BERNADETTE LAITANO
El Fondo Nacional de Recursos pondrá fibrinolíticos a disposición de todos los prestadores de salud, públicos y privados. Estos medicamentos son fundamentales para atender, en el momento, a pacientes que están sufriendo un ataque cardíaco.
En Uruguay, alrededor del 30% de las defunciones se producen a causa de enfermedades cardiovasculares, según datos del Ministerio de Salud Pública del año 2008. Una de estas enfermedades es la cardiopatía isquémica, que se produce cuando las arterias se tapan y el corazón no recibe la cantidad necesaria de sangre. El síntoma principal es un dolor fuerte en el pecho. La consulta inmediata al médico es vital y, en algunos casos, el suministro de fibrinolíticos es esencial para destapar los vasos sanguíneos y mejorar el flujo de sangre.
Estos medicamentos se utilizan hace unos 25 años en el país. Sin embargo, no todas las instituciones disponen de ellos, además de que no todos los médicos están capacitados para suministrarlos. Por eso, el Fondo Nacional de Recursos (FNR) implementará un plan en el que pondrá fibrinolíticos a disposición de todos los prestadores de salud del país, al tiempo que instruirá a los profesionales en su utilización.
"El FNR está tratando esta enfermedad desde hace muchos años. Se hacen cateterismos, diagnósticos, angioplastias, cirugías cardíacas. Lo que ocurre es que en esta enfermedad el factor clave es el tiempo", explica Álvaro Haretche, director técnico del mismo. "La mayor parte de los servicios están centralizados en Montevideo. Entonces, hay un esfuerzo por hacer que estas prestaciones estén lo más cerca posible de la gente", agrega.
El tratamiento con fibrinolíticos será complementario a las estrategias ya existentes: "Esto se aplica en varias partes del mundo. En América Latina, Uruguay es quizá uno de los países que tiene experiencia única en la implementación de este tipo de programas. Hay algo parecido en Chile, pero no es tan abarcativo de toda la población", observa Enrique Soto, presidente del FNR. El plan fue desarrollado en conjunto con la Sociedad Uruguaya de Cardiología, a través de su Proyecto para el manejo del Infarto Agudo de Miocardio (PIAM).
"Se complementan dos estrategias. El fibrinolítico, que es el medicamento, con la angioplastia primaria. El tema es que para la angioplastia necesitas un centro de hemodinamia", dice Soto. La primera parte del plan impulsado desde el FNR consiste, en su primera fase, en el suministro de fibrinolíticos y en la recolección de datos: "Las cifras estimativas son las que le dan soporte a la estrategia. (Debemos saber) cuáles son los números reales, cuáles son los procedimientos que se aplican en forma precisa en cada uno de los lugares y cuál es la evolución que tienen esos pacientes", indica Soto.
Una vez obtenidos esos datos, podrá iniciarse la segunda fase del plan que consiste en la instalación de Institutos de Medicina Altamente Especializados (Imaes) en distintos puntos del país.
INDICACIONES. El suministro del medicamento no corresponde a todos los casos de cardiopatía isquémica. "Depende de la evolución del infarto", aclara Soto. "Muchas veces, cuando los fibrinolíticos se dan en el tiempo necesario, que es de dos o tres horas, y la evolución es buena, muchas veces ese paciente sigue su evolución sin necesidad de angioplastia. Eso lo va a marcar la rapidez con que se actuó y la evolución del paciente".
Los tipos de fibrinolíticos usados en nuestro medio son el Estreptoquinasa, de primera generación, y el Tenecteplasa, que es de tercera generación. Ambos cumplen la función de "disolver el coágulo", pero en Uruguay cada vez se utiliza más el Tenecteplasa porque "es más fácil de suministrar". Cualquiera sea el caso, el FNR hará entrega del fármaco sin costo ni para las instituciones ni para los pacientes. "Lo importante es que haya un gesto terapéutico inmediato. Eso es lo que está demostrado que cambia el pronóstico del infarto", señala Haretche. "La intención de esto es bajar el número de infartos que hay en Uruguay", agrega Soto.
Para que el medicamento se aplique de manera segura, tienen que estar dadas determinadas condiciones. Por eso, el programa contempla el entrenamiento del equipo de salud. Éste comprende no sólo a los cardiólogos sino, además, al cuerpo de enfermería, médico general y, principalmente, a los servicios de urgencia. "Obviamente, hay muchos médicos que ya están entrenados pero, para aquellos que consideren mejor pasar por algún tipo de reciclaje para estos medicamentos, se van a hacer (capacitaciones) en las próximas semanas", informa Haretche.
Al ser fármacos que provocan sangrados, el médico debe conocer cuáles son todas las contraindicaciones para aplicarlo. "Como no son medicamentos nuevos, ya hay cierta experiencia en su manejo. De todas maneras, como han aparecido fibrinolíticos nuevos, conviene que los médicos estén actualizados en las ventajas de cada uno de ellos y en los riesgos", enfatiza Soto.
El medicamento se suministra una sola vez y, a continuación, dependiendo de las condiciones del infarto se sigue el protocolo establecido. "Después de que el paciente pasó por eso, hay todo un protocolo de seguimiento que puede terminar o no en un cateterismo", señala Soto.
Todas las instituciones de Uruguay contarán con un stock proporcionado, sin costo, por el FNR. Su única contrapartida es usar el medicamento siguiendo las normativas del FNR. El mecanismo incluye el registro de una serie de datos como las características de los pacientes, las condiciones de la atención y, sobre todo, cuántos pacientes se salvaron. El fin es conocer si el tratamiento fue realmente oportuno. Además, con esos datos evaluarán en qué puntos estratégicos del país es necesario instalar Imaes: "No se pueden abrir Imaes porque sí. Hay números que establecen la cantidad de pacientes que deben ser atendidos para tener una curva de aprendizaje de sus técnicos. Todo pasa por la seguridad del paciente".
Un millón de dólares
El Fondo Nacional de Recursos invertirá entre US$ 1 millón y US$ 1,5 millones anuales. La cifra final dependerá del fibrinolítico más usado. El Estreptoquinasa es el más barato del medio por tratarse de un fármaco de primera generación. Según Haretche, cada ampolla cuesta $ 2.500. El Tenecteplasa, de última generación, cuadruplica ese valor.