Símbolos en la vida de Pepe Mujica: el rechazo a la corbata, la perra de tres patas, el Fusca y la moto

El primer día que asumió como diputado, estacionó la moto y un guardia le preguntó: "¿Piensa quedarse mucho, Don?". Con su característica picardía, le retrucó: "Cinco años, si no me echan"

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Jose Mujica en su moto durante una caravana del Frente Amplio frente al Palacio Legislativo.
Jose Mujica en su moto durante una caravana del Frente Amplio frente al Palacio Legislativo
Foto: archivo/El País.

Redacción El País
Uruguay y el mundo entero despiden por estas horas aJosé Mujica, un presidente que pasó a la historia por su repertorio político, pero también por aspectos de la vida cotidiana. Fallecido a los 89 años, dejó un legado que trascendió a la política y tomó fama por principios de austeridad, como su moto Vespa, el Fusca celeste, la chacra en Rincón del Cerro y Manuela, su perra de tres patas. No fueron solo objetos o seres; sino también emblemas.

En 1995, cuando Mujica juró como diputado, llegó al Palacio Legislativo en su Vespa, una moto antigua que estacionó sin demasiados preámbulos. Un guardia de seguridad, sin reconocerlo, le preguntó: "¿Piensa quedarse mucho, Don?". Con su característica picardía, Mujica respondió: "Cinco años, si no me echan". La anécdota, que él mismo relató con una sonrisa, resume una entrada al escenario político que rompió moldes y desafió a las formalidades.

Jose Mujica y Lucia Topolansky
Mujica y Topolansky andando en moto.
Foto: Archivo El País

Con el tiempo, la Vespa dio paso al Volkswagen Fusca celeste de 1987, un auto que se convirtió en ícono mundial. Regalo de un grupo de amigos que hicieron una colecta, lo usó incluso como presidente, desde 2010. "No sé si algún día se va, pero mientras esté vivo dormirá en el galpón y dará una vueltita", decía. En 2014, un jeque árabe ofreció un US$ 1 millón por él, pero el Pepe se negó a venderlo: sería "ofender a esos amigos".

El vehículo, sin embargo, también protagonizó polémicas. Desde 2004 a 2010, Mujica no había pagado la patente y acumuló una deuda de $31.245. Eso llevó a que esposa, Lucía Topolansky, explicara que la Intendencia de Montevideo "no sabía dónde vivía" para enviar el recibo. "Hacer un mundo de esto es una estupidez", sentenció ella en ese entonces.

Acto del Frente Amplio por elecciones internas 2024
Lucía Topolansky y José Mujica.
Foto: Estefanía Leal/Archivo El País.

Ambos vivieron juntos -hasta su muerte- en la chacra de Rincón del Cerro, su verdadero hogar, incluso durante la época de presidente. El terreno está a nombre de Lucía. "No tenemos tarjetas ni cuentas bancarias. Somos anticuados", dijo en su momento. Allí, Mujica cultivaba, manejaba su tractor y se armaba, según confesó a estudiantes de la Universidad Católica en una entrevista realizada en 2020: "Vivo en una chacra, ¿cómo no voy a tener armas?". La casa, modesta y sin lujos, fue escenario de reuniones de alto nivel, pero también de la vida cotidiana de un hombre que decía que limpiaba su cuarto y lavaba los platos. Eso sí: su esposa era la que le cortaba el pelo.

Fusca: el clásico Volkswagen de Mujica volverá a recorrer el interior desde ahora hasta fin de año. Foto: Nicolás Pereyra
El fusca de José Mujica.

La chacra también evidenció su resistencia a los protocolos. En 2010, Mujica presentó su declaración jurada como presidente a última hora, el 1º de junio a las 17:00, justo antes de que venciera el plazo. La burocracia, para él, era secundaria y así se demostró también con las corbatas. "No tengo corbata porque no uso. No me calienta que la gente use, me calienta que me la quieran imponer", contó a un medio chileno recordando un episodio en Noruega, donde se negó a usar una para reunirse con el rey.

La pata la perdió un día que acompañaba al tractor que el exmandatario tiene en su chacra, contó Topolansky.

Lucía Topolansky y José Mujica con su perra Manuela.
Lucía Topolansky y José Mujica con su perra Manuela.
Foto: Francisco Flores/archivo El País

"Se peleó con unos perros de al lado y la corrieron. Manuela reculó y fue a parar debajo de la disquera. Por más que Pepe frenó, se la llevó por delante. No le llegó a cortar la mano en ese momento, quedó con el tendón colgando. Ahí salió, pero después fue y se peleó con otra perrita, que le cazó ese brazo, que era el que no tenía movimiento. Casi que se lo cortó", relató.

Manuela conocía todos los movimientos de sus dueños. Cada vez que Mujica se ausentaba por un tiempo, se notaba que lo extrañaba, según Lucía. En 2005, Mujica—entonces ministro de Ganadería— se enfermó y estuvo un mes internado. "Yo iba a las 6:00 de la mañana a cuidarlo y volvía a las 6:00 de la tarde (a la chacra). Cuando llegaba en el auto, ella estaba ahí esperando. ¿Qué esperaba? Que se bajara Pepe".

En esa entrevista, Topolansky contó que Mujica era quien le preparaba la comida a Manuela. "Es una perrita finoli, huele todo antes (...) Por la edad, ya se le empezaron a caer los dientes; por eso le compramos carne picada. Se la ponemos con cebollita salteadita", dijo.

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