Hubo un tiempo en el que en el kilómetro cero de Uruguay (la Plaza de Cagancha de Montevideo), punto de inicio de las rutas nacionales, todo eran ruidos de motores y caños de escape despidiendo humo, un trajín sin descanso de pasajeros y traqueteos de carritos que trasladaban valijas por las veredas.
En 1991 se concretó el cierre definitivo de la ONDA, una empresa vinculada íntimamente a los uruguayos y de la que ayer, 20 de octubre, se cumplieron 80 años de su fundación. Este 2015 también se están cumpliendo 60 años del accidente más trágico de la compañía: el del ómnibus N° 216, que cayó al río Santa Lucía durante una crecida con un saldo de 26 muertos.
Con la desaparición de la empresa, muchos de sus ómnibus fueron vendidos y, gracias a ello, lograron sobrevivir desperdigados por el país o en el extranjero: algunos como vehículos para el transporte de pasajeros, otros como casas rodantes. El alto consumo de sus motores, la falta de repuestos y el deterioro los fue matando uno a uno, dejando cada vez menos recuerdos tangibles de aquella empresa que tuvo su base en el corazón de la capital, donde las "dársenas" se transformaron en espacios peatonales. Hoy, a pocos metros y sobre la calle San José, sobrevive la panadería "ONDA" con su galgo sobre la fachada.
Con motivo de los 80 años de la fundación de la empresa, el Museo de la Memoria reinauguró ayer la muestra "Memorias de un Galgo", que tuviera un singular éxito durante el año pasado, presentándose después en varios puntos del país.
"La muestra está en cartel desde el 21 de junio de 2014. Estuvo hasta el 9 de agosto en el Museo de la Memoria y fueron 1.000 personas a visitarla. De ahí es que se decidió hacerla itinerante y llevarla al interior, porque la ONDA llegaba a todos los pueblos y tenía una importancia fundamental para mucha gente", explicó a El País la curadora de la exposición, investigadora María Vico.
En la muestra, que solamente estará hasta el próximo sábado en el Museo de la Memoria, pueden verse uniformes del personal de talleres y de a bordo, herramientas, documentos, fotografías y algunos chapones originales de ómnibus que fueron refaccionados o tuvieron accidentes.
El galgo.
El famosísimo galgo de la ONDA no fue un distintivo exclusivo de la compañía uruguaya. Mucho antes, la empresa norteamericana de autobuses Greyhound Lines unía varios estados en la tierra del Tío Sam con el mismo logotipo; por eso hoy es posible ver a los buses con el espigado can en algunas películas de Hollywood. Se dice que el autor del logo de Greyhound fue Raymond Loewy (un ingeniero francés de Diseño Gráfico), quien también fue el creador de la botella Contour de Coca Cola y del diseño de la cajilla de cigarrillos Lucky Strike.
Sin embargo, en su trabajo "Memorias de la ONDA", Enrique J. Fernández sostiene que confrontar a la empresa uruguaya con la Greyhound ("Galgo" en inglés) "es como comparar a un gato con un león y pensar que el logo es una copia es otro disparate".
Según parece, en aquellos años, en el Parque Central (sede del Club Nacional de Fútbol) se hacían carreras de galgos españoles. Quienes fundaron la ONDA eran hinchas de Nacional, por lo que habrían adoptado el color de la institución para decorar los ómnibus, apoderándose del perro como mascota.
A rodar.
Todo comenzó en 1935 como una alianza entre cooperativas de Durazno y Colonia. Las historias que rodean a la ONDA (Organización Nacional de Autobuses) son infinitas como los kilómetros que recorrieron sus unidades. Tras muchos años de prosperidad y de llegar a los lugares más distantes, la devaluación de 1982 (el quiebre de la "tablita" del dólar) la hirió de gravedad: la ONDA mantenía importantes deudas con la divisa estadounidense por la importación de unidades. La empresa, que durante décadas usufructuó condiciones de trabajo cuasi monopólicas, también debió enfrentarse a una mayor apertura del mercado y a una competencia creciente. En 1991 cerró definitivamente.
Salida desde el kilómetro cero.
El quiebre de la "tablita" en 1982 dejó mal parada a la ONDA que estaba endeudada en dólares por las compras de nuevas unidades a Estados Unidos. Finalmente, la competencia terminó por hacer desaparecer una empresa íntimamente vinculada a los uruguayos, que tenía su punto de partida en el kilómetro cero del Uruguay: la Plaza de Cagancha. La desaparición de la compañía mejoró los problemas de tráfico que había en esa zona céntrica y el espacio que ocupaba se transformó en un paseo peatonal.
A 80 años del nacimiento de la ONDA y 60 del accidente en el que murieron 26 ANDRÉS LÓPEZ REILLY