SEBASTIAN CABRERA
El histórico 1° de setiembre de 2004 comenzó bien temprano en Masoller. Cuando el sol aún no había salido, algunos nacionalistas brindaban con caña con pólvora justo en el terreno de la batalla, como lo hacía el ejército blanco a comienzos del siglo pasado. Así comenzaba la jornada, mientras todavía humeaban los fogones de la noche anterior.
Pasadas las 7:30 de la mañana, con el sol arriba, el movimiento ya era incesante en el lugar, ubicado a dos kilómetros del pueblo y al lado del monumento a Aparicio Saravia. Poco a poco Masoller se transformó en una hormiguero de gente: ponchos blancos y boinas se confundían con lentes de sol, peinados nuevos y modernísimas cámaras de video. Tradición y modernidad. Ancianos y jóvenes juntos.
A todo volumen sonaba "Poncho blanco", en la voz de Carlos Ma. Fosatti. Esa sería la banda de sonido durante todo el día, la misma canción emocionaría una y otra vez a los presentes.
Mientras, el ex presidente Luis A. Lacalle —que se hospedó en la estancia del ex intendente Martín Padern— daba vueltas y se esperaba de un momento a otro la llegada de los integrantes de la fórmula nacionalista, Jorge Larrañaga y Sergio Abreu, que venían desde Tacuarembó.
A los costados, se instalaban puestos de venta de todo tipo de productos: gorras, cuchillos, flores y plantas, lentes, caravanas, relojes y hasta sillas. El fuerte calor ya se sentía cerca de las nueve de la mañana y obligaba a tomar bebidas refrescantes o cerveza, mientras algunos recién se despertaban y salían de las carpas.
A esa hora y a los gritos, partía de Masoller —en la frontera de Rivera, Salto, y Brasil— una interminable caballada. Un desfile que duraría dos horas, con más de 3.000 caballos, y la gente saludando a los lados del camino. Mientras pasaban jinetes de todas las edades, un hombre gritaba emocionado: "Que soy hombre sin vicio, yo también pertenezco a los hombres del general Aparicio".
EXPECTATIVA. Al tiempo que por los parlantes se anunciaba el recorrido por el campo de batalla pagando 20 pesos, había un continuo deambular frente al monumento a Aparicio, donde una placa puesta por la lista 71 de Salto indica: "La sangre de éstas tierras alimenta nuestras venas, exaltando nuestro espíritu nacionalista".
Frente al estrado —que en realidad fue construido como mirador del campo de batalla—se concentraba gente de todas las edades. Entre ellos, los alumnos de la escuela 22 de La Palma que también rindieron su homenaje a Saravia.
Por los altavoces se escuchó una supuesta "orden de Aparicio Saravia: se llamó a poner balconeras y banderas en "todos los frentes de las casas" de todo el país para dar "la batalla electoral", lo que fue seguido por un cerrado aplauso.
Cuando pasaban las 10 de la mañana, perdidos entre la gente aparecieron Larrañaga y Abreu, montados a caballo. El candidato presidencial, con una bandera uruguaya en mano, no paraba de saludar, mientras daba entrevistas. Fue allí que alguien se acercó y le intentó dar instrucciones, pero él se puso firme: "Yo voy a ir a donde quiera ir".
Una hora más tarde el candidato presidencial arengaba a las masas desde el estrado, acompañado por dirigentes blancos de todos los sectores. A unos 50 metros, Lacalle escuchaba el discurso arriba de una camioneta.
"Los blancos unidos jamás serán vencidos", gritaban los militantes, en el único momento de la jornada con tintes a acto político electoral. "Viva Saravia, vivan los blancos y viva el Partido Nacional", respondió el candidato.
Luego del discurso, Larrañaga y Abreu volvieron a montar y se dirigieron a "pasar revista" a la numerosa caballería. Sólo unas horas más tarde, la fórmula presidencial se dirigía rumbo a Artigas, a participar de un acto. La campaña sigue, pero el homenaje a Aparicio había quedado atrás.
HEREDEROS. Entre los presentes en la multitud se encontraba María del Huerto Medero, quien tenía mucho para celebrar ayer. Su bisabuelo, Estanislao Medero, peleó "de muy jovencito" con Manuel Oribe, mientras que su abuelo y dos tíos lucharon en Masoller.
Los tres hombres —pertenecientes a la décima división— sobrevivieron a la batalla y, pocos minutos antes de ser herido, escucharon a Saravia decir: "muchachos a municionar al parque", asegura la mujer.
"Por lo tanto, mi padre, con sus 95 años quiso estar hoy acá", afirma Medero y señala a un señor mayor, de bastón e impecable traje, que sentado bajo una lona observa a la multitud.
"El quiere ver el campo de batalla, pero no ha podido por la cantidad de gente. Quiere ver las mangueras desde donde pelearon. Incluso tiene un poema escrito en 1961 sobre la batalla y ahora ha hecho una nueva edición que la vamos a distribuir en el monumento y en la misa", afirma Mederos con inocultable orgullo.
Se trata de Arístides Medero, que afirma: "el general Saravia, ya herido, dijo que el enemigo estaba derrotado y que tendríamos un segundo Fray Marcos". Explica con una voz muy débil: "efectivamente, el enemigo estaba derrotado, el ejército del gobierno estaba totalmente quebrado. Pero la derrota la causó la herida del general Saravia, porque era un ejército saravista. Y si al día siguiente unos cuantos jefes se hubieran puesto de acuerdo para atacar, se hubiera producido lo que el general decía: la derrota del gobierno".
