No les gusta el silencio, les cuesta concentrarse en un solo objeto y cuentan con una buena visión periférica. ¿La causa? El exceso de tecnología. Televisión en el cuarto, computadora sobre el escritorio y videojuegos siempre disponibles. Sólo hay que mirar la habitación de un niño para darse cuenta de que el entretenimiento principal ya no son ni los peluches ni los autos de carrera.
Este cambio de comportamiento está provocando cambios en su cerebro, según se expuso ayer en el marco de la ExpoBebé realizada en Chile.
Algunos de los cambios en las conexiones neuronales provocados por el exceso de tecnología, explicó la neuropsiquiatra infantil Amanda Céspedes, están generando una nueva manera de comprender. "La velocidad del procesamiento espacial es rápido, captan luego las imágenes visuales, pero les cuesta concentrarse en un texto, porque no se mueve", dijo Céspedes. La gran cantidad de estímulos auditivos y visuales también ha tenido un impacto en su relación con el mundo. "Es probable que de aquí a un tiempo, estos adolescentes con cerebros distintos no van a tolerar la calma, la paz de estar, por ejemplo, en un camping mirando las estrellas", agregó.
De todas formas, no toda la tecnología repercute del mismo modo. Según la pediatra e investigadora en neurobiología de la Universidad de Chile, Marcela Peña, hay estudios que demuestran a través de resonancias magnéticas que entre los niños que juegan videojuegos de violencia y los que prefieren los juegos de estrategias, también hay diferencias.
"Entre los que están acostumbrados a los juegos de acción se registra un cambio de plasticidad neuronal en el sistema visual: tienen mayor agudeza visual. Ven mejor que los niños que no privilegian este tipo de juegos", indicó. "También tienen mejor atención periférica, es decir, aunque están pendientes de lo que pasa en el medio, saben lo que sucede en la periferia. Los otros niños, en cambio, ignoran la periferia". El cerebro funciona a través de redes, explicó Céspedes, por su parte. Algunas se crean de manera genética pero otras se crean desde la experiencia y la estimulación. "El ambiente al que se expone el niño va a formatear el tipo de redes que tenga al crecer". EL MERCURIO/GDA