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¿Habrá futuro?

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Vamos bien. Con ese slogan y la cátedra de su lado Tabaré Vázquez comenzó en 2014 la campaña que lo llevaría por segunda vez a la Presidencia de la República y le aseguraría al Frente Amplio un tercer período en el gobierno.

Quizá ya pocos lo recuerden, pero aquel slogan debió ser cambiado en plena campaña, cuando las encuestas mostraban un estancamiento en la intención de voto por Vázquez y algunos frenteamplistas decían que el ex mandatario sería "más de lo mismo". El "Vamos bien" sonaba demasiado conformista. Daba la impresión de que no había nada por hacer, ni nada más importante por conquistar. Y así llegó el "Que no se detenga", que acompañó a la fórmula Vázquez-Sendic hasta la victoria.

¿Y hoy? Bueno, todo indica que vamos bien. Y que la economía se ha detenido. El gobierno muestra una preocupante falta de iniciativa. Luce como ese boxeador que se apoya en las cuerdas para asimilar castigo, tratando de que no le manden a la lona, mientras aguarda que lo salve la campana. Y así round tras round.

No parece haber reacción. El gobierno parece anestesiado. Del estancamiento saldremos si UPM finalmente hace su nueva planta, si Argentina y Brasil salen adelante, o si el mundo aumenta los precios de las materias primas que vendemos. ¿Pero acaso estamos haciendo algo para que el país salga de su actual letargo? No se ve.

Argentina reúne a los principales CEOs del mundo en Buenos Aires para tentarlos a invertir en ese país, donde está todo por hacer. ¿Y nosotros? Bien, gracias. Esperamos que ellos se recuperen, para ver si algo derrama para este lado. Y si les va mal, siempre podremos decir que somos diferentes a ellos. Que somos los prolijos del barrio.

¿Estamos haciendo algo en serio, que no sea solo hablar, para mejorar la educación? ¿Para ser más competitivo? ¿Para producir más? ¿Para impulsar a los uruguayos hacia la excelencia? ¿Para recuperar el gusto por el trabajo bien hecho?

¿Cuánto tiempo más vamos a seguir haciendo la plancha? ¿Qué pensamos, de verdad, que sucederá si seguimos limitándonos a mirar los problemas? ¿Que alguien vendrá a resolverlos por nosotros? ¿Que se resolverán solos? ¿Qué los resolverá el Estado o el mercado?

¿Qué le diremos a nuestros hijos y nietos cuando nos pregunten por qué no hicimos algo mientras estábamos a tiempo? ¿Podremos mirarlos a los ojos? ¿O tendremos que bajar la mirada?

¿Qué será del Uruguay si todos seguimos haciéndonos los distraídos y persistimos en no asumir nuestras responsabilidades?

¿Qué dirán los libros de Historia de aquellos dirigentes que no fueron capaces de estar a la altura de sus responsabilidades?

¿Qué estamos dispuestos a hacer para que nuestro país tenga un futuro? ¿Qué esfuerzos y sacrificios aceptaremos para que el destino de nuestras futuras generaciones no esté afuera?

Sería bueno que la clase política y la dirigencia sindical y empresarial se hicieran estas preguntas. Y que empezaran a responderlas. Porque el tiempo se agota.

[email protected]

LA COLUMNA DE PEPEPREGUNTÓN

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