Dr. Eduardo Casanova
Médico internista de UCM.
El control de los movimientos voluntarios parte de la corteza cerebral de un hemicerebro para llegar a los músculos del hemicuerpo opuesto por un conjunto de fibras nerviosas conocido como sistema piramidal. Para que el movimiento sea adecuado debe coordinarse la contracción de un grupo muscular (músculos agonistas) con la relajación de los antagonistas que producen el movimiento contrario. La sincronización se lleva a cabo a través del llamado sistema extrapiramidal que mantiene el tono muscular no consciente, y hace posible las actitudes de equilibrio como el mantenerse sentado o de pie.
Cuando la corteza cerebral motora produce una descarga no voluntaria determina movimientos patológicos o convulsiones que, en general, se acompañan de pérdida de conciencia constituyendo la enfermedad epiléptica. Pero existen otros movimientos anormales, o discinesias, que se originan en estructuras tradicionalmente llamadas extrapiramidales (por ejemplo en los ganglios cerebrales), nominación que actualmente se revisa considerando un contexto anatómico más complejo. Una de las enfermedades más conocidas de este grupo es la enfermedad de Parkinson.
TEMBLOREs. El temblor parkinsoniano es característico y consiste en un movimiento rítmico, fino, presente en el reposo y en el mantenimiento de una actitud. Puede hacerse estereotipado, del pulgar sobre el índice, como contando billetes.
El llamado temblor esencial o "benigno" puede semejar un parkinsonismo, pero se diferencia de él porque afecta más a la cabeza, aparece menos en reposo, y se acrecienta con el estrés. Se considera la discinesia más frecuente, llegando a afectar hasta el 5% de los mayores de 40 años y el 10% de ancianos institucionalizados. El temblor distónico asocia contracturas musculares al temblor.
El temblor cerebeloso se caracteriza por aparecer al inicio y al final del movimiento, y también por mantener una actitud.
La coreoatetosis (famoso mal de San Vito) consiste en un movimiento no rítmico ni fino como el temblor. Sus movimientos son estereotipados y repetitivos con la "reptación" de la mano que se arrastra sobre una superficie, asociando luego contorsiones del brazo y cuello.
El hemibalismo produce movimientos más gruesos y bruscos de las extremidades sin repetir una cadencia como la coreoatetósica. En las mioclonias se alcanza un mayor desorden de los grupos musculares que se contraen en sacudidas espasmódicas.
TENSION PSICOLOGICA. Igual que los temblores, los tics mantienen un ritmo repetitivo y estereotipado, pero se caracterizan por acompañarse de una conciencia que se percibe como cierta "tensión psicológica interior o sensación premonitoria que se acrecienta al intentar reprimir el movimiento y desaparece al realizarlo".
El carácter intencional de la respuesta (que procura aliviar la tensión psicológica percibida como una intromisión consciente), a veces hace dudar del carácter involuntario del tic.
En ocasiones se percibe como una sensación de tensión en el cuello que se alivia al estirarlo. Otras veces los tics no son motores sino fónicos, manifestados por la emisión de sonidos a través de la nariz, boca o laringe que siguen a la sensación de molestias que se alivian realizando gestos de sorbido nasal, toses, carraspeos o distintos sonidos bucofaríngeos.
El 90% de las personas que padecen tics sufren sensaciones molestas en hombros, palmas de manos, centro del abdomen, cara posterior de muslos, pies y ojos.
Existe un porcentaje de estos pacientes que padecen conductas de tipo obsesivo-compulsivo (OC). Otros se asemejan al OC al experimentar el fenómeno llamado just right con sensación de alivio luego de dar curso al tic. La semejanza con la conducta OC se da también en la dificultad para su control mental, y en la exacerbación padecida luego de intentar reprimir la conducta. Este aspecto se ve también en la corea y las distonías pero, a diferencia de ellas, no desaparece durante el sueño.
TRATAMIENTO. Por lo general el tratamiento se centra en la patología obsesiva compulsiva asociada, y se encara a través de la educación del paciente y el grupo familiar procurando estimular su autoestima y desarrollo psicointelectual. El tic en sí mismo no suele requerir tratamiento farmacológico fuera del marco de los trastornos obsesivos compulsivos, y estos sólo en la medida que comprometan la esfera cognitiva-afectiva y la socio-laboral.
Cuando es preciso se administra al inicio un solo fármaco y en una dosis nocturna, mínima y eficaz. No se pretende suprimir el trastorno sino sólo controlarlo.
El haloperidol es la droga más usada, pero en el 84% de los casos se debe discontinuar su administración debido a efectos secundarios indeseables. Otras drogas con menos efecto secundario son la tiaprida y la clonidina.
Fuente: F. Micheli, J. Obeso, E. Tolosa, E. Muñoz. Tratado de Neurología Clínica, Buenos Aires 2003.
Saltar o patear
Los tics motores simples causan un movimiento de un solo grupo muscular.
Los tics motores complejos implican una secuencia coordinada de movimientos musculares que semejan un gesto normal, pero que resulta inadecuado en su oportunidad e intensidad.
Los tics motores simples asumen la forma clónica de movimientos breves y rápidos como sacudidas; distónica como de torsión, o tónica de contracción muscular sin movimiento como por ejemplo, tensar la musculatura abdominal.
Los tics motores complejos asocian conductas autoagresivas como por ejemplo, un mordisqueo excesivo de labios o uñas. A veces llevan a saltar, patear u oler objetos, y en otras ocasiones reproducen gestos que parecen intencionales como tocar a una persona, realizar gestos obscenos con las manos (copropraxia), o imitar gestos de otros (ecopraxia)
Los tics fónicos simples se caracterizan por la emisión aislada de sonidos, soplidos, gruñidos, carraspeos, sorbidos nasales, toses, gritos, etc. Los fónicos complejos incluyen verbalizaciones con significado lingüístico, como insultos u obscenidades (coprolalia), o la repetición de palabras o frases emitidas por otros (palilalia).