La Gallinita Ciega

Veo, veo. ¿Qué veo? Veo cosas que no me gustan. Y veo cosas que no entiendo. Lo malo es que las veo aunque cierre los ojos. Aunque no quiera mirar. Aunque me resista a ver.

Veo un gobierno que no gobierna. Veo un presidente que no toma las grandes decisiones. Y al que sus propios legisladores desautorizan cada día con más ganas. Veo ministros que trabajan poco. O nada. Veo que quienes querían que el Estado lo hiciera todo ahora hacen poco cuando ellos son todo el Estado. Veo una izquierda que peleó mucho para llegar a un poder que ahora no ejerce. Veo un partido con mayorías parlamentarias que se han desperdiciado. Veo, en síntesis, a un gobierno que tiró la toalla a falta de más de un año para que tenga que entregar el mando. Y dirigentes que juntan firmas para alimentar el sueño de permanencia del presidente. Y a candidatos más preocupados de su suerte electoral que de la forma en que el país superará la contingencia económica que, se sabe, le deparará 2009.

Veo desidia. Veo una seca histórica en la que nadie reparó. Y que ahora vamos a pagar todos. Veo que nuestros gobernantes diseñaron un sistema para recaudar más. Para exprimirnos mejor. Y veo que en estos cuatro años se han gastado todo ese dinero contratando a miles y miles de funcionarios públicos, a los que todos pagamos. Y veo que destinan millones y millones a pagar "ingresos ciudadanos" sin demandar contrapartida alguna, olvidando que el Artigas con el que se llenan la boca repartía tierras pero a cambio de trabajo. Y veo que más millones y millones van para financiar el capricho del proyecto sucroalcoholero de Bella Unión. Y veo que más y más dinero se sigue volando con Pluna, en un negocio que si el hoy ministro Rossi fuera oposición ya le habría costado la cabeza a más de un funcionario. Veo, en suma, una gran impunidad. Una impunidad que lastima los ojos.

Veo que el dinero que no se ahorró nos hará falta. Veo que justo ahora, cuando se avecina la tormenta, el responsable del despilfarro abandona su cargo y se lanza a su aventura electoral personal. Veo con sorpresa que se propone como la alternativa responsable de la izquierda. Y que a su frente se para un hombre que habla de renovación y pasó los setenta. Y que hoy empuña la promesa fácil y el discurso ambiguo y populista como antes empuñó las armas. Todo vale cuando se trata de alcanzar el poder. Y siempre hay un desprevenido, o cientos de miles, que lo siguen a uno. Y pensando en eso veo a Chávez. Y a Castro. Y veo que no siempre el futuro es venturoso.

Abro de nuevo los ojos. Veo una inseguridad lacerante, como nunca hemos tenido. Veo gente de bien con miedo. Veo miedo al salir para el trabajo o al regresar del estudio. Veo miedo a entrar el auto a la casa, porque lo copan. Y a dejar el auto en la puerta, porque lo roban. Y a sacar plata del cajero, porque lo asaltan. Y dejar la casa sola, porque la desvalijan. Veo una sociedad angustiada y una Policía inerte, a la que buena parte del sistema político -y no sólo este gobierno- ha dejado abandonada a su suerte y ha puesto de rodillas. Y veo a una ministra ausente, que hace rato que no sabe dónde está parada y que, sin embargo, nos sigue hablando con la suficiencia de quien tiene todas las respuestas. Y veo que le queda poco en el cargo. Y es un alivio.

Pero también veo que las encuestas afirman que cuatro de cada diez uruguayos votarían hoy al Frente Amplio si tuvieran la oportunidad. ¿Será porque la izquierda juega mejor de lo que parece al "Veo, veo"? ¿O será que es tiempo de que la oposición deje de jugar a "La Gallinita Ciega?"

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