La fatiga y sus riesgos en conducción

La fatiga es una estado psicológico que produce una disminución de energías debido al cansancio y se manifiesta por una serie de síntomas. Está asociada a un trabajo prolongado y monótono que tiene efectos nocivos sobre la calidad y precisión en la realización de una tarea. Por lo tanto, existe un grave peligro potencial para la persona que deba continuar ejectuando la misma actividad.

La fatiga provoca cambios fisiológicos transitorios manifestados en contínuos movimientos y cambios corporales como parpadeos, sensación de pesadez, tensión muscular y falta de fluidez o flexibilidad en los movimientos. Asimismo, se reduce la eficiencia en la ejecución de tareas, dificultad en mantener la concentración, lentitud en el pensamiento y en velocidad de respuestas. Suele aparecer un fuerte decaimiento que puede terminar en somnoliencia o, incluso, sueño profundo.

En la conducción de vehículos, la fatiga produce entonces deteriores físicos y psicológicos que pueden derivar en accidentes facilitada por otros elementos. A saber: la monotonía de una carretera, la carencia de estímulos exteriores, elevada densidad de tránsito o atoramientos, cambios de iluminación, mal diseño de asientos —o una mala postura al sentarse—, exceso de calefacción, vibraciones, largos períodos de conducción, necesidad imperiosa del chofer de cumplir un horario.

En conclusión, un conductor fatigado es un riesgo para sí mismo y para los demás. La mejor forma de recuperarse es realizar descansos, detenerse por un tiempo, e incluso dormir.

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