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"Me fugué porque pensé que me iba a morir en prisión", los detalles del escape del Comcar

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Hugo Pereira fue detenido en un operativo después de ser identificado entrando y saliendo de un bar del centro de Montevideo. Foto: Captura

EL CASO HUGO PEREIRA

Un informe elaborado por la Policía para la fiscal Ana Vallverdú relata paso a paso la fuga del preso Hugo Pereira del Comcar en la noche del 14 de agosto.

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Tiene 60 años y desde hace 43 es adicto a la cocaína. Hugo Pereira, preso en el Comcar por una causa vinculada con drogas, no siente orgullo de su adicción. Una sobredosis casi lo mata. Por las noches, en la celda 80 del Módulo 5 del Comcar, Pereira sufre chuchos de frío, sin importar el calor reinante, y taquicardias.

Lo revisan cuatro médicos de ASSE en el Comcar. Todos le dicen lo mismo: “Tenés que consultar con un cardiólogo”.

Pereira piensa que eso es imposible y no por mala fe de las autoridades del Instituto Nacional de Rehabilitación (INR), ya que, por la pandemia, los traslados de reclusos a centros hospitalarios son casi nulos.

En las últimas semanas ve cómo cuatro reclusos fallecen por distintas causas en el penal. “No quería terminar igual. Por eso me fui del Comcar”, declara ante la fiscal Ana Vallverdú, la fiscal adscripta, Elisa Guper, y el jefe de Investigaciones de la Zona I, Héctor Crokker.

La audiencia transcurre en el penal de Punta de Rieles luego de la recaptura de Pereira el 26 de agosto de este año. En la reunión también está su abogado defensor, Aníbal Martínez Chaer.

“Se dijo que yo era integrante de una banda internacional de narcos. Jamás pertenecí a una banda. Lo mío es abrir cajas fuertes y boquetes a bancos. Fui procesado porque el lugar que alquilaba (en Colonia) había 29 personas y encontraron 50 gramos de cocaína. Y yo no tenía nada que ver con la reunión que se estaba haciendo. No tuve más remedio que aceptar el acuerdo que me ofrecía la Fiscalía”.

El miedo.

El 16 de junio de 2020, Pereira comienza a cumplir la condena en el Comcar. Por su buena conducta, en noviembre de 2020 empieza a trabajar en el “casino de oficiales”. En un primer momento, su horario es de 8 de la mañana a las 14:00 horas. Meses más tarde, el horario de trabajo se cambia. Pasa a ser 14:00 a 22:00 horas.

-¿Cómo decidió el tema de la fuga?, pregunta la fiscal Vallverdú.

-Hace muchísimos años que soy consumidor de cocaína. Evidentemente que tengo la sustancia en mi cuerpo. Llega un momento que pasa factura la abstinencia. Comencé a sentirme mal y fui al servicio médico. Me hicieron un electrocardiograma y me recomendaron un cardiólogo. En la cárcel tenía la atención médica, pero no los medicamentos. Era plena pandemia. No responsabilizo al Servicio Médico, ASSE ni al INR. (...) Pero había algo que no me podía quitar nadie y es el miedo a que me muera acá dentro. Tengo 60 años-, declara Pereira según consta en el expediente judicial de su fuga.

Pereira cuenta a la fiscal y a sus ayudantes eventos que lo conmocionaron como, por ejemplo, la muerte de su hermana tres meses antes mientras él estaba en prisión y el rechazo de una fiscal a un traslado a una cárcel de Colonia.

El preso presiente que no va ser trasladado a corto plazo a un cardiólogo. “Veía que no avanzaba, que no me iban a sacar de la prisión para llevarme a un cardiólogo. Vivía en un estado permanente de miedo. Y un día dije: “Me voy a ir”.

Los perros.

Corren los primeros días de agosto de 2021. Pereira sale a las 14:00 horas del “casino de oficiales”. Se dirige en dirección hacia el módulo 5. Mientras descansa debajo de una palmera ubicada en su trayecto, Pereira ve cómo dos perros grandes, uno lanudo y otro amarillo, juegan entre las alambradas. En un momento observa que los perros están en un lugar y luego en otro. Pasan debajo de la alambrada por un cuneta donde, en los días de lluvia, corre mucha agua.

Pereira relata a la fiscal Vallverdú que esas noches no pasó bien. Que un médico le dijo que tenía un problema rítmico en el corazón. Que era posible que necesitase un cateterismo. Que el problema había sido provocado por la sobredosis de cocaína.

“Me voy a ir por donde pasan los perros. Eran perros grandes. Sabía que están rotos los tejidos. Se dijo que me fui vestido de policía. Pero no es así. Aproveché que había mucha niebla. Pasé debajo del tejido. Quedé enganchado y se rompió la campera. Y la dejé ahí”.

El taxi.

Mientras cruza los perímetros policial y militar, Pereira ve, semioculta por la bruma, la carpa de los militares. Escucha voces. La carpa está a unos nueve metros. La visibilidad no supera los cinco metros, según un informe policial.

Pereira no mira atrás. La adrenalina corre a mil por hora en su cuerpo. Pero también siente mucho miedo.

