La neumonía no es una afección banal

| En 25% de casos requieren internación en el CTI. La mortalidad llega al 64% en pacientes de más de 60 años.

EDUARDO CASANOVA

Médico de UCM

Esquemáticamente las enfermedades respiratorias pueden dividirse entre las que afectan las vías aéreas y las que comprometen el parénquima pulmonar. Las primeras, al alterar la permeabilidad canalicular dificultan el transporte gaseoso, en tanto que las neumonías dificultan el normal intercambio gaseoso (de oxígeno y anhídrido carbónico) entre la sangre de los capilares pulmonares y los alvéolos. Tanto una como la otra son más frecuentes en invierno por patología infecciosa, y aunque ambas pueden ser graves, la neumonía, también conocida como neumopatía aguda o congestión pulmonar, es la que fundamentalmente compromete la vida.

Contrariamente a lo que habitualmente se cree, la neumonía no es una afección banal: algunas estadísticas mencionan que llegan a requerir internación en el CTI en el 25% de los casos, falleciendo en dicha área el 52%.

Suele distinguirse entre las neumonías adquiridas en el ámbito del hospital de las extrahospitalarias, o de la comunidad; pero ambas son igualmente frecuentes, graves y costosas en su tratamiento. El gasto estimado para la asistencia de un millón de neumonías extra-hospitalarias anuales, en EE.UU. se estima en 5 millones de dólares; en tanto que en España en el año la misma patología determina 53.000 ingresos al hospital en el año, generando un gasto de 115 millones de euros.

Se han jerarquizado tres factores de riesgo, que inducen a extremar el cuidado de los pacientes que padecen neumonías: a) la edad, pues la mortalidad llega hasta el 64% en los pacientes con más de 60 años; b) la enfermedad obstructiva crónica (EPOC), pues en quienes padecen esta patología la mortalidad alcanza al 48% y c) el tabaquismo, pues el 61% de las neumonías que afectan a fumadores son mortales.

El diagnóstico: la neumonía clásica, de naturaleza infecciosa, es producida por el neumococo, germen causante de una afección aguda que aparece en pacientes hasta entonces saludables, que debutan con un síndrome toxiinfeccioso con fiebre alta, chuchos, astenia, adinamia y anorexia, al que asocian un síndrome respiratorio con tos, flema, a veces dolor torácico, y diverso grado de insuficiencia respiratoria, expresada por fatiga (disnea) y cianosis (color violáceo de uñas y mucosas). La cianosis traduce la existencia de un bajo grado de oxigenación de la hemoglobina sanguínea. La clínica y la radiología suelen comprobar un foco de condensación a nivel pulmonar.

Los inmunodeprimidos pueden padecer poca fiebre y contar con más de un foco pulmonar, o una inflamación pulmonar difusa, de modo similar a la producida por neumonías virales, inicialmente no bacterianas.

Es prioritario el diagnóstico etiológico, identificando el germen causal en secreciones respiratorias expectoradas (o recogidas por aspiración) y en sangre. Además del neumococo hay otros agentes causantes de neumonía extrahospitalaria, como el micoplasma y distintos tipos de estreptococos y estafilococos. Otras bacterias determinan neumonías intrahospitalarias y las que afectan a pacientes con inmunodepresión.

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Consulta médica y antibióticos.

Es frecuente que los pacientes se autoprescriban antibióticos en los cuadros infecciosos respiratorios, pero esta conducta debe corregirse, dado que el pronóstico de la enfermedad depende de la correcta identificación del germen, y de la elección adecuada del antibiótico.

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