LEONEL GARCIA
Un aluvión celeste y blanco invade hoy las costas montevideanas y de todo el país. Son los colores de Iemanjá, la diosa del mar, según el culto afroumbandista que celebra su mayor fiesta.
Con otros paisajes, con otras características, las mismas escenas que hoy se vivirán en playas como Miramar o Ramírez se repetirán en ciudades como La Habana, Bahía o Río de Janeiro.
Para los fieles del culto afroumbandista, el 2 de febrero es algo más que su principal fecha religiosa en Uruguay. "El día de Iemanjá es la libertad, el sentir que podés, que no te reprimen, que no te censuran, que no te señalan con el dedo y dicen cosas como ‘ahí va el macumbero’", enfatiza el babalorixá Armando Ayala (58), una de las figuras más representativas de esta religión en el país, a la cual pertenece desde hace cuarenta años.
Su cargo, babalorixá, significa en lengua Yoruba "el padre que conoce los secretos de los orixás". Estos últimos representan cada elemento de la naturaleza, e Iemanjá es, según esta religión, la madre de todos ellos.
Si bien el culto a Iemanjá es tan viejo como la religión misma, y en Uruguay se practica desde la década del cuarenta, según Ayala la eclosión fue en 1985, luego de la última dictadura militar.
FIELES. Según la tradición, todos los dos de febrero los fieles deben acercarse a las costas dos veces en el día: en la madrugada y en la noche.
Desde la hora cero a las cuatro de la madrugada, se realizan las primeras ofrendas, bailes, celebraciones y pequeñas ceremonias en la arena.
Luego, a partir de la hora 20.30 se repiten las procesiones.
El culto fue traído a Uruguay desde Africa por los esclavos, quienes no tuvieron más remedio que ocultar sus devociones tras las imágenes de los santos católicos.
En 1988, en el primer congreso de jefes y caciques de la religión que hubo en Uruguay, en el Platense Patín Club, se decidió terminar con el sincretismo y mostrar a los orixás tal como son.
"En países con inmigración negra forzada se tiende a facilitar el retorno de fuentes culturales que en algún momento histórico habían quedado en penumbras por influencia de políticas o religiones oficiales" dijo a El País el sociólogo Antonio Pérez García, especialista en psicología social. El sincretismo, entonces, surge sobre el eje del intento de evangelizar. Este fenómeno ocurrió con el catolicismo en América del Sur y el protestantismo en América del Norte.
Es por ese motivo, de acuerdo con el experto, que se observa en todo el mundo una reactivación de movimientos religiosos populares "en los márgenes de las iglesias constituidas". Pese a que en Uruguay es un fenómeno ya instalado desde hace décadas, "no deja de llamar la atención una expresión tan masiva en un país tradicionalmente laico", comentó.
PLAYAS. Este año, la Intendencia Municipal de Montevideo (IMM) cedió a los fieles del culto afroumbandista la playa Miramar ya que, al no estar habilitada para baños, puede ser utilizada sin perturbar a los turistas.
Sin embargo, Ayala advierte que la playa Ramírez sigue siendo el punto elegido por excelencia. Hay libertad de acción para todos los templos para que vayan a donde quieran, "aunque hemos pedido que todos los que puedan vayan a Miramar", señaló Ayala.
Al respecto de la elección de la playa, el director interino de Limpieza de la IMM, César Díaz, dijo a El País que Miramar fue seleccionada a través de un pedido de la colectividad afroumbandista para realizar sus ofrendas.
"Lo que hicimos fue combinar el respeto al culto de los creyentes, con el respeto a la limpieza que merecen los ciudadanos. Como esa playa no está habilitada para baños, era la mejor elección", explicó Díaz.
El jerarca comunal aseguró que las ofrendas que se hacen en la arena generan un trabajo extra de limpieza para los funcionarios de la IMM. "Tratamos de hacer lo imposible para mantener limpias las playas. Pero me temo, tomando en cuenta que no sólo utilizarán Miramar, que vamos a tener que sugerir a los bañistas que no vayan a algunas playas mañana 3 de febrero".
DISCRIMINACION. Más allá que miles de personas, fieles y no tanto, se acerquen a las costas cada dos de febrero, para Ayala la discriminación aún se siente, aunque de manera más solapada que en tiempos anteriores.
"Con los umbandistas en Uruguay pasa lo mismo que con los negros. Supuestamente no hay discriminación, pero en algunos lugares no te dejan entrar. Esa segregación, se ve sobre todo en las clases medias y bajas, a la que, paradójicamente, también pertenece la mayoría de los integrantes del culto", indicó.
Ayala rechaza el término macumba.
"Ese es el nombre de un tambor, así como quien lo toca y quienes bailan alrededor al compás de la música son macumberos. No tiene nada que ver con brujería", indica.
Sobre los sacrificios de animales, que forman parte también del culto, el religioso indica que no está permitido a los iniciados.
"Ocurre que muchas veces, en vez de hacerlo en un monte o en la costa, para llamar a los orixás, se hace en plena calle", comentó.
OFRENDAS. Barcos de todos los tamaños —construidos con maderas, espuma-plast o cartón— cargados con flores, perfumes jabones, comidas, muñecas, y otros artículos de mayor valor, "zarpan" desde las playas de la costa a encontrarse con Iemanjá.
Según la tradición, el celeste sólo o combinado con blanco debe primar en las velas o los jabones. Sandía, coco, peras, arroz, maíz y mazamorra están entre los manjares preferidos de Iemanjá.
Por supuesto, también hay artículos de mayor valor.
"Una barca de Iemanjá que no tenga una pulsera o un anillo de plata, pareciera que no es para ella. No hay que olvidar que es una mujer, también tiene su vanidad", indicó Ayala. La plata es, justamente, el metal que identifica a la madre de los orixás. Y también el motivo por el que muchas personas están atentas a la trayectoria de estas pequeñas embarcaciones con fines que poco tienen que ver con lo religioso.
En Salto, y otras ciudades con orillas de río, el ritual se repite, pero se le pide a la diosa Oxún que le alcance las ofrendas a Iemanjá, su hermana.
Dinero, amor, amistad, trabajo. A Iemanjá se le puede pedir de todo, porque "es madre y entiende a todos sus hijos", dice Ayala.
Sin embargo, hay algo que está vetado para sus hijas. "Hay que tener cuidado con pedir que vuelva un marido o un novio que las abandonó, porque la diosa no permite a ninguna de sus hijas sufrir por amor y los va a alejar aún más. Pero a cambio, les va a acercar a otra persona", concluyó.
Santerías duplican las ventas de las velas
El 2 de febrero es para las santerías lo que el 6 de enero para las jugueterías.
Los comercios de este ramo coinciden que es la época del año donde trabajan más y mejor, llegando en algunos casos a duplicar las ventas habituales.
Desde mediados de enero, los estantes de las santerías se llenan de mercadería de color celeste y blanca y los seguidores del culto comienzan a desfilar por los locales en busca de las ofrendas que entregarán el 2 de febrero a la diosa del mar.
Peines, jabones, hojas, capelinas, anclas de parafina o cera en valores que rondan los quince pesos se hayan por doquier.
De la misma manera se venden en grandes cantidades estatuillas de Iemanjá de distintos tamaños o remeras estampadas con la imagen de la diosa.
Las embarcaciones de diferentes materiales se pueden comprar desde 28 pesos hasta 2.800 dependiendo de la estructura. La diferencia es que algunas llevarán ofrendas pero otras irán con pasajeros.
LLAMA SAGRADA. "Desde mitad de enero se empieza a sentir el mayor movimiento. No sabría decir cuánto más se vende, pero es mucho, mucho más", señala el empleado de la santería ubicada en Fernández Crespo y Uruguay, "Llama sagrada".
En este local también hay una gran variedad de embarcaciones. Desde las más pequeñas de espuma-plast, cuyos precios varían de acuerdo al tamaño entre 27 y 128 pesos, a una que llega a un metro y medio de longitud y está fabricada con madera. Esta última cuesta $ 2.800.
IEMANJA. De todas formas, la imagen de Iemanjá es la que domina todo el mercado.
La versión de Umbanda, la que se popularizó en Uruguay, la muestra como una mujer escultural de rasgos indígenas.
Esta difiere de la original, adorada en el culto africano, que representa la maternidad y fertilidad, con grandes pechos, anchas caderas y vientre prominente.
Por supuesto, mientras la "criolla" es mestiza, la africana es negra.
"Para dar una idea, si un día común vendemos cien pesos, ahora estamos haciendo 150", señala Mónica, encargada de la santería "Velería Colonial", ubicada en Cerro Largo y Fernández Crespo.
Para los comerciantes, los artículos de mayor salida son los gruesos velones —blancos y celestes— que tienen un valor $ 23 en adelante.
En la recorrida realizada por El País no se pudo apreciar grandes diferencias de precios entre los diferentes locales.
"Para hacerlo bien fácil, todo lo que sea alegorías de Iemanjá se vende tupido", señala Juan Carlos Sosa, dueño de "Artevel", en Ferrer Serra y Acevedo Díaz, en frente de la terminal de Tres Cruces.
Sosa, que está en el negocio de las santerías desde 1967, dice que desde el 20 de enero, las ventas suben un 100%; "es la zafra, el pico de venta anual".
Si bien todos reconocen un gran aumento en sus ventas, ninguno quiere decir cuánto dinero ingresa a las cajas.
En una encuesta realizada por el sociólogo Néstor da Costa, en el año 2001 y utilizada para su tesis doctoral "Religión y sociedad en el Uruguay de comienzos del siglo XXI: Un estudio de la religiosidad en Montevideo", se indica que un 2% de los uruguayos se definen como seguidores de cultos afrobrasileños.
Existen aproximadamente 2.000 templos afroumbandistas en Uruguay. Unas tres cuartas partes están instalados en Montevideo.
El culto africano se divide en tres ramas: Batuque o Candomblé, destinado a los orixás africanos; Umbanda, nacido en Niteroi (Río de Janeiro), dedicado a los espíritus de los negros africanos y los indios que vivían en el Nuevo Mundo; y Kimbanda, en homenaje a Exú, un orixá encargado de transmitir la noticia de la liberación a los esclavos.
Si bien playa Miramar está autorizada durante todo el día para el culto, la tradición señala que las mayores concentraciones se realizan en la Ramírez. En las cercanías de la sede del Mercosur se erige el monumento a Iemanjá, inaugurado en 1994.
En materia de seguridad para hoy, Prefectura Nacional Naval no tiene previsto ningún dispositivo especial que lo diferencie del habitual. Desde la escollera Sarandí al arroyo Carrasco, dispondrá de 35 efectivos, dos vehículos terrestres, dos botes neumáticos y una lancha de 44 pies. "Se controla las embarcaciones que salen a la mar, pero según los procedimientos habituales, no hay un seguimiento", dijo el capitán Juan Hudson, del departamento de Relaciones Públicas de Prefectura.
La Jefatura de Policía de Montevideo dispondrá de 80 efectivos a pie, 24 detectives y otros 14 funcionarios distribuidos en siete patrulleros. Así lo dijo a El País el director de Seguridad Néstor Artigas. Hurtos en los vehículos, robos por descuidos, arrebatos y pungas son los delitos más frecuentes en este evento. En la pasada edición de Iemanjá, dos jóvenes realizaron un "secuestro express", e intentaron asesinar, a un odontólogo que iba a realizar una ofrenda a la diosa en la zona de Pocitos. Finalmente fueron atrapados y el profesional resultó ileso.