primero saltar sobre una baranda, que se nota abollada en un extremo, de tantos intentos.
A su vez, sobre los bancos próximos a la entrada de Las Heras suelen permanecer personas que viven en la calle. Los consultados contaron que algunos duermen allí, que otros se drogan y que hay quienes intentan entrar a plena luz del día. Para intentar controlar la situación, la Policía recorre durante el día las inmediaciones.
La tarea no es sencilla, porque pese a que en la zona del ingreso hay una extensión del edificio cubierto por placas, también ahí tiene agujeros en las ventanas. Además, a los costados, hay un foso para llegar allí, y otro detrás, donde relataron que se han registrado desde quemas de metales a personas que mantenían relaciones sexuales.
La situación, coincidieron los vecinos y trabajadores, mejoró respecto a lo que era un año atrás, cuando se debió tapiar y reforzar varias zonas porque había hasta hogueras dentro del edificio.
No obstante, a poco del ingreso de este viernes, ASSE debió reforzar una puerta que da a la emergencia, que hoy es parte de la plaza de estacionamiento circundante improvisada, que se generó en torno al Clínicas, ya que alguien la rompió e ingresó.
“No tirar basura”, se señala en un foso contiguo al gran portón, donde está repleto de envases, y hasta hay un colchón y un calefón.
De la puerta original, que está tapiada hace un año tras ser vandalizada, hoy no se conserva ni el escudo oficial.
El futuro incierto del edificio público
El destino próximo de este edificio de ASSE, que tiempo atrás derivó en varias denuncias de vecinos por la vandalización e inseguridad, no parece auspiciosa. ASSE, “en principio”, no tiene planificado realizar una obra, confirmó a El País el gerente general Eduardo Henderson.
Sobre fines del último gobierno del Frente Amplio, la administración de ASSE encabezada por Marcos Carámbula buscó venderle el edificio a la Udelar.
Si bien la universidad resolvió comprar el edificio por unos US$ 750.000, esto no se concretó porque la operación estaba atada a la venta de una propiedad de Udelar al Ministerio de Vivienda, que tampoco se realizó, indicó a El País el rector Rodrigo Arim. En tanto, así tuviera hoy ese dinero, la prioridad número uno de la Udelar es la modernización del Clínicas, acotó.
Henderson se mostró a favor de que el edificio pase a manos de Udelar porque “varias veces hubo que desalojarlo por okupas” y porque supone un costo de seguridad y mantenimiento.