José Luis Corbo
EX PRESIDENTE DE LA AUF
El 12 de marzo de 2009, renunció a la mayor responsabilidad que le dio su vida como dirigente deportivo: presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol. En una carta decía que ese era "el día en que otros códigos, no sé si mejores o peores, pero sí muy diferentes a los míos, se han definitivamente impuesto" en la AUF. Un año después, este abogado de 72 años está terminando un libro sobre su vida en el fútbol, donde no evitará los episodios más polémicos. Mientras, intenta disfrutar de su familia y de aquellas cosas que el fútbol le hizo postergar.
FERNÁN R. CISNERO
Está tranquilo. Y no es para menos. En realidad, comparada con sus nueve meses al frente de la Asociación Uruguaya de Fútbol, cualquier cosa que haga José Luis Corbo va a parecer tranquila y de perfil bajo.
A un año de haber dejado su cargo, este abogado de 72 años está distendido saldando algunas deudas personales que había tenido que postergar. Y en 2009 sólo fue dos veces al fútbol, todo un récord personal.
"Este año me he dedicado a reencontrarme con las cosas sustanciales de mi vida", dice Corbo. La lista de esos reencuentros incluye antes que nada a la familia quien le tuvo una paciencia arrastrada desde los tiempos en los que era presidente de Rampla Juniors, o quizás mucho antes. También volvió, abogado y docente al fin, a investigar temas jurídicos.
Y está la demorada vocación de "esparcir letras, más que nada para lectura propia que para lectura ajena", dice parafraseando a Juan Carlos Onetti. Así ha venido volcando esas cosas en su laptop en un archivo que se llama "La pretensión de un libro". En realidad es más que una pretensión y esa combinación de memorias y reflexiones ya tiene más de 200 páginas y un acuerdo con la editorial Planeta para su publicación.
"Estoy condensando todas esas instancias de ese mágico mundo del fútbol, rico en muchos aspectos y tristemente pobre en otros", dice Corbo. Así abarca desde los primeros "sueños del pibe" con pelota de trapo hasta los tiempos de presidente de la AUF. "Allí están el jugador, el hincha y el dirigente", afirma. Cada etapa tuvo sus gratificaciones y sus decepciones.
"La gente se va a enterar de una versión que pretende ser lo más objetiva y veraz posible de acontecimientos que quizás no se conocen en su verdadera magnitud", asegura sobre el libro que aún no tiene título definitivo. Lo hará a través, dice, de reflexiones y anécdotas algunas "desconocidas y otras deformadas".
Uno de los desencantos más grandes, asegura, está en el capítulo final. Corbo renunció en marzo de 2009 a la presidencia de la AUF, una mañana en la que se miró al espejo y se dijo: "Corbito. Hoy es el último día", recuerda ahora. Su esposa no le creyó, sus compañeros no le creyeron, incluso los enemigos que surgieron cuando asumió el cargo no le creyeron. Atrás quedaban casi tres años en los que pasaron cosas como el caso Rocamora, los superpoderes, algunas discusiones públicas y privadas de esas que dejan resentimiento, la expulsión del juez Gustavo Méndez, la renegociación del contrato con Tenfield, un combate -que él considera eficaz- a la violencia en las canchas amenazas de muerte y, según él, traiciones varias y mezquindades severas. Todo lo transitó con un perfil alto que se inició con la visita en su asunción de gran parte del gabinete (incluyendo al actual presidente, José Mujica) y una constante presencia en los medios.
De hecho, Corbo no parece tener en el mejor concepto de muchos de los agentes del fútbol: "hay muchos sabihondos y pocos aprendices", dice y agrega que hay quienes "se llenan la boca con la celeste pero no les interesa la celeste". Prefirió no referirse en particular a ningún ejemplo.
"Me encontré con un mundo insospechado", dice Corbo, dirigente desde 1967 pero que vino a descubrir algunas cosas, 35 años después. "Las complejidades y las perversidades son muchas y así se hace difícil para quienes hemos actuado en otros escenarios con otras reglas y otros códigos."
Sin embargo, el saldo que hace de su gestión es positivo, algo sobre lo que no hay unanimidad.
"Me siento tremendamente satisfecho de haber alcanzado por lo menos dos de los objetivos que me propuse en la presidencia", dice.
Uno sería que Uruguay se haya clasificado al mundial de Sudáfrica "que fue más costoso de lo que se piensa", asegura. La otra meta lograda es igual de ambiciosa: "Haber contribuido efectivamente a crear instrumentos que han neutralizado en gran medida la violencia en el fútbol".
A mucho más de un año de haberse firmado un protocolo que Corbo promovió con las autoridades, "los uruguayos tenemos la satisfacción de que no ha habido incidentes ni medianamente parecidos a los que estábamos acostumbrados", dice. Confiesa que eso le ha valido el reconocimiento de la gente común por la calle en este último año. Hay quienes recuerdan algunos asuntos -concesiones a los grandes, por ejemplo, cierto exceso de protagonismo- que también marcaron su presidencia de la AUF.
Hombre de izquierda (defendió a presos políticos, estuvo detenido, fue al exilio), se lo vio a los abrazos con Héctor Lescano en el inicio de la legislatura. Rechaza estar considerando un cargo vinculado al deporte o volver a la exposición pública. "Estoy disfrutando cosas que no había podido disfrutar", dice y sonríe. Tranquilo.
Un silencio optimista
José Luis Corbo tiene 72 años y acusa a su vanidad el haberse embarcado como capitán de esa nave sin rumbos y propensa a los motines que puede llegar a ser la AUF. Desde su alejamiento ha mantenido el silencio que prometió en su carta de renuncia; esta es la segunda vez que recibe a la prensa.
Conocedor de todo el proceso que llevó a esta selección uruguaya al mundial, es optimista sobre las posibilidades celestes en Sudáfrica. Gracias a un "excelente" cuerpo técnico ("por el que recibí muchas críticas", dice) y un "excelente" plantel, Uruguay "podría llegar a instancias a las que hace tiempo no llega".