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En julio de 2005 la Asociación de Pintores y Escultores del Uruguay (APEU) envió al ministro de Educación, Jorge Brovetto, una carta en la que alertaba sobre un faltante de obras del Museo Nacional de Artes Visuales. La denuncia ganó rápidamente los titulares de los diarios.

"Como gremio tenemos información que nos llega de familiares de pintores, que no diré quiénes son porque no corresponde, que dieron datos de faltantes", dijo -enigmático- el secretario general de la gremial, Fernando López Lage, a El País del 24 de julio de 2005, antes de afirmar que de comprobarse el faltante denunciado debería responsabilizarse al director del museo, el profesor Angel Kalenberg.

"Los faltantes pertenecientes al Museo de Artes Visuales fueron detectados en diciembre de 1999", sostuvo -sin vacilaciones- APEU en su carta al ministro Brovetto.

Como era fácil prever, el nombre y el honor de Kalenberg no tardaron en quedar bajo sospecha. Su gestión, que por entonces llevaba ya 36 años (demasiado para mi gusto, que conste) fue puesta bajo la atenta lupa de una comisión designada por el flamante gobierno de izquierda, que tendría la responsabilidad de juzgar el proceder de un emblemático funcionario, integrante del entorno del ex presidente Julio María Sanguinetti.

Sólo algunos pocos artistas y hombres de la cultura uruguaya alzaron su voz advirtiendo sobre la injusticia que se cometía. El resto, y no hay que culparlo, creyó que la gravísima denuncia formulada públicamente tenía fundamento.

Hace algunos días, la comisión designada por el ministro Brovetto -que citó a declarar a todos los testigos aportados por APEU- hizo público su informe. En el museo no falta nada. Nada de nada. La denuncia de APEU dañó la reputación de un hombre que percibe un sueldo líquido de 15 mil pesos mensuales y al que, una administración que no es la suya, acaba de absolver cuando, de haber actuado con un criterio político y no de justicia, podría haber condenado.

"El gremio de pintores y escultores quería la cabeza de Kalenberg en bandeja", resumió el director de Cultura del MEC, Luis Mardones.

¿Cuánto daño se hizo con esta denuncia, sin pruebas, a una persona que está llegando al final de su carrera? ¿Cómo podrá APEU, después del daño provocado, reparar a Kalenberg? ¿Alcanzará con pedir disculpas y hacer de cuenta que nada ha sucedido? ¿Publicarán una aclaración para enmendar las notas en las que públicamente denunciaron un delito que no existió y a un responsable que no era tal? ¿Nos explicarán, a los uruguayos todos, por qué apuntaron contra Kalenberg y qué objetivos perseguían? ¿Qué hubiera sido de Kalenberg de no haber mediado la tarea de una administración que investigó y falló incluso en contra de lo que el mezquino interés político hubiera aconsejado? ¿Por qué en Uruguay el honor de las personas valdrá tan poco?

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