RAÚL MERNIES
Hartos de que las mosquitas de cementerio les arruinen la vida, 33 comparecientes del Buceo demandaron a la IMM por medio millón de dólares. "No podemos vivir. Se meten en la boca, en la nariz, en la comida y hasta en los ojos", dijo un vecino.
"No hay derecho a que yo no pueda invitar a un familiar para las fiestas, y eso es lo de menos. No puedo dejar la leche en la heladera porque se llena de mosquitas, no le puedo servir yogur a mis hijos y dejarlos desayunando porque cuando vuelvo los vasos están llenos de esos bichos, es desagradable", contó Enrique Yarza (42) a El País, uno de los 33 vecinos que tras años de infructuosas gestiones, decidieron demandar al gobierno departamental.
Desde el año 2008, cuando la Asociación de Afiliados a Previsión, con autorización de la IMM construyó nuevos nichos colectivos en el cementerio del Buceo, las viviendas adyacentes (separadas por los escasos metros del ancho de la calle Tomás Basáñez) "se vieron invadidas por enjambres de moscas de la fauna cadavérica", reza el texto de la demanda.
Los insectos, que "comen carroña" y transmiten enfermedades (ver aparte) se propagan por las casas y se instalan "hasta dentro de los refrigeradores", lo que "torna repugnantes las condiciones de vida".
Yarza contó, entre varias anécdotas, que uno de sus vecinos es dentista y que ha perdido mucha clientela porque las mosquitas "se meten en la boca de las personas mientras las atiende", dijo.
Los vecinos que viven hace más años en el barrio aseguran que esa situación nunca se había registrado y que comenzó cuando se realizaron las primeras inhumaciones en esos nichos. "Yo nací acá", cuenta Elsa Gaetán (52), "vivo frente al cementerio y nunca tuve un problema. Pero desde que hicieron el paredón este de nichos el viento no puede pasar, hace como un embudo y las moscas salen. Seguramente siempre estuvieron, pero antes el viento no las dejaba volar", estimó.
Asesorados por el abogado Leonardo Guzmán, los demandantes estimaron que "una cuantificación sensata y conservadora de los perjuicios sufridos obliga a concluir que por cada demandante (que actúa en calidad de cabeza de familia) debe estimarse los daños en no menos de $ 8.000 por mes, lo que incluye la desvalorización de las propiedades".
"Sentarse a almorzar es una tortura", sostiene Elsa, y para "ilustrar mejor el sufrimiento", la demanda fue presentada con un CD de fotos que muestran el grado de contaminación.
Los vecinos aseguran que "esta violación a nuestros derechos esenciales fue denunciada oportunamente en la Comisión de Salud de la Junta Departamental de Montevideo y en la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Representantes". Agregan que la situación empeora con el aumento de la temperatura, por lo que desde que empieza la primavera hasta que avanza el otoño la invasión es fuerte.
"Transcurridos 38 meses desde que se inició el daño, el total del perjuicio sufrido por los 33 comparecientes resulta de $ 10.032.000, más de medio millón de dólares, además de otros $ 8.000 mensuales a favor de cada uno de los demandantes "hasta la fecha en que efectivamente desaparezca la causa de nuestro accionamiento", reza el escrito.
Yarza concluyó: "Esto es gravísimo, hasta el defensor del vecino sabe que se hicieron cosas sin permiso y lo peor de todo es que parece que nada estuviera mal. Nadie se hace responsable. Porque por lo menos podrían venir, reconocer que se equivocaron y decirnos que en dos años lo arreglan; pero ni eso".
Lo que hace la mosca
Identificadas por la Unidad de Zoonosis y Vectores del MSP, las moscas son Phoridae y Psichodidae. Según la entomología forense proliferan en las fases de la degradación cadavérica, por cuanto son "saprófagas", del griego sapros: descompuesto o podrido, y phagos: comer, deglutir: comen carroña.
Su comportamiento es opuesto al de las moscas comunes: ahuyentadas, no se alejan; se meten en líquidos, platos calientes, refrigeradores, freezers y hornos.
Las Phoridae pueden producir miasis cutánea, esto es: parasitación de tejidos y órganos por larvas, provocando molestias y dolor, alterando hábitos, interrumpiendo el descanso y dañando la piel.