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Delivery de droga por toda la capital: servicio 24 horas, seis choferes y 20 celulares

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Vehículo incautado. Foto: Ministerio del Interior.

OPERACIÓN CUERVO

El operativo tuvo la participación de las cuatro zonas operacionales de investigación de la Jefatura de la Policía de Montevideo.

No importaba ni a qué hora era ni en qué barrio. El servicio era completo. Si el cliente quería pedir de madrugada en Carrasco o de tarde en la otra punta de la ciudad, el delivery llegaba. No había zona donde el producto no fuera comercializado. Había seis autos dispuestos a tocar la puerta del cliente y llevarle lo que “necesitaba”. Pero no era un negocio de comida que abarcaba todo Montevideo, era un grupo organizado dispuesto a llevar droga a domicilio a toda la capital.

“Hay un vehículo que vende droga puerta a puerta”. Así fue la denuncia anónima que derivó en la “Operación Cuervo”. Esa información comenzó a ser investigada por la Brigada de Droga departamental de Montevideo. Pero a medida que los efectivos comenzaron a indagar la existencia de un auto que llevaba droga a domicilio se encontraron con algo mucho más grande y planificado.

Había seis autos, unas ocho personas con distintos roles y un negocio coordinado en el que se trabajaba por turnos de ocho horas para satisfacer a los clientes y llegar a todas partes las 24 horas del día.

En más de dos meses de investigación, la Policía logró determinar que había dos personas que contrataban a los choferes y que se encargaban de darles la droga para que la llevaran a los distintos hogares.

La pareja, un hombre y una mujer, que vivían en el Prado, les pagaban $ 1.000 por día a los delivery. Además, los dejaban conducir los autos que les proporcionaban para su vida privada. Los investigadores sospechan que el negocio llevaba un tiempo largo funcionando.

La tarea de la Policía no era sencilla. Fue uno de los pocos operativos en los últimos tiempos que tuvo la participación de las cuatro zonas operacionales de investigación de la Jefatura de la Policía de Montevideo. Esto se debió a que los delivery llegaban a todos los barrios. Pero para poder desarticular a la organización, la Policía primero “tenía que entender cómo funcionaba la banda”, según confió a El País una fuente de la investigación. .

A mediados de junio, ya sabiendo y entendiendo los movimientos, la Policía se preparó. Investigadores de las Zonas I, II, III y IV se reunieron para coordinar el golpe. Se trató de un “operativo inusual”, indicó una fuente a El País. En la mayoría de los casos la Policía y la fiscalía investigan, se tramitan órdenes de allanamientos y luego se procede a detener a los sospechosos. Esta vez las detenciones serían en la calle, cuando los vehículos estuvieran repartiendo por la ciudad.

La semana pasada se llevaron adelante los operativos para detener a los integrantes del grupo. Primero se capturó a los conductores y fueron llevados a una dependencia policial. El procedimiento comenzó bien temprano y sobre la tarde se realizó la segunda parte: los allanamientos. Estos fueron en Villa Española, Nuevo Ellauri, Prado y La Curva de Maroñas.

En total la Policía detuvo a ocho personas, entre ellos los dos detrás del negocio y seis choferes. El último en ser detenido y llegar a la dependencia policial fue el hombre que, junto a su pareja, lideraba el negocio. Cuando fue capturado pidió explicaciones a los efectivos. Lo mismo pasó con los choferes, que decían que la cantidad de droga que llevaban era para consumo personal. Ninguno sospechó que la Policía ya sabía de todo el negocio. Cuando el responsable llegó a la dependencia y vio los seis autos incautados cambió su actitud. “Quedó muerto”, contó un informante.

Sospechas de más integrantes.

La investigación del negocio de droga “puerta a puerta” continua. La Policía ahora va tras los pasos de otros dos integrantes de la banda, confiaron fuentes policiales en declaraciones a El País. Ocho personas ya fueron condenados a penas de hasta 3 años de penitenciaria. Los delitos van desde la asociación para delinquir a la venta de estupefacientes ilegales.

Las cuentas del día y los mensajes

Vigilancia, seguimiento y recolección de datos. Así, los investigadores fueron recabando pistas que lograron determinar que la pareja a cargo de mover la droga vivía en el Prado y le daba el producto (marihuana, cocaína, éxtasis) a los choferes en distintos puntos de Montevideo. Uno de esos lugares fue identificado en el barrio de Villa Española. Allí había una casa donde los deliverys iban a buscar la droga. Tenían una llave de acceso a un portón de la vivienda, por donde entraban y recogían el producto. Al final del de su jornada rendían cuenta de lo vendido y cambiaban el turno con otro compañero, y así sucesivamente. Una vez que se identificó a los “dueños del negocio” y a los autos, la Policía comenzó a seguir a los conductores y a observar sus movimientos por las cámaras de videovigiliancia. Así supieron que las entregas iban de una punta a otra de la capital. El cliente mandaba mensajes a uno de los celulares de la organización y hacía el pedido. Luego enviaba su ubicación. Uno de los seis choferes se encargaba de llevarle el pedido. Las palabras que usaban para identificar el producto eran modificadas para no ser descubiertos.

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