No puedo parar de comer! Son los nervios, doctora..." Palabras más, palabras menos, frases por el estilo se escuchan cada vez más en los consultorios de los nutricionistas. Según coinciden especialistas, al menos el 30% de los pacientes excedidos de peso llegan con este discurso a pedir una dieta con desesperación. En la Argentina, según la encuesta de Nutrición del Ministerio de Salud, el 50% de la población tiene exceso de peso y de ese total, el 30% es obeso; y la cifra crece año a año.
La nutricionista Mónica Katz explica por qué el estrés genera un círculo vicioso que invita a comer de más. "El estrés crónico: estrés laboral, incomprensión crónica, pareja malavenida, soledad crónica, todo eso produce estrés y activa el sistema para aplacarlo; una de las cosas que hacemos es comer para bajarlo", comenta Katz.
Según las estadísticas, dos tercios de la población estresada es hiperfágica, es decir, se apoya en la comida para bajar el nivel de estrés. Son los menos aquellos a quienes se les quita el hambre.
La especialista explica que se engorda de dos formas: frente al estrés crónico se aumenta una sustancia que marca el estrés y es la hormona cortisol. Cuando uno come, ésta baja. "Ese es un problema, una trampa, porque la solución no está en la comida pero alguien come y se calma... por un minuto. Es una especie de ansiolítico: estoy buscando una dosis de tranquilidad y la encuentro temporariamente, pero como consecuencia sobreviene la obesidad", explica Katz.
Los nutricionistas se refieren a la hormona -neuropéptido Y (NPY)- que participa en el control neural de la alimentación y que está vinculada con la obesidad inducida por el estrés. El neuropéptido actúa sobre el cerebro para dirigir la necesidad de comer.
Se hace necesario implementar tratamientos multidisciplinarios, que aborden el problema desde un punto de vista psicológico, médico y nutricional. "Hay que explicarle al paciente que lo que siente es estrés, no hambre, y lo que ocurre es que con la comida reduce por un minuto la ansiedad", manifiesta Katz.
De lo contrario, hay que apoyar al paciente con técnicas antiestrés, se recomienda terapia y, como complemento, un plan alimentario equilibrado.
Extracto La nacion.com