"Construimos al Gusano en dos años pidiendo crédito"

MARTHA AGUIAR

-¿Es cierto que usted construyó el Gusano Loco?

-Si, es cierto. Lo hicimos junto a mi gran amigo y socio Jaime Fuster. Fue construido en chapa, la forma se la dio un artista italiano que vivía en Montevideo. Pensamos en un gusano porque nos gustó la tapa de un libro de humor de Wimpi, llamado El Gusano Loco, ilustrado con uno de esos bichos que a todos nos pareció muy simpático. Nosotros armamos la estructura de metal y lo echamos a andar. Era el año 1954.

-¿Hacía poco que había llegado desde España?

-Si, nací en Palma de Mallorca. Me recibí de técnico electricista y trabajé en la Fuerza Aérea. En aquella época este país era para nosotros tierra de oportunidades. La Suiza de América, la llamábamos. Mi amigo Fuster y yo nos conectamos con un vecino, que había encontrado trabajo en una compañía de ómnibus, y le estaba yendo bien. Decidimos probar suerte. Cosas de la juventud…

- ¿Recuerda cómo fue el día en que se abrió al público?

- No hubo bombos ni platillos. Porque no había dinero. Demoramos un año y medio en ponerlo en funcionamiento, porque trabajamos con lentitud por los costos. Habíamos conseguido un crédito para pagar la media de docena de ruedas que deslizan al Gusano por la estructura de metal. Por aquella época manejábamos el juego, cobramos las entradas.. en fin hacíamos todo nosotros.

- Todos los principios cuestan, pero más cuando se trata de inmigrantes.

- Es cierto. Trabajámos en el taller construyendo, arreglando y controlando. Porque esta actividad tiene un inmenso celo: que el público no se lastime. Ahora que estoy jubilado estoy más cómodo, porque mis hijos me dejan hacer pocas tareas.

-Debe sentirse orgulloso del Gusano, un símbolo de Montevideo.

-Lo que me llena de orgullo es mi amistad con Jaime Fuster. Emprendimos juntos una aventura y nunca nos arrepentimos. Entre mi familia y la suya tenemos 38 integrantes, que se tratan como hermanos. Fuster y yo somos permisarios de la Rueda Gigante, las dos Calesitas, los Autitos Chocadores, los Helicópteros, y la Pista de Indianápolis. Junto a otro tercer socio compartimos el Tren fantasma, la Montaña Rusa,el Mambo, el Barco y el Twister. Hace pocos años reformamos el Parque. Quitamos el Ocho, y pusimos una pista para niños, para darle mayor seguridad a la zona. Porque convocaba a un público adulto, que no queríamos mezclarlo con los niños.

-¿Qué tipo de permiso tienen?

- Cada juego tiene un permiso individual. La IMM es dueña del espacio público. La nuestra debe ser la actividad que paga más renta por boleto: El IVA y una tasa municipal del 3%. Pero lo más incómodo es que los parques de diversiones del interior, están exonerados de IVA, porque se los considera espectáculo público. Y al Parque Rodó, se lo considera servicio. Y por eso abona IVA, mientras los otros están excluidos.

-¿De joven pensó dedicarse a los juegos para niños?

- Yo había traído desde España un modelo de auto que circulaba por una mesa de 2 metros por 3. Era una verdadera pista, con anchos bulevares y garajes. El público manejaba el auto a través de un volante fijo, podía frenar, acelerar y maniobrar por las curvas. Funcionaba en 21 de setiembre. Lo llamábamos El Auto Robot. Tuvo éxito porque a la muchachada de la época, le encantaba manejar. Pedimos permiso a la Intendencia para poner otros tres autos, que también causaron furor. La permisaria de la Estrella Gigante quedó viuda y nos ofreció los permisos porque ella no podía solventarlos. Le habíamos arreglado "El Pulpo", y nos dijo que nosotros éramos las personas indicadas para trabajar con los juegos del Parque.

"Dos españoles, Fuster y Mengot, construyeron con sus manos, en los años 50 varios juegos del Parque Rodó. Habían llegado de España con ilusiones y nada de dinero. Mengot recuerda el día en que pusieron en funcionamiento el Gusano y los Helicópteros, construidos por ellos mismos en su taller de trabajo. Eran épocas difíciles económicamente: conducían los juegos, cobraban las entradas y se encargaban de garantizar su correcto funcionamiento con el mismo celo por el cuidado del público que mantienen hasta el día de hoy.

Perfil

Nombre: Miguel Mengot

Nacionalidad: Uruguayo nacido en España.

Edad: 84 años tres hijos, 9 nietos.

Profesión: Técnico electricista.

Otros datos: Trabajó en la Fuerza Aérea de España.

La montaña rusa

La gente le pregunta por qué mantienen la misma Montaña Rusa. Mengot contesta que los costos de una nueva superan los dos millones de dólares, lo que para un mercado pequeño es imposible de pagar. Comenta que esas preguntas le dan pena porque los juegos están muy bien cuidados y en condiciones."En juegos está todo inventado. La mayoría de los fabricantes muestra modelos caros, que no aportan ninguna novedad. La calesita espacial, por ejemplo, es igual a las mejores del mundo. Invertir enormes sumas para cambiar un juego, sería como pagar fortunas por el modelo siguiente del mismo auto que ya tenemos", dijo su hijo Fernando, presente en la entrevista.

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