PABLO PERA PIROTTO
A los 20 años inauguró su "boutique" dedicada a la venta de ropa para hombre en la que fue la primera galería comercial del Uruguay. Era el año 1959 y la inauguración de la Galería Central marcaba un cambio en los hábitos de compra de los uruguayos, que comenzaron a abandonar las grandes tiendas por esa nueva forma de consumir. Medio siglo después, Sexenian sigue al frente de su comercio y asegura que si bien los shopping centers alejaron a los clientes del Centro, hoy la gente ha vuelto a comprar en la tradicional zona capitalina.
Exactamente cincuenta años atrás cambiaba radicalmente la modalidad de compra de los uruguayos. En el mes de agosto de 1959 la ciudad de Montevideo se ponía a tono con las grandes capitales del mundo al inaugurar la primera galería comercial de nuestro país en pleno centro capitalino: en la avenida 18 de Julio, entre Julio Herrera y Río Branco.
A pesar del tiempo que ha transcurrido y el azote de varias crisis económicas, medio siglo después la Galería Central sigue vigente, con gran parte de sus locales dedicados a artículos de colección o antigüedades. Y si bien mucho ha cambiado, aún persiste desde el primer día una boutique de ropa para hombre "atendida por su propio dueño". Se trata de la tienda "Acapulco" de Mardiros Sexenian, que a sus 70 años ha transcurrido gran parte de su vida dentro de la galería.
"Recuerdo perfectamente la noche de la inauguración. Fue un acontecimiento brutal, se cortó 18 de Julio en toda la cuadra, y para llamar la atención en las esquinas habían puesto aquellos reflectores que se utilizaban en la aviación. La cinta la cortó el intendente de aquel tiempo que era Fernández Crespo", arranca a contar el comerciante, que tenía 20 años cuando comenzó a trabajar, impulsado por sus hermanos mayores que lo ayudaron a poner en marcha su "boutique" (término de moda a fines de la década del 50). El suyo fue uno de los 32 locales que conformaron la galería. "Los dueños, que eran de origen español, habían dado exclusividad para cada rubro. Había varios locales de ropa para dama, pero cada uno dedicado a rubros diferentes, también tiendas de ropa de hombre, zapatería, armería, electrodomésticos importados, peluquería. "En la entrada por 18 de Julio estaban la joyería Revello y la confitería Pallay", recuerda Sexenian.
Si bien Uruguay vivía una importante restricción de consumo de energía eléctrica debido a las famosas inundaciones del año 1959, sobre el techo de la galería había unos 500 tuboluz que le daban una iluminación que destacaba en una ciudad que estaba en penumbras. Eso fue posible porque los propietarios habían comprado un potente equipo electrógeno para evitar inconvenientes.
El éxito fue inmediato. El desfile de compradores fue tan grande y constante, que provocó que los comerciantes dejaran aquel viejo hábito de cerrar al mediodía y reabrir en la tarde, para pasar a un horario de atención continuo. "Se abría a las ocho de la mañana, y era un cliente detrás de otro hasta cerca de las ocho de la noche. Era otra época", comenta Sexenian.
PERMANENCIA. Para explicar el secreto del éxito de su permanencia, Sexenian no recurre a fórmulas de marketing ni a complejos consejos financieros. Comerciante de raza, resume su filosofía en pocas palabras, que sin dudas ha sido acompañada por mucho trabajo.
"Para que el cliente sea leal, primero yo debo ser leal con el cliente. Por eso siempre vendí solamente mercadería buena; yo no quiero reclamos. Si a eso uno le suma precios razonables, se construye la base para un negocio duradero", afirma. Prueba de ello son los fieles clientes que lo acompañan desde hace décadas, muchos de ellos incluso hijos o nietos que han seguido la tradición familiar de comprar su ropa en "Acapulco".
"Por suerte, mucha gente ha vuelto al Centro"
Hasta fines de la década del 50, las grandes tiendas como London- Paris o Introzzi eran los centros de compra preferidos por los uruguayos. Con la inauguración de la Galería Central se produjo un cambio en la forma de consumo de los montevideanos, que se volcaron en masa hacia esa nueva forma de atención y venta. "Los negocios chicos le quitaron mucha clientela a las grandes tiendas que había en Montevideo. Se produjo un cambio en la costumbre de compra de la gente, un cambio cultural, porque las ventas en las boutiques eran más rápidas, y el cambio de mercadería se hacía en forma más ágil", explica Mardiros Sexenian, que vincula claramente la desaparición de aquellas tradicionales casas con el advenimiento de las boutiques dentro de las galerías comerciales.
Algo parecido ocurrió con la aparición de Montevideo Shopping Center, y los demás centros comerciales que surgieron luego, alejando a los compradores del Centro. "Después de años difíciles, hoy por suerte eso ha cambiado, y mucha gente ha vuelto al Centro. Prueba de ello es esta galería, que hoy está prácticamente con todos sus locales ocupados", asegura el veterano comerciante.
Perfil
Nombre: Mardiros Sexenian
Nació en: Montevideo
Edad: 70 años
Profesión: Comerciante
Otros datos: Hace 50 años que tiene su local "Acapulco" en la Galería Central de Montevideo
La tarde del incendio
La tarde del 22 de diciembre de 1964 un gran incendio se originó en una pequeña óptica que existía en la Galería Central, sobre la calle San José. El fuego se extendió rápidamente por varios locales, devorando los novedosos paneles de plástico azul que decoraban la parte superior de los comercios. A pesar de la cercanía de las llamas, Sexenian cuenta que se negaba a abondanar su boutique. "Fui el último en irme de la galería, tuvieron que sacarme los bomberos. Me acuerdo que estaba tan nervioso, que en lugar de agarrar la plata, salí abrazado de la caja registradora", recuerda hoy con una sonrisa. A pesar de los daños, al día siguiente junto con sus colegas se puso manos a la obra y en 24 horas reabrieron sus puertas.