Un bisnieto del caudillo
Walter Saravia fue uno de los más observados en los dos días de homenaje. Se trata nada más y nada menos que de un bisnieto del propio Aparicio: su padre fue el primer nieto de Saravia.
Con 76 años, Walter fue el encargado de disparar la metralleta "Hembrita", que Aparicio le sacó a los colorados. Rodeado de personas que lo saludan y miran el arma, Saravia cuenta que lo único que sabe es "que el finado Aparicio estaba en un cerco de piedra. Había gente dándole agua a los caballos y no subían a la sierra. El finado Aparicio intentó que subieran y los fue a buscar. Iba adelante, y en una quebradita lo hirieron de muerte".
Sobre el legado que dejó Aparicio, cuenta: "Las libertades públicas que gozamos son gracias a él. El luchó por eso, no le interesaba el gobierno. Si le hubiese interesado, hubiera entrado a Montevideo cuando estuvo en la puerta".
Dichos y hechos de masoller
Increíblemente, no todos los que llegaron hasta Masoller tienen claro quién fue Aparicio Saravia. Tal es el caso de Ariel Olivera, un gaucho con larga barba que vino desde Tranqueras. Mientras se bajaba del caballo para tomar un refresco en un puestito, dice: "Aparicio fue un gran hombre, pero no conozco ningún cuento de él".
Otras doce personas llegaron a Rivera en camión desde Cardona, previa pasada por Tranqueras. Desde allí hicieron a caballo el último tramo, de cincuenta quilómetros. Parado al lado del monolito construido en homenaje a Saravia y donde hay más de doce placas, uno de ellos afirma: "Sentimos la tradición, el orgullo de ser blancos, y venimos a acompañar. Aparicio fue una persona que marcó muchas cosas en el país y tenemos que aprender de lo bueno que hizo".
La oferta gastronómica es amplia en Masoller. Desde el choripán a quince pesos, pasando por las tortas fritas, la cerveza y el asado con cuero. La vedette: el mismísimo vino Saravia.
Saravia da para todo. Desde Montevideo llegó Martín Fernández el martes de mañana, con su viejo auto cargado de boinas, banderines, pañuelos y banderas saravistas. Se trata de unas de las tantas personas que aprovechó la ocasión para hacer algo de dinero. "Rebuscandomelá, atrás del peso", admite el hombre. Fernandez dejó su coche al lado de la entrada al pueblo, y colgó los productos a la vista.
Comprar una boina vale 30 pesos y una bandera 50. "Esto es impredecible, me puedo ir con 5.000 pesos, o con 1.000. El comercio es así", explica el vendedor", y aclara que todo lo que vende es de "fabricación casera" y que es "blanco de toda la vida".
En lo previo se esperaba que unas 5.000 personas llegaran a Masoller a homenajear a Aparicio Saravia. Sin embargo, entre 15.000 y 20.000 personas participaron ayer en la celebración, según cifras de la organización, superando absolutamente todas las expectativas. Se calcula que entre 3.000 y 4.000 caballos formaron parte de un desfile que duró dos horas.
La altísima participación desbordó por completo a la organización, y el lugar donde hace 100 años peleaban blancos y colorados se transformó con el correr de las horas en un mar humano.
Entre los miles de asistentes pasó casi inadvertido el embajador de Estados Unidos, Martin Silverstein, que llegó a Masoller desde Montevideo para vivir la fiesta blanca. En un momento, a caballo, un paisano le acercó un sombrero con cinta que rezaba "Por la Patria". El diplomático aceptó el sombrero pero le quitó la leyenda.
Documental "A lanza y máuser"
A un siglo de la batalla de Masoller y de la Revolución nacionalista de 1904 acaudillada por Aparicio Saravia, el próximo viernes 3 de setiembre a la hora 21 se estrenará en Tevé Ciudad (Canal 24) el documental "A lanza y máuser".
El documental, de una hora, reconstruye los principales aspectos de la Revolución que tuvo lugar en 1904 que enfrentó al ejército revolucionario acaudillado por Aparicio Saravia con las fuerzas gubernistas del presidente José Batlle y Ordóñez, así como a los antecedentes de esos hechos: los levantamientos nacionalistas de 1896 y 1897 cuya principal figura también fue el caudillo blanco, Aparicio Saravia.
"A lanza y máuser", una producción de Tevé Ciudad, incluye entrevistas a historiadores e investigadores uruguayos y extranjeros que estudiaron este fenómeno, así como a descendientes directos de algunas de las figuras que participaron en aquello hechos.
El programa también incluye abundante material fotográfico encontrado en el proceso de investigación desarrollado durante varios meses, así como material fílmico de la época.
Asimismo, el documental contiene rodajes realizados en sitios históricos como la quinta de Batlle y Ordóñez ubicada en la ciudad de Montevideo, la localidad de Nico Pérez, y los campos de Tupambaé y Masoller, donde se desarrollaron las principales batallas de la guerra acontecida en 1904.
La dirección general del proyecto, así como las entrevistas y el guión son de Alfonso Lessa, mientras la realización televisiva es de Aldo Garay.
La fotografía y cámara estuvo a cargo de Diego Varela. Luego de su estreno, el documental será reiterado el sábado 4 a las 9 y a las 15 horas por el mismo canal. Volverá a emitirse el viernes 10 —fecha en que se recuerda el centenario de la muerte de Aparicio Saravia— también a la hora 21.