Redacción El País
Este domingo 27 de octubre se celebraron las elecciones nacionales en Uruguay. De acuerdo al escrutinio primario de la Corte Electoral el candidato de la oposición, Yamandú Orsi, obtuvo un 43,94% de los votos, mientras que Álvaro Delgado, candidato del Partido Nacional, obtuvo 26,77%. Ambos se enfrentaran en el balotaje el próximo 24 de noviembre y buscarán ser electos como el próximo presidente de los uruguayos.
Por su parte Andrés Ojeda, del Partido Colorado, obtuvo un 16,03% de los votos, mientras que Gustavo Salle, que está a la cabeza del partido Identidad Soberana, logró meterse al parlamento por primera vez: consiguió un 2,69% de los votos —64.735 sufragios, según el escrutinio de la Corte Electoral—, y ganó dos bancas en la Cámara de Diputados.
Ya sea que Orsi resulte victorioso en noviembre, o lo sea Delgado, no hay dudas de que las dos bancas de Identidad Soberana van a ser claves para las futuras negociaciones en el parlamento, dado que ninguno de los dos bloques tendrá la mayoría parlamentaria.
"Delgado, ganando la elección, va a tener un senado hostil. Orsi también, pero va a tener un apoyo nada menor en el Senado. Hay un conjunto de temas en los que Identidad Soberana puede acompañar al Frente Amplio (en Diputados), como puede ser la Seguridad Social, las asignaciones mínimas o las AFAP, porque fue un gran impulsor del Sí", explicó Óscar Bottinelli, politólogo y presidente de la consultora Factum, en diálogo con el matutino Arriba Gente (Canal 10).
¿A qué responde la buena votación de Salle?
Para Bottinelli, la votación de Salle era "esperable". La consultora, en su última encuesta antes de las elecciones, marcaba un 2,9% de intención de voto a Identidad Soberana, que terminó siendo un poco menor en las urnas.
"El gran cambio del Uruguay es que compiten dos fuerzas, dos bloques, que ya gobernaron ambos. El Frente Amplio, hasta el 2004, era la esperanza, las personas pusieron sus expectativas. El Frente Amplio gobernó quince años, algunos quedaron conformes, otros no, y lo mismo sucedió con los gobiernos de la coalición, que gobernaron mucho tiempo", explicó.
"Hay un sector de votantes que no quedaron conformes con uno ni con el otro. Y de los que quedaron disconformes surge un 'yo no quiero a ninguno de los dos'". Y aparece un discurso muy bien elaborado de estar contra todos. Toma todo un término técnico, cleptocorporatocracia, para decir algo que sería un insulto o una acusación", planteó.
Además, el politólogo destacó que Identidad Soberana tiene elementos programáticos claros, como el "soberanismo". Pero más allá de eso, es "claro" que el líder de Identidad Soberana tiene un discurso cuyo elemento central es cuestionar el sistema actual, enfrentando a un sistema que viene "gobernando" u "oprimiendo" a los uruguayos.
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