Nueva HELVECIA | CESAR BIANCHI
Cientos de palmeras canarias ("Fénix canariensis") han desaparecido del paisaje de Nueva Helvecia y Rosario, en el departamento de Colonia, para engalanar plazas, viveros y patios de residencias particulares en Hong Kong, Japón y España.
La maniobra, a cargo de operadores uruguayos y extranjeros, no está exenta de una gran polémica que ha sacudido a los colonienses.
"Estas palmeras no fueron plantadas hace 80 años para que se corten y ser vendidas. Forman parte del patrimonio medioambiental uruguayo", protestó un vecino de Nueva Helvecia.
Los operadores ofrecen entre $ 700 y $ 1.000 por cada palmera a terceros que las tengan en propiedad privada, y luego las colocan en el mercado chino por un monto de entre U$S 20.000 y U$S 30.000.
Juan Indart, presidente de la Junta local de Nueva Helvecia, dijo a El País que un intermediario fue a su casa a ofrecerle comprar una palmera: "Le dije que no. Me preguntó si podíamos cortar las que están sobre la vía y les dije que creía que eran de jurisdicción municipal", sostuvo. Indart estimó que los empresarios han logrado enviar por barco más de un centenar de palmeras a Hong Kong.
La comuna de Colonia recibió dos denuncias por intentos de cortar palmeras en predios municipales. El ingeniero agrónomo Luis Garat, director del departamento Higiene y Servicios de la Intendencia de Colonia, confirmó una denuncia en Rosario y otra sobre la ruta 53. "Pudimos evitarlo, pero en terrenos privados no hay ninguna reglamentación que les impida venderlas si quieren, porque no se trata de flora autóctona sino exótica", dijo.
"Yo he llamado, a título personal, a la reflexión: si vale la pena vender por pocos pesos palmeras de valor paisajístico y del patrimonio ambiental de la zona", dijo Garat.
VECINOS. Un depósito de palmeras acumula más de 30 árboles ya embalados, que sólo esperan el momento de ser llevado al puerto. El encargado del lugar se excusó por no poder brindar declaraciones ya que el dueño de la empresa está precisamente en Hong Kong. El ausente se llama Ihan y es brasileño, sobrino de un matrimonio de origen chino que vino a Colonia para comercializar palmeras, luego de una primera aventura en Canelones.
A los vecinos del paraje Concordia de Nueva Helvecia no les molesta el negocio "chino". Una vecina que no quiso ser identificada trabajó como limpiadora del matrimonio chino. "Yo no vendería una palmera mía porque me da lástima. Ellos han pagado hasta $ 3.000 y las venden a U$S 30.000. Dicen que las llevan porque son buenas para purificar el aire", dice.
De todas maneras sostiene que muchos vecinos se lamentaron cuando el hombre chino se fue del barrio Concordia. "Le dio trabajo a mucha gente; eran como 26 uruguayos en cocina, limpieza y descascarando semillas".
Verónica Martínez trabajó como cocinera de los chinos. Le pagaron $ 3.000 por una palmera de 6 metros de altura. "Yo había llegado a pagar U$S 40 en otra oportunidad para que me sacaran palmeras porque me molestaban. Molestan porque son un nido de bichos, vienen comadrejas, zorrillos y caen cientos de semillas que hacen mugre", dijo. "Nos trataron muy bien y dieron trabajo a muchos. Los que se quejan es porque no tienen palmeras", opinó Martínez.
Otro vecino, el agricultor Elbio Waller, duda de la honestidad de los foráneos. "Si vienen desde allá a comprarnos no creo que sea de buenos que son. Algún negocio hay", dijo.
Por su parte, Ewald Ettlin, fundador de la ONG Grupo de Amigos del Medio Ambiente de Colonia Suiza (Genacs), está preocupado por la falta de información acerca de las propiedades ocultas de las palmeras canarias. "Lo que están haciendo es legal. Lo que me preocupa es no saber por qué pagan precios irrisorios para venderlas a altos precios en dólares en China".
"Evidentemente tiene algunas virtudes que acá no se conocen, más allá de la oxigenación del aire", dijo Ettlin.
"El Estado tiene responsabilidad, porque son miles de palmeras que se van por el puerto y las dejamos ir alegremente", agregó Ettlin, quien confesó que un rumor señala que tiene propiedades para la fabricación de medicamentos. "Creo que es como los espejitos de colores que nos vendieron los colonizadores".
Datos
Las palmeras canariensis son muy resistentes a los vientos salinos costeros, muy fácilmente adaptable y propagable.
Son originarias de Islas Canarias y crecen de forma natural en todas las islas.
Tienen una utilidad meramente ornamental y viven unos 200 años.
Las hay de género masculino y femenino. Las masculinas tienen flores blanquecinas, en manojos densos protegidas por una gran vaina de hasta 1,5 m. de largo.
Las femeninas son flores sobre tallos ramificados.
El fruto son las "támaras" de unos 2 centímetros, de forma ovoide, amarillos y anaranjados, con poca pulpa.
Miden entre 15 y 25 metros, y llegan a tener hojas de 5 a 6 metros de promedio.
"Es una injusticia lo que están haciendo"
En Rosario ocurre algo similar que en Nueva Helvecia. La empresa uruguaya Catenal S.A. se ha encargado de firmar contratos con aquellos que poseen palmeras traídas de las Islas Canarias y no tienen inconvenientes en venderlas. Catenal paga entre $ 500 y $ 1.000 (dependiendo del porte) por cada una, y las comercializa en España por un monto que oscila entre U$S 1.000 y U$S 2.000 según César Santiesteban, ex trabajador de la empresa.
"Se venden en la localidad española de Alicante, donde se replantan para el ornamento público", dijo Santiesteban. Según él se han enviado apenas 43 palmeras. Los rumores de las calles de Rosario dicen que son muchas más, y que el destino español es una cortina de humo, porque el verdadero destino de las palmeras está en Japón.
"Empezaron en Canelones y desde hace un año y medio que están enviando palmeras desde Colonia. Yo pregunté en la prensa: ‘¿Qué curro hay detrás de estas palmeras?’ Entonces Santiesteban me llamó y me dio explicaciones", dice Ruth Bentancour, secretaria del Movimiento de Defensa de Medio Ambiente de Rosario.
"Estas palmeras tienen entre 100 y 150 años y las trajeron los españoles desde Islas Canarias. Es una injusticia lo que están haciendo", dijo Bentancour.