Sauce | E. Barreneche
Al llegar el atardecer, Nelma Rodríguez de Falcone (50), propietaria de la Bodega Falcone, coloca un revólver encima de la mesa y ya no suelta más el teléfono hasta las cuatro de la mañana cuando se acuesta a dormir.
"Después del robo, vivo en una gran inseguridad. Cuando voy a la bodega, abro una puerta y salgo con el arma en la mano porque no sé con qué me voy a encontrar", expresó.
El bodeguero Alberto Medero (67) colocó alarmas en sus galpones y contrató a un sereno, luego que la gavilla le hurtó hace 15 días un camión Mercedes Benz cargado con 500 damajuanas de vino.
"Tengo armas en mi casa. Menos mal que no salí, porque ellos me iban a tirar primero. Desde una ventana del laboratorio, me estaban cuidando", dijo.
Edgar Santero (41), propietario de la bodega homónima, intercambia llamadas telefónicas con sus vecinos si observa alguna persona merodeando o en actitud sospechosa. Además, confía en que las alarmas que instaló tras sufrir el robo de unos 3.000 litros de vino en agosto de 2002, neutralizaría a la "banda del vino".
En el último mes, esta gavilla cometió cinco delitos contra bodegas de Paso del Medio, Sauce y Canelón Chico (Canelones) y en Rincón del Cerro (Montevideo). Los delincuentes operan en una vasta zona vitivinícola repleta de carreteras en buen estado y de una red de caminos vecinales que se entrecruzan entre sí, los cuales dificulta su rastreo.
El miércoles 25, el comando de la Jefatura de Policía de Canelones, autoridades del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) y bodegueros analizaron este problema, que mantiene en vilo a los empresarios bodegueros.
Una semana más tarde, el jefe de Policía canario, Luis Pereyra Roldán, creó una nueva modalidad policial, denominada "Sección Motorizada Grupo Especial de Operaciones (GEO)".
A partir de esa fecha, los integrantes de este grupo patrullan los caminos vecinales en motos todo terreno de 200 cilindradas.
"Su misión esencial será la prevención y represión de delitos como el abigeato y otros cometidos en perjuicio de establecimientos y comercios que se encuentran alejados de la zonas urbanas", sostuvo un comunicado de la Jefatura de Policía de Canelones.
EXPERTOS. Según un relevamiento realizado por los empresarios vitivinícolas, "la banda del vino" robó a unas 20 empresas elaboradoras de vino en dos años.
"En los últimos meses han aumentado en forma notoria los hurtos a las bodegas", dijo el empresario Nevel Morán (54), propietario de la Bodega Vanessa.
Como medidas preventivas, Morán nunca deja sin custodia la finca, ya que "la preocupación es notoria. Y cuando la uva madura, ponemos gente para que cuide la plantación".
Los bodegueros que han sido robados coinciden en que la banda está integrada por unas 10 personas.
Antes de dar el "golpe", los delincuentes estudian los movimientos de la bodega y, en algunos casos, determinan con precisión a qué hora y dónde el propietario duerme.
En la Bodega Medero, por ejemplo, uno de los delincuentes estuvo de guardia desde una pequeña ventana del laboratorio. Desde allí controló la casa de Medero. Al otro día, los propietarios de la bodega encontraron un tubo de ensayo roto en el suelo.
Lo mismo ocurrió en la Bodega Santero. Un vecino observó que había una persona oficiando de centinela para detectar si alguien de la casa se levantaba.
En la Bodega Falcone cargaron unas 400 damajuanas desde la entrada de la bodega hasta el galpón donde estaba el camión Chevrolet D-40. Mientras la propietaria de la bodega alumbraba el frente de los galpones buscando algún indicio de los ladrones ante los ladridos despavoridos de su perro, estos trabajaban por los fondos de la misma.
En ningún momento Nelma Rodríguez de Falcone pensó en soltar su perro ni en llamar a la Policía.
"Estaba la noche tan clara que se podía ver en forma muy nítida que no había nadie. Además, el perro me iba a cuidar a mi si alguien intentaba entrar en la casa", explicó.
