La lenta y sinuosa caída de los contagios del COVID-19 en Uruguay

Test para identificar si se tiene coronavirus COVID-19. Foto: AFP - Archivo
A laboratory technician wearing full PPE (personal protective equipment) cleans a test tube containing a live sample taken from people tested for the novel coronavirus, at a new Lighthouse Lab facility dedicated to testing for COVID-19, at Queen Elizabeth University Hospital in Glasgow on April 22, 2020. - The laboratory is part of a network of diagnostic testing facilities, along with other Lighthouse Lab sites in Milton Keynes and Cheshire, that will test samples from regional test centres around Britain where NHS staff and front-line workers with suspected Covid-19 infections have gone to have swabs taken for testing. (Photo by Andrew Milligan / POOL / AFP)
ANDREW MILLIGAN/AFP

MATEMÁTICA

Según los cálculos de Andrés Ferragut (Universidad ORT) y Ernesto Mordecki (UdelaR), cada caso nuevo en Uruguay infectaba, en promedio, a 0,92 personas.

Matemáticamente, Uruguay tiene chance. Aquel término que otrora fue ícono de los campeonatos de fútbol, ahora parece servir para la pandemia en curso. Porque desde que el COVID-19 asomó, hace cinco meses en el mundo y dos en Uruguay, hay dos conceptos matemáticos que se popularizaron: “aplanar la curva” y “el ritmo reproductivo”. Y en ambos casos, la estadística muestra que Uruguay viene bien.

Ayer, según los cálculos de Andrés Ferragut (Universidad ORT) y Ernesto Mordecki (UdelaR), cada caso nuevo en Uruguay infectaba, en promedio, a 0,92 personas. Eso significa que el famoso ritmo reproductivo (R0, como le llaman en epidemiología) era inferior a uno y, por tanto, la enfermedad (o al menos la pandemia) moriría en un tiempo.

Ocurre que cuando una infección está en su fase exponencial, cada nuevo caso independiente contagia a más de una persona. Y como esos contagiados terminan infectando a más de uno también, la curva se dispara y los infectados se ramifican como un árbol.

En la década de 1950, el cálculo del ritmo reproductivo fue básico para conocer la marcha de los contagios por malaria. Y más de medio siglo después, el concepto sigue teniendo validez.

Como todo cálculo que asume algunos supuestos, habría de esperar escenarios de máxima y mínima. Para la investigación de Ferragut y Mordecki, en base a la biblioteca EpiEstim, el techo sería un ritmo de contagio de 1,21 y el piso rondaría el 0,68. Siempre bajo el escenario actual y sin considerar si el día de mañana hay una persona que contagia a muchas a la vez.

Esta misma idea de decrecimiento de la enfermedad surge de un análisis del MIT, el prestigioso instituto estadounidense. Si bien el modelo parte de números más bajos que los reales, por tanto, dentro de un mes no habrían menos de 30 casos activos como pronostica para Uruguay, se nota que la curva viene en caída: cada día son más los que se recuperan que los que se infectan nuevos.

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