JAVIER LYONNET
Tengo una plata para darte", le dijo Edgardo Barrios a Eduardo Strauch.
El arquitecto uruguayo, uno de los sobrevivientes de la tragedia de los Andes, no entendió lo que le decía por teléfono el encargado de la hostería mendocina El Sosneado, que organiza cabalgatas al "avión de los uruguayos".
Barrios, a la distancia, empezó a explicarle lo que pasaba. Un andinista mexicano había encontrado, entre dos piedras, el saco azul que Strauch llevaba cuando el avión en el que viajaba a Chile se estrelló en las montañas. En los bolsillos había una billetera con U$S 13 y 1.000 pesos chilenos, además de los documentos de Eduardo José Strauch Urioste: libreta de conducir, pasaporte y cédula de identidad, papeles personales, carnet de salud y el talón para "retirar el equipaje en destino".
"Me quedé erizado", dijo el ex rugbista a El País. El explorador mexicano entregó más cosas a Barrios: el armazón de los antiguos lentes de sol de Strauch, una malla de reloj pulsera, un rollo de fotos y parte de una cámara fotográfica.
"Me acordaba de la billetera, el resto no tenía ni idea; aunque recuerdo que me saqué los lentes en el aeropuerto de Mendoza para una foto y quedaron en el saco. Y fijate que con esa plata, poca plata, yo pensaba ir a esquiar a Portillo y todo. En Chile estaba Allende, y en esa época era todo baratísimo", dijo.
"Otra cosa que había en la billetera era un vale para ir a buscar un sweater que había dejado para cambiar en la tienda Wembley, en la galería La Madrileña", anotó.
PEQUEñO MILAGRO. "Para mí son más que objetos, tienen un significado muy importante, es como si fuera un ser querido", valoró Strauch, que entiende el hallazgo como un pequeño milagro.
Otro de los sobrevivientes, Alvaro Mangino, está en estos momentos en la cordillera junto a un grupo de estudiantes de un liceo de San Diego (Estados Unidos). Mangino será el portador de esos objetos cotidianos convertidos en reliquias que la semana que viene llegarán a Montevideo. "Esa montaña todavía nos sigue dando sorpresas y nos sigue devolviendo cosas", dijo Alvaro Mangino a la agencia de noticias argentina Télam. Más acá del valor simbólico que han adquirido esos objetos, Strauch recordó que luego del accidente "me dio fastidio perder el saco porque era nuevo y me dio rabia perder el pasaporte porque acababa de volver de Europa y tenía todos los sellos de ese viaje".
El arquitecto recordó que habían aparecido pedazos del avión, pero nunca algo como esto. El lugar del hallazgo fue a unos 4.500 metros de altura y a unos mil metros de distancia de donde los uruguayos permanecieron 72 días hasta ser rescatados.
"Me imagino que el saco estaría tapado por el hielo y la nieve, y que con esto del cambio climático se haya derretido esa parte; pero también supongo que este chico mexicano habrá andado por lugares donde nunca había pasado nadie porque dice que vio trozos de motor y pedazos del avión", comentó Strauch.
Presumiblemente, indicó Strauch, se trata del lugar donde el Fairchild de la Fuerza Aérea golpeó contra la montaña el 13 de octubre de 1972, y se partió el fuselaje. "Yo me imaginaba que se había perdido en esa zona, porque el saco estaba puesto en el estante sobre los asientos y supe que había volado en ese momento, cuando el avión se partió en dos", relató.
SOUVENIRS. La estremecedora noticia del hallazgo fue el empujón decisivo para que decidiera hacer su tercera visita a la cordillera: "seguramente el 18 de marzo vuelvo con mis cuatro hijos".
A Strauch le impresionó y le emocionó "la actitud de este chico mexicano" que bien podría haber considerado lo que encontró como souvenirs personales. Quienes visitan el "avión de los uruguayos" llegan atraídos por la intensa historia y "los valores humanos", evalúa el arquitecto.
El mismo se trajo un recuerdo físico de sus días en los Andes: el cartel de "Exit" (salida) del avión: "Todas las noches vi ese cartel, que para mí representaba la búsqueda de la salida".