Medero resumió el sentir de los bodegueros ante esta gavilla: "ya no sabemos dónde estamos parados. Se duerme intranquilo. Uno no sabe cuándo van a repetir el robo".
Los ladrones también utilizan el ingenio. Para evitar ser sorprendidos, ya que las bodegas tienen muchos recovecos y habitaciones secundarias, colocaron detrás de la puerta un cajón de botellas de vino encima de una garrafa de gas. Si la puerta se abre, caían las botellas.
En otras bodegas, abrieron los portones y dejaron las tuercas en su lugar. Su trabajo es minucioso, organizado y eficaz. Los ladrones sacaron los camiones empujando para no hacer ruidos. En ningún caso alguien escuchó ladrar a los perros.
Para no dejar huellas, usan guantes de lana y una media como máscara.
En algunos casos, cubren su retirada inutilizando los vehículos de los bodegueros para evitar una posible persecución.
Tanto en la Bodega Santero como en Falcone pincharon dos ruedas de las camionetas de los dueños de la finca.
En Santero, cargaron el camión de damajuanas de vino y lo sacaron del galpón empujándolo o remolcándolo con otro vehículo para que el potente motor del rodado no hiciera ruido.
"Teníamos un perro de centinela y no escuchamos nada", dijo Edgar Santero.
En la Bodega Medero, robaron dos veces en cuestión de un mes. En la primera oportunidad, el camión Mercedes Benz se apagó a 400 metros del galpón. Tenía un corte automático de electricidad.
Medero no dijo a ningún vecino que el vehículo también tenía un corte de gas oil.
Quince días más tarde del primer robo, los ladrones retorna-ron y se llevaron sin problemas al camión.
Es obvio que, en esa oportunidad, uno de los maleantes conocía algo de mecánica.
El bodeguero Santero, por su parte, dijo que el robo es un "golpe duro" para la empresa afectada, ya que no sólo se pierde el vino sino también el envase.
Una organización muy bien montada
El empresario Nevel Morán, de la Bodega Vanessa, estimó que los ladrones ya saben dónde vender el vino antes de realizar el robo.
"Este producto desaparece en muy poco tiempo. Es una bebida de buena venta", dijo.
Durante la reunión mantenida en la sede del Instituto Nacional de Vitivinicultura (Inavi) a fines del mes pasado, jerarcas policiales plantearon a los bodegueros que avisen cualquier hecho sospechoso que surja mientras distribuyan su producto.
Un comercio que tenga vino pese a que el proveedor no entregó dicha mercadería o con productos con un precio muy bajo, serían los indicadores, expresaron los policías.
Nelma Rodríguez, de la Bodega Falcone, dijo que un comerciante de la Avenida General Flores de Montevideo le comentó que le ofrecieron un vino de calidad a mitad de precio. "El vino robado es colocado en barrios montevideanos", advirtió.
En forma similar a otros colegas, Rodríguez destacó la labor policial de las comisarías de Sauce y Toledo. Sin embargo, la emprendió contra los magistrados penales.
"El problema son los jueces que los largan. Se fijan en los derechos humanos de los ladrones y no en los nuestros", advirtió.
Datos
Más de 15 mil litros de vino fueron robados en el último mes en bodegas de Sauce, Paso del Medio y San Jacinto (Canelones) y Rincón del Cerro (Montevideo).
Tanto los bodegueros como la Policía estiman que se trata de una banda organizada de unos 10 integrantes, ya que cargan los camiones con unas 300 damajuanas en menos de una hora.
El monto de las pérdidas de las bodegas oscilan entre 2.000 dólares y 3.500 dólares, según la calidad y la cantidad de envases sustraídas. Por tratarse de carga, ese producto no tiene seguros.
Las autoridades policiales presumen que el vino es comercia- lizado a mitad de precio en los barrios periféricos de Monte- video.
Según los bodegueros, se trata de un producto de rápida colocación, sobre todo en las zonas de menores ingresos.
De adentro de los galpones, los ladrones se llevan los camiones cargados de damajuanas. Luego estos aparecieron —con excepción de uno— en buen estado en el Cerro Norte, 40 Semanas, La Teja y en las inmediaciones del Cementerio del Norte.