Tras cruzar las cercas perimetrales, Pereira se cambia de ropa. Demora un minuto en hacerlo. Camina en dirección a la Ruta 1. Cuando ve las luces de un auto se agacha. Cada tanto descansa. Los nervios lo fatigan. Pero se tranquiliza un poco al ver que no suena la alarma. Entra en la localidad de Santiago Vázquez. Se coloca un tapaboca de Nacional aunque no es hincha de ese club. Continúa caminando por la avenida Luis Batlle Berres. De reojo mira a la Seccional 20. Hay un patrullero. Pero está todo tranquilo.

En una esquina ve dos taxis. Abre la puerta lateral de la camioneta Citroen Berlingo y entra. Pide al taxista que lo lleve a 18 de Julio y Gaboto. En el camino taxista y pasajero hablan del clima. Así lo declara a la fiscal Vallverdú.

Hugo Pereira fue detenido en un operativo después de ser identificado entrando y saliendo de un bar del centro de Montevideo. Foto: Captura
Hugo Pereira fue detenido en un operativo después de ser identificado entrando y saliendo de un bar del centro de Montevideo. Foto: Captura

A las 23:00 de ese 14 de agosto, el taxi se detiene frente al restaurante Las Palmas. Pereira paga con efectivo. Lleva encima $ 15.000, agrega. “Todas las noches cambié de hotel. La Policía va cada día. Un conocido, cuyo nombre no voy a revelar, me alcanzó mi DNI. Me alojaba todos los días con documento argentino. Me quedaba hasta las 10:00. Después salía a caminar. Iba a la Plaza Seregni”.

La captura.

Pereira planea cruzar hacia Argentina donde tiene familiares. Entrega un dinero a un contacto para su traslado a Argentina y es traicionado. Luego se contacta con su abogado Martínez Chaer para que lo lleve a un cardiólogo de confianza y arreglar su entrega con la jueza Ana Ruibal. Esa idea no avanza porque la Policía ya está sobre sus pasos.

El 25 de agosto pasado, una llamada al Centro de Comando Unificado (CCU) del Ministerio Interior informa que Pereira camina por 18 de Julio por la misma acera de la Universidad de la República en dirección al Obelisco. La Policía lo pierde. Pero enfoca la búsqueda en el Centro de Montevideo.

Los policías descubren, por filmaciones, que Pereira se va de juerga a una whiskería de Montevideo donde queda debiendo $ 3.000 y luego pide $ 1.000 a un conocido para pagar el hotel.

El 26 de agosto, el preso fue detenido en el restaurante Las Palmas. La Policía descarta la teoría que Pereira deja $ 2.000 porque paga con la tarjeta Mi Dinero. “Me fui (del Comcar) porque tenía miedo de morirme en prisión. Tengo seis hijas y una de ellas tiene 11 años y va al liceo. Hace un año y dos meses que no la veo. (Se emociona). ¿Iba a matar a alguien para irme? Me fui por el camino más prolijo. No dañé a nadie”, dijo.

Informe: “Se descarta la hipótesis de que se fugó por el portón”
Vista de uno de los módulos del exComcar. Foto: Leonardo Mainé

Un informe enviado a la fiscal Ana Vallverdú por el jefe de Investigaciones de la Zona 1, subcomisario Héctor Crokker, maneja dos hipótesis sobre la fuga del recluso Hugo Pereira del Comcar. Una de ellas, señalada por la pareja del preso, sostiene que este se escapó por la puerta del centro de reclusión disfrazado de policía. La segunda hipótesis es la afirmada por el propio Pereira: cruzó el vallado roto gracias a una cuneta a las 21:00 horas del 14 de agosto de este año. En la investigación sobre ambas hipótesis, los investigadores identificaron a 105 policías que entraron y salieron de turnos y a dos reclusos que recuperaron la libertad, entre las 18:30 y las 21:00 horas de ese día.

En base a las declaraciones de los funcionarios policiales, el análisis de las cámaras de video, los registros de marcas en el reloj biométrico, los controles vehiculares, las declaraciones de las personas privadas de libertad y de acuerdo a la experiencia obtenida en el centro carcelario y en las visitas para notificar a los funcionarios, Crokker concluye que “resulta poco probable” que Pereira se haya fugado por la puerta principal del Comcar.

El documento detalla cuatro argumentos que sostienen esa conclusión: 1) “La única forma que el portón sea abierto por parte de los funcionarios policiales sucede cuando estos miran la cara antes de abrir el portón. Conocen a cada uno de los funcionarios del centro, siempre se encuentran de a dos y conocen a los presos que trabajan en comisiones”.

2) “A su vez cada funcionario (que salió por el portón) se reconoce en la imagen exhibida y reconocen a los demás, resultando inviable (que Pereira) se haya mezclado con policías a la hora de salir y nadie lo haya reconocido”.

3) “Fueron identificadas cada una de las personas que salen en el horario comprendido. Se descarta la hipótesis que se fugó por el portón principal”.

4) “Labradas actas a los choferes de los móviles surge que las inspecciones hechas antes de ingresar y antes de salir del Comcar finalizaron sin novedad”.

El documento advierte que no se pudo determinar que Pereira se fugó por el vallado porque las cámaras de la zona no funcionan. No obstante, agrega, “surge de las manifestaciones” de presos y de funcionarios que Pereira fue visto próximo al vallado del módulo 6 por última vez el día de la fuga.

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