La biblioteca de Lauro Ayestarán ya estaba en buenas manos desde los tiempos de Pivel Devoto, que la adquirió para el Museo Histórico y hoy esos siete mil volúmenes son custodiados en la Casa de Rivera. Pero en la casa de la avenida Suárez quedaba el impresionante archivo de las investigaciones musicales, punto de toque para que en su novena edición, el Día del Patrimonio luzca el nombre del gran investigador.

"El año pasado", memora Angel Ayestarán, "recibimos una oferta de Estados Unidos interesada en comprar el Archivo donde están las cuatro mil grabaciones. Entonces el ministro de Cultura, Antonio Mercader, se enteró de esa oferta del exterior y nos llamó inmediatamente y nos dijo que ese tesoro nacional, ese gran patrimonio sensible, no podía irse del país. De esa manera, nos hizo una oferta mayor que la norteamericana, la aceptamos volando porque nuestro deseo era que el Archivo permaneciera en el Uruguay. Ese mismo día, Mercader nos dijo que el Día del Patrimonio 2003 iba a llevar el nombre de Lauro Ayestarán, pero que no lo dijéramos a nadie. Yo debo hacer un reconocimiento público a Mercader porque gracias a él han quedado en el país los archivos de papá y de mamá, además de la biblioteca de danza de mamá".

TODO TODO. "En el Archivo se ve claramente que mi padre no se dedicó solamente a la música folklórica, sino que también investigó la música culta, el cancionero infantil, la música afro, el candombe. Le interesaba todo. Grababa hasta la flauta del afilador, el pregón del heladero, del barquillero, del vendedor de fainá, que hoy ya no existe, los que pasaban vendiendo pavos puerta por puerta. Grababa todo eso porque decía que si no se iba a perder, como se perdió gran parte de los sonidos coloniales, el vendedor de velas, las negras pasteleras, las retretas, que hoy hay que imaginarlas. El tenía una frase lindísima para explicar su trabajo: decía que él trataba de rescatar "La memoria augusta del pueblo". Ahí está la síntesis de su obra".