Siempre estuvo en la vanguardia. Sintió al diario con pasión y vocación auténtica y supo realzar esas cualidades generadoras de grandes realizaciones con inteligencia, sagacidad y talento para crear e innovar, en una tarea que no solo contribuyó en decisivo grado al crecimiento de El País, sino también tuvo repercusiones en todo el ámbito periodístico y en la sociedad. Carlos E. Scheck, de cuyo fallecimiento se cumplirán mañana doce años, se desempeñó en la desafiante tarea cotidiana de administrar una empresa vigorosa como El País, pero en los hechos y con la realidad que así lo avala, su labor fue mucho más allá de las cuestiones económicas, financieras y estratégicas de una empresa con características únicas como es un diario, y de la renovación tecnológica de la misma, para incursionar en la esencia del periodismo, a través de promover la incorporación de secciones de rico contenido informativo, de suplementos que marcaron rumbos y de publicaciones adicionales que complementaron el caudal informativo de cada edición.
Era consciente que recogía un formidable legado de los fundadores de El País, y con su visión siempre enfocada al futuro buscó -y logró- que el diario fuera evolucionando a medida que el mundo se transformaba y siguiera reflejando en sus páginas las asombrosas conquistas de la ciencia, la medicina y la tecnología que dan a la humanidad crecientes posibilidades de vivir en plenitud, los profundos cambios en la sociedad, las grandes corrientes de pensamiento, las vertientes enriquecedoras de las artes plásticas y la literatura, y las hazañas deportivas. En definitiva, en los hechos de cada día, su esfuerzo estuvo destinado a que el diario fuera un medio de información, de cultura y entretenimiento y tuviera creciente repercusión en toda la comunidad. Vivía con intensidad cada acontecimiento nacional y del mundo porque su sólida formación le permitía valorar diversidad de temas en su verdadera magnitud y saber lo que ello significaría en las páginas de la edición que llegaría a alto número de lectores a la mañana siguiente. Apoyó la tarea de periodistas, fotógrafos, diseñadores, impresores y de otros sectores, debido a que siempre enfatizaba que hacer un diario es un trabajo de equipo, en el que no puede fallar ninguno de los actores de un trabajo que pasa por muchas etapas antes de que cada ejemplar llegue a manos de los lectores. Y, hasta se hacía tiempo para dar un consejo o una palabra de estímulo a quien tenía una vicisitud personal.
Entre sus inquietudes tuvo lugar prioritario que El País se encontrara en todo momento en el liderazgo de los avances tecnológicos, en todas sus áreas, y especialmente en la de impresión, pensando siempre en el lector como el gran destinatario y también protagonista, de la edición cotidiana.
Su enfoque vital también le impulsó a incursionar en otros ámbitos como fue su indeclinable apoyo a las expresiones culturales, y su impulso a la televisión y medios digitales.
Pero, no hay duda, que el centro de su vida fue el diario, con la alta responsabilidad que ello implica y también con el desafío de generar nuevas ideas. En ese ámbito, señaló el camino o como decía el filósofo y escritor Ralph Waldo Emerson, los genuinos creadores e innovadores están adelantados a su tiempo.
Carlos E. Scheck, quien como otras figuras brillantes de El País dieron jerarquía al periodismo uruguayo, hizo realidad esa definición.