La confusión mental, las dudas y sus efectos

El miedo a equivocarse le ha causado al ser humano muchos más problemas que las propias equivocaciones.

Las personas felices no se caracterizan por hacer todo siempre bien y por el contrario están mucho más orientadas a la acción que a la perfección.

La confusión mental crónica generalmente prospera al amparo de la inacción, hacer algo aun equivocándose puede aportar elementos que aclaren dudas y conduzcan a una acción final exitosa.

Incluso encontrar "mentalmente" la solución a un problema, cuando no lleva acciones concretas rápidas puede llevar a nuevas dudas, temores o inacción.

Las personas "mentalmente viejas" tienden a equivocarse menos que el resto de los mortales. Ellos conocen muy bien los peligros potenciales, e intuitivamente ven al instante aquellas cosas que van a salir mal o no pueden funcionar de ninguna manera.

El problema es que pagan un precio muy caro por intentar lograr lo ideal y/o al menos no equivocarse nunca.

El primero de estos costos es el gran desgaste mental y emocional que generan los intensos debates internos entre el bien y el mal, lo lindo y lo feo, lo mejor y lo peor, lo blanco o lo negro.

El segundo efecto negativo es que al hacer menos también se obtiene menos de la vida en todos los sentidos, laboralmente, socialmente, afectivamente, etcétera

El tercer precio importante que se paga por la "planificación mental" excesiva es la pérdida del placer de la aventura, el hacer sin saber muy bien que va a suceder pero siempre esperando lo mejor.

El cuarto y último aunque no menos importante de los sub-productos desafortunados de jerarquizar el pensar sobre el actuar es que los hábitos mentales con el "ejercicio" se fortalecen tanto como un músculo bien entrenado.

La mala costumbre de "resolver" las cosas analizándolas mentalmente hasta el cansancio, si bien aumenta nuestra capacidad de razonamiento, genera la tendencia a unir un pensamiento con otro pensamiento y no con la acción.

En estas circunstancias y de esta manera la respuesta a una interrogante suele conducir a nuevas preguntas y así sucesivamente, sin nunca llegar a la acción concreta o por lo menos lográndolo pocas veces en la vida.

Cualquier actividad que nos permita "salir" de la mente durante al menos un rato, para poder luego ver las cosas desde otra perspectiva puede ser de ayuda.

La acción más obvia sería enfrentar el miedo al fracaso, ocuparse del problema en vez de preocuparse por el.

Pero de momento cuando esto no es posible una sugerencia es comenzar a aclarar nuestra mente a través de la actividad física, como por ejemplo una caminata, dar una vuelta en bicicleta, ordenar la casa o incluso escuchar la música que nos guste o intentar relajarnos y descansar.

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