Antonio Mercader
Mariano Arana la presentó como un símbolo de la nueva generación que pide paso en la política y los asuntos públicos. De buen ver, palabra fácil y tierna sonrisa, Laura Fernández sucedió a María Julia Muñoz como número dos de la Intendencia capitalina. En mayo de 2004, Arana tomó sus riesgos al ungir como Secretaria General a esta militante de su grupo político, menor de treinta años. Con campaña electoral en puerta, alguien describió aquello como un gesto marketinero, mientras otros vieron en la cara fresca de Laura una apuesta de Arana al talento juvenil. Ella venía de ser edil, y era —se dijo— una "aventajada" estudiante de Derecho.
Tan "aventajada" era, tan cuasi doctora en Leyes, que en los boletines de la web municipal se leía —y se lee— que ella "finalizó los cursos y evaluaciones correspondientes a la carrera de Abogacía en la Facultad de Derecho de la Universidad de la República". Extraño. Los finalizó aunque algo ¿un último examen? la separaba del título profesional. La propia Laura, en sus pinitos con la prensa, se definía como "a punto de recibirse de Abogada". En sus nueve meses de gestión y fama, la novel Secretaria General fue aceptando que se le diera —sin objetarlo nunca— el título de "doctora". ¿En sus horas libres había podido estudiar y graduarse?
Difícil, porque además de su tarea municipal, como candidata a diputada por Montevideo en el 7º lugar de la lista de la Vertiente Artiguista trabajó para las elecciones de octubre pasado. Luego, en febrero de este año, cuando dejó su cargo al renunciar Arana, aureolada por la precocidad de su ascenso y fuertes dosis de propaganda, Laura se había transformado en la "doctora Fernández" y en una favorita de los medios de comunicación. Así la integraron al elenco de Ricardo Ehrlich y la votaron en mayo como tercera suplente del Intendente de Montevideo.
Su nombre repicó previo a la asunción de Ehrlich. Notas de prensa la situaron como posible directora de la jurídica, un sillón ocupado en el pasado por una pléyade de duchos juristas. Puede que entonces surgieran reparos sobre la aptitud de una debutante para tamaña labor, razón por la cual la destinaron a la Secretaría de Turismo e Integración Ciudadana. Al citarse a la primera reunión del nuevo equipo municipal, el 1º y 2 de julio, figuró oficialmente con ese cargo y una constancia expresa: "Dra. María Laura Fernández. Abogada".
"Dra." y "Abogada". Por las dudas, doble título, pese a lo cual entre esa reunión y el 7 de julio cuando asumió Ehrlich, algo pasó porque su estrella se apagó de golpe al filtrarse que no era "doctora". Telón, silencio. Laura, devenida en falsaria y usurpadora de título profesional, quedó afuera del municipio aunque sigue siendo suplente de diputado y de Intendente merced al voto popular. Los miles de ciudadanos que la votaron merecen una explicación sobre esta burda impostura.