Arturo Borges
Cuando pensamos en la preparación del país para la temporada veraniega, con la llegada de numerosos turistas de los países vecinos en automóvil, no podemos olvidar la seguridad de su tránsito por nuestras rutas y caminos. Su estado, la señalización adecuada y la conservación de las más concurridas deben garantizar en todo momento los estándares de seguridad indicados internacionalmente.
Un caso que requiere urgente atención (hace mucho tiempo ya habíamos hablado del tema) es la zona de la rambla costanera, desde el Puente Carrasco, el desvío hacia la avenida Giannattasio, o por aquella hacia el este, ya que se ha convertido en una zona donde los conflictos de tránsito son moneda corriente. Desde su precaria habilitación fue un tramo con grandes deficiencias en su estructura vial, carente de señalización e iluminación, lo que lo hace un cóctel perfecto para el siniestro al acecho. Quienes conocen la zona (peatones, ciclistas o automovilistas) asumen el riesgo día y noche. Los que no, desafían constantemente la posibilidad de un siniestro cuando se dirigen al este y utilizan dicho corredor como enlace con Giannatassio a la altura de El Pinar.
Nadie ignora que el irrespeto de las señales es siempre generador de los peores desastres en el tránsito. También lo es la falta de señalización. A partir del Puente Carrasco, por ejemplo, el desvío hacia Giannattasio no está anticipado con buena información ni vertical ni horizontalmente. Por la rambla costanera las curvas subsiguientes, aunque suaves, tampoco tienen la señalización apropiada, con el agravante de carecer de una salida de emergencia tipo arcén, en buenas condiciones. Continuando hacia el este el conductor se encuentra con el comienzo de una doble vía sin anunciar, también.
Además, se construyeron una serie de glorietas que intervienen peligrosa y sorpresivamente la faja de circulación del carril interior, utilizado comúnmente por los vehículos para adelantamiento o sobrepaso a gran velocidad. Si el objetivo de su construcción fue posibilitar el giro a la izquierda, hay otras formas más seguras de canalizarlo. Si el tema pasaba por disminuir la velocidad del tramo, también. Aquí existe un grave error de la ingeniería de tránsito que no debe dilatar más su corrección. Circulando en sentido opuesto, es decir, dirigiéndose hacia Montevideo, las carencias de información se reiteran: no hay aviso del fin de la doble vía (horror) e incluso cuando se termina la rambla costanera no hay indicación alguna sobre las maniobras necesarias para el desvío y posterior continuación por la rambla hacia Carrasco, lugar de frecuentes conflictos en horas pico.
Todas estas situaciones adversas de carácter técnico deben hacer tomar nota a las autoridades urgentemente, a los efectos de corregir una omisión verificada desde hace tiempo para no tener que lamentar víctimas. ¿Qué se espera? Por otra parte, consideramos una acción totalmente irresponsable el acto de coordinar la reparación o habilitación de tramos para la circulación de vehículos sin la correspondiente señalización. ¿Negligencia, desidia o ignorancia? La hipótesis de falta de rubro para estos casos no encuentra justificación alguna, pues si ocurriese un siniestro con víctimas humanas el costo que el estado debería enfrentar por posibles juicios superaría con creces la inversión en dispositivos de prevención. Por otro lado, no estaría mal que se advierta la entrada al departamento de Canelones.
La comuna canaria debe instrumentar acciones rápidamente no sólo para recibir al automovilista con el marco de seguridad vial adecuado, sino para evitarle al estado (léase sociedad) situaciones de demandas que no está en condiciones de enfrentar.
Arturo Borges (*)
(*) Es director del Instituto de Educación y Seguridad Vial