En el siglo veinte se comenzaron a usar varios tratamientos cuyo objetivo era producir convulsiones para mejorar enfermedades mentales incurables. Nos estamos refiriendo al coma insulínico, convulsiones provocadas por medicamentos y al electroshock. Pero si bien están reportados buenos resultados, los mismos eran difíciles de controlar, riesgosos y eran percibidos con temor por los pacientes.
El conocimiento de que las convulsiones podrían ser beneficiosas para mejorar las enfermedades mentales no es nuevo. Hay descripciones de Hipócrates de mejoría de enfermos mentales luego de presentar convulsiones. A lo largo de la historia muchos médicos habían notado este hecho y también que muy pocos epilépticos eran esquizofrénicos.
COMA INSULINICO. En 1927 un joven médico polaco llamado Manfred J. Sakel provocó un coma superficial en una mujer adicta a la morfina al inyectarle insulina en un hospital de Berlín. Logró una mejoría clínica importante. Un exceso de insulina causa coma y convulsiones por déficit de glucosa en el cerebro. Este médico encontró que este tratamiento era útil también para la esquizofrenia.
Este tratamiento era evidentemente muy riesgoso; si bien existía un antídoto que era darle glucosa o azúcar.
CARDIAZOL. En 1932 Ladislaus von Meduna en Budapest provoca convulsiones con un fármaco llamado Cardiazol. Previamente había probado con otras sustancias, primero en animales y luego en personas. Meduna reportó buenas tasas de mejoría, pero las convulsiones que provocaba eran tan violentas que los pacientes sufrían lesiones corporales serias e incluso se describieron fracturas de columna. Además no había antídoto para detener las convulciones causadas por el Cardiazol.
Debido a la aparición de otros métodos para el tratamiento de las enfermedades psiquiátricas, como los medicamentos neurolépticos y la electroconvulsoterapia, el cardiazol fue discontinuado a finales de los cuarenta y no se usó más.
ELECTROCONVULSOTERAPIA. En 1937 un neurólogo italiano llamado Ugo Ceretti estaba convencido de que las convulsiones causadas por el Cardiazol eran útiles para el tratamiento de la esquizofrenia, pero muy peligrosas e incontrolables para ser aplicadas dado que no existía un antídoto para detener las convulsiones. Además eran muy temidas por los pacientes.
Como era un especialista en epilepsia, sabía a través de experimentos con animales que si se pasaba una corriente eléctrica en la cabeza sobrevenían convulsiones. Junto a Lucio Bini y L. Kalinowski desarrollaron un método y un aparato para dar choques eléctricos breves a las personas.
En sus inicios había casos de luxaciones y fracturas durante el procedimiento, por los temblores de las convulsiones. Años más tarde se comenzó a anestesiar y curarizar a los enfermos, con lo que se evitaron estos efectos adversos.
En los años setenta hubo un fuerte movimiento contra esta técnica en Europa y Estados Unidos, en parte consecuencia de un uso excesivo de la misma e incluso de algunos casos de mal uso. Posteriormente, en los años noventa resurgió en prácticamente todo el mundo. En Uruguay siempre se mantuvo su uso.