FEDERICA NARANCIO
Néstor Silvera (22) vivía con su madre en las viviendas de Propios y Santiago Rivas. En el barrio era muy querido por todos; lo conocían como "Tomatito" porque, según sus amigos, se ponía colorado por todo.
Sus amigos cuentan que él trabajaba como repartidor de un almacén en Pocitos y, tras quedar desempleado, buscaba trabajo para apoyar económicamente a su madre, que está jubilada.
Hace alrededor de dos semanas le surgió la oportunidad de hacer una "changa" para ganar algo de dinero.
Luis, el dueño de la pizzería Papichulo (Propios y Ramón Anador), conocía a "Tomatito" y a sus amigos desde que eran pequeños, porque siempre iban a su restorán y vivían en el mismo barrio.
Decidió ayudarlo y lo contrató por un par de semanas para que repartiera, en su moto, volantes que promocionaban el nuevo local de la pizzería, en Pocitos.
"Hacía sólo dos días que estaba repartiendo volantes", contó su amigo Daniel. En el tercer día de trabajo, cuando transitaba con su moto por la calle Ellauri, fue embestido por un Mercedes Benz que venía por la calle Guayaquí. El 29 de julio, dos días después del accidente, murió como consecuencia de un traumatismo de cráneo.
Su madre, sus amigos y el dueño de la pizzería no encuentran consuelo. "El conductor venía por Guayaquí y en el cruce con Ellauri tiene un cartel de Ceda el Paso y un lomo de burro. Resulta que el señor tiene 81 años y muy pocos reflejos para manejar", explicó Daniel.
¿Y si la culpa hubiera sido del joven de la moto? Los amigos de "Tomatito", Pablo, Juanito y su sobrino Miguel, aseguran que "Tomatito" llevaba casco y que era muy prudente a la hora de conducir su moto.
Sin embargo, en sus trabajos como repartidor jamás había tenido un seguro contra accidentes.
La respuesta de Daniel es más que contundente: "Agarrás a cualquier muchacho que anda laburando en la calle con su moto, y ninguno va a tener seguro. Era su trabajo y lo podríamos estar haciendo cualquiera de nosotros".
ACCIDENTES. En el primer trimestre de este año, según datos de la Policía de Tránsito, 6.159 vehículos participaron en accidentes de tránsito; entre ellos hubo 1.398 motos.
De acuerdo al comisario Daniel Berrone, jefe de Policía de Tránsito, hubo un incremento importante de accidentes de tránsito en motos y la mayoría ocurren en horarios de la noche, cuando los inspectores de tránsito no están trabajando.
Agregó, además, que en los últimos dos años hubo una "explosión" en la cantidad de motos que circulan por Montevideo. Y advirtió que los conductores suelen ser menos precavidos.
"No existe una academia donde se enseñe a manejar motos, el examen para conducir este tipo de vehículos es muy sencillo y después los jóvenes salen a circular con una tendencia parecida a lo que ocurre con la bicicleta: como la moto