Marina Brasil, de 53 años, firmó en 2017 documentación que no solo la hizo perder una herencia que rondaba los US$ 20 millones, sino que terminó endeudada por US$ 3 millones más. “Yo creí que me abrazaban pero me estaban apuñalando”, dijo en conversación con El País.

Teniendo 25 años conoció a Francisco Rodrigues Outeiro -de 68- y se mantuvieron juntos, casándose en 2016, hasta que en 2017 el hombre falleció. Se estima que la herencia que dejó a su muerte está valuada en US$ 20 millones. El patrimonio era una estancia de 4.431 hectáreas ubicada en Artigas -con 2.000 bovinos y 3.500 ovejas-, otra estancia en la ciudad brasileña de Quaraí de 1.974 hectáreas -también con grandes cantidades de ganado-, otras propiedades y vehículos. Además, contaba con acciones en importantes empresas de Brasil.

Una “médium”, a la que tenían gran confianza, conocía las creencias religiosas de Marina y se aprovechó de eso para orquestar la maniobra. Le decía que podía comunicarse con su finado esposo y le daba órdenes de qué pasos seguir.

Según contó la víctima, la supuesta “médium” utilizó su estado de debilidad física y mental para engañarla. “Creí que estaba firmando papeles normales de inventario”, dijo asegurando que nunca recibió una copia de lo firmado.

Marina reaccionó gracias al llamado de un abogado brasileño advirtiéndole que la “médium” era “una farsante”, pero los papeles ya estaban firmados. De esta maniobra también participaron abogados y escribanos que están siendo investigados, entre ellos una importante funcionaria de la Intendencia de Artigas.

De esta forma, la mujer que hasta hace algunos años vivía en una estancia rodeada de miles de cabezas de ganado, actualmente se encuentra viviendo en una humilde casa en la ciudad de Livramento, Brasil, a la espera y con esperanza de recuperar algo de lo perdido. “Es un estado de pobreza grande”, dijo su abogado Fernando Araújo.

“La espera fue larga, desgastante y humillante”, dijo la mujer a El País, refiriéndose a que en redes sociales fue blanco de insultos y comentarios donde la trataban de mentirosa, pero dice “estar contenta con el trabajo de la justicia” y confía en que “va por buen camino”.

El caso volvió a tomar fuerza debido a que el pasado 7 de noviembre se realizó una audiencia en la ciudad de Artigas que tuvo como resultado la formalización de la “médium”. La jueza Carolina Olivera decretó la imputación sin prisión de la mujer como presunta autora de los delitos de abigeato, apropiación indebida y falsificación ideológica por un particular.

Se establecieron medidas cautelares de fijación de domicilio, retención de los documentos de viaje y prohibición de salir del país sin autorización. Además, no podrá acercarse a un radio de 500 metros de la víctima, su defensa y otras personas involucradas.

Por último, se la embargó temporalmente -por 60 días a la espera de una nueva acción legal- por US$ 3 millones. Si bien fue solicitado un embargo a su hijo, también investigado por su posible vinculación en un lavado de activos, la justicia desestimó formalizarlo.

Araújo destacó a El País el trabajo del fiscal Federico Rodríguez, ya que considera que actuó con “personalidad y fundamentación jurídica”.

El caso fue investigado tiempo atrás por el fiscal Hermes Antúnez, que decidió archivarlo. “No consideró hechos probados, confesados, indicios y graves contradicciones”, había respondido el abogado Araújo en su momento.

El caso fue retomado y en 2022 el fiscal de Corte, Juan Gómez, envió a Artigas una unidad especial para investigar.

Una de las líneas de investigación es con respecto al hijo de la “médium” sobre el vale por US$ 3 millones que hicieron firmar a Marina y la forma en la que este lo obtuvo. Al hombre, productor cannábico, se lo acusó de "sustentar un supuesto proyecto cannábico con una inversión de origen ilícito y fraudulento".

Si bien la formalización de la “médium” se llevó hace poco más de una semana, esperan que el caso avance y más personas sean citadas a declarar. Aunque se hayan imputado tres delitos, pueden aparecer más, como estafa, asociación para delinquir o lavado de activos.