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Enrique Iglesias: “Debe educarse a los jóvenes para nuevos desafíos”

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Enrique Iglesias. Foto. Francisco Flores

LA ENTREVISTA DEL DOMINGO

Enrique Iglesias, presidente de Fundación Astur y excanciller.

Fue el primer presidente del Banco Central del Uruguay (1967-1968), canciller de Julio María Sanguinetti (1985-1988) y presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (1988-2005). Hoy preside la Fundación Astur, que él mismo fundó. Está convencido de que se vive un cambio de época que influirá en todas las formas de vivir. En diálogo con El País repasó los principales desafíos que enfrentará Uruguay en los próximos años.

-Últimamente usted ha planteado que estamos en un cambio de época en el mundo, ¿en qué se refleja ese cambio?

-En todo. En la forma de producir, de consumir, de comunicarnos, de movernos en el mundo. Un verdadero cambio de época que influye en todas nuestras formas de vivir. Detrás de ese fenómeno está el gran motor de la tecnología, con dinámica impresionante, y una globalización que todo lo invade, incluso nuestra privacidad. Tenemos que prepararnos para vivir en este nuevo mundo con todo lo bueno y lo malo que trae. Lo que más me preocupa es que se están erosionando los grandes acuerdos del mundo de posguerra. Cuestionando las formas multilaterales de resolver los problemas internacionales como ha sido el del comercio internacional. Los instrumentos de diálogo y concertación de voluntades que nos dieron 70 años de prosperidad y mejoramiento social. También nos dio paz porque si bien tuvimos y tenemos peligrosos y sangrientos enfrentamientos de razas, religiones o nacionalismos, evitamos el gran conflicto nuclear que tanto nos preocupó en los años posguerra. El deterioro de las políticas multilaterales nos debe preocupar a todos.

"Se está produciendo un verdadero cambio de época que influye en nuestra forma de vivir"

Enrique Iglesias. Foto. Francisco Flores
ENRIQUE IGLESIAS

-¿Qué rol le compete a Uruguay en esa nueva época?

-Ser consciente de los cambios preparándonos para esta nueva época. Desafiante, por cierto, pero soy optimista. Y lo podemos ver si somos conscientes de sus desafíos y de sus peligros. Importa apostar al desarrollo económico, pero también al sostenimiento de valores éticos que muchas veces son sacrificados por los avances imparables del progreso material. Apostar por una sociedad materialmente mejor, pero más justa y solidaria con reglas claras de funcionamiento. Preservando valores éticos que no deben ser sacrificados por los avances arrolladores de la tecnología.

-¿Cuáles le parece que son los desafíos que Uruguay deberá enfrentar en los próximos años?

-Es ampliamente compartido el llamado a un cambio fundamental de la educación para preparar al ciudadano para acceder a nuevas oportunidades. Las tecnologías destruyen trabajos, pero crean otros. Hay que educar a los y las jóvenes para que puedan acceder a las nuevas oportunidades. Pero también prepararlos como ciudadanos frente a los nuevos desafíos. Otro desafío es el de respetar los grandes balances macro-económicos que permitan generar confianza de los actores económicos y preservar a la sociedad de los flagelos de la inflación que bien recordamos los que somos mayores. Igualmente tenemos que tomar en serio el desafío de la productividad. Producir más con lo mismo. Comenzando con la eficiencia del propio Estado y sus empresas públicas y continuando con las inversiones y las empresas privadas.

-¿Ve en las propuestas electorales señales claras para atender la problemática que se viene?

-Yo creo que sí. He seguido con mucho interés las propuestas electorales. Es curioso, pero cuando las pulimos de la retórica electoral, podríamos concluir que en un gran porcentaje hay coincidencia. Pero el tema no solo es “qué hacer” sino “cómo hacer” como le sentí decir un día al Papa Juan Pablo. Y el “cómo hacer” es el arte de la política, de convencer, persuadir y lograr consensos básicos en torno a objetivos compartidos. La política en una sociedad democrática es en última instancia el arte de lograr consensos. Creo que es fundamental que los partidos políticos logren acuerdos básicos sobre los grandes problemas pendientes y lograr que esas propuestas sean apoyadas por la población.

Enrique Iglesias. Foto. Francisco Flores
Enrique Iglesias. Foto. Francisco Flores

-Las dificultades en la economía y en la seguridad han acaparado gran parte de las propuestas electorales, por la necesidad de planteos inmediatos. ¿Cómo ve los desafíos en educación que debe enfrentar el Uruguay?

-Es así. La economía está atravesando un período de desaceleración, baja inversión y desempleo, como lo han venido señalando distinguidos economis-tas. La solución no puede venir por el aumento del endeudamiento, transfiriendo a las próximas generaciones el costo del ajuste. Las políticas de ajuste no son fáciles. Siempre tienen costos, pero inferiores a los que supuso en su momento el dejar el ajuste en manos de la inflación o del endeudamiento de viejos tiempos. La seguridad es otro gran tema que se ha instalado en el mundo, pero sobre todo en muchos países de Latinoamérica influido por las mafias de la droga o de la corrupción. Es un tema difícil, pero impostergable. Es una amenaza a toda la sociedad, especialmente a los jóvenes atrapados en la droga o la delincuencia y a los logros de nuestra democracia. Por eso que deberá ser otro de los grandes consensos nacionales para hacerle frente.

-¿Es el empleo el principal problema de Uruguay? ¿O la falta de inversión?

-Las dos cosas van de la mano. Precisamos más inversión para generar más empleo. Es una realidad inesquivable. Pero como le decía, necesitamos preparar a las jóvenes generaciones para acceder a nuevas formas de empleo que se están generando. Un área de creciente oferta de oportunidades se genera en los servicios. El turismo es un buen ejemplo. Pero también lo son los servicios de las nuevas fronteras de la tecnología, o en las industrias del entretenimiento. Tenemos que apoyar esas nuevas fronteras de trabajo.

-¿Cómo valora el tercer gobierno del Frente Amplio?

-Estamos en medio de los debates electorales y no me gusta poner notas en medio de los exámenes. Pero sí podría referirme a los 30 años que presidió la democracia en el país donde los tres grandes partidos fueron gobierno y oposición. Y compararlos con los 30 años que la precedieron con grandes inestabilidades, estancamiento y pérdida de la democracia. Hemos consolidado una democracia que hoy miran con respeto los países del mundo. Crecimos, mejoramos indicadores sociales y diversificamos las bases productivas. Pero sobre todo, aprendimos, todos, a respetar el valor de la estabilidad financiera, los peligros del endeudamiento externo desordenado y el papel de una buena calificación financiera para promover mayores inversiones internas y externas. Es cierto que hemos tenido un período de excepcional bonanza de los precios de las materias primas que facilitó las políticas y que no es previsible que se repita en el futuro inmediato. Ahora toca administrar los equilibrios económicos y preservar las ganancias sociales en un período de inestabilidad económica internacional y regional. Y no va a ser fácil.

-En tiempos de incertidumbre internacional y contracción económica local ¿es conformista compararnos con que estamos mejor que Argentina y Brasil?

-Ciertamente que no, pero tampoco olvidar los hechos. La bonanza de las materias primas benefició a todos. Igualmente, a nuestros vecinos y ellos no han podido aprovecharlas como pudimos hacerlo nosotros. No se trata de alimentar un triunfalismo ingenuo, sino valorar que podemos administrar los problemas si generamos confianza en la administración de las políticas públicas y en el motor a la inversión pública y privada, nacional e internacional.

-¿Siente que hay temor en el sistema político de hablar de “ajuste fiscal”?

-Y con toda razón. No hay ajustes fiscales fáciles ni indoloros. Pero tenemos que hacerlos para evitar males mayores, como el caer en la inflación o el mayor endeudamiento que transfiere los costos a las futuras generaciones. Hacer con el mayor respeto posible la distribución de sus costos sociales. Nuevamente, no puedo dejar de recordar dolorosos momentos de los desajustes económicos de las décadas pasadas. Nadie tiene soluciones mágicas, pero le reitero que acuerdos políticos en torno a los problemas de los ajustes presupuestarios, la seguridad social, la educación o la inserción internacional, le evitarían a la sociedad costos muchos mayores y duraderos.

-¿Cómo le parece que puede incidir en el desarrollo regional el cambio de signo de buena parte de los gobiernos de la zona?

-El fracaso de gobiernos de todos los signos, y en particular de los populismos, ha llevado al poder a una mayoría de gobiernos conservadores. Pero también aspiramos a una mayoría de gobiernos inteligentes, que a la luz de experiencias pasadas sepan reconocer que los inevitables ajustes de políticas económicas deben lograrse con balance sociales en el reparto de sus costos. Vea usted el caso de nuestros vecinos en su lucha por recuperar el crecimiento y la estabilidad económica. El progreso y la estabilidad económica de nuestros dos grandes vecinos es fundamental para nuestro propio desarrollo. Debemos apostar a que puedan superar sus actuales desequilibrios, y hay señales en ese sentido. Además, ciertas políticas anunciadas por sus nuevos gobiernos, de apertura de sus mercados a la región y al mundo, son buenas noticias para nosotros y nuestras políticas de inserción económica en ese mundo.

-¿Cómo le parece que pueda evolucionar la crisis venezolana en cuya resolución usted tiene un papel activo?

-Mire, la Alta Representante de la Unión Europea para las Relaciones Exteriores me ha pedido que colabore con ella y su Departamento en tan complicada y dramática coyuntura venezolana. Conozco bien Venezuela y tengo mucho aprecio y respeto por ese país y su gente. Por eso me he comprometido a dar una mano. Pero un ejercicio responsable de ese compromiso es la discreción. Usted me perdona y entienda que no le puedo responder la pregunta como usted y sus lectores quisieran. Ya hablaremos en su momento.

Pensando el Uruguay del futuro

Hace más de una década el contador Enrique Iglesias se preguntó cómo contribuir a la solución de algunos de los problemas del país y decidió crear la Fundación Astur, cuyo objetivo principal es aportar a pensar el país en su futuro económico y social, y el de prestar una atención preferencial al bienestar de las personas mayores.

Astur produce estudios sobre el Uruguay del futuro, organiza debates abiertos a todas las ideas y opiniones contando con visiones de personalidades con autoridad académica o experiencia política.

A partir de esas actividades la Fundación Astur, que Iglesias preside, pretende generar iniciativas para ponerlas a disposición del gobierno de turno.

Personalidades de diversos ámbitos, así como instituciones participan de la iniciativa impulsada por Iglesias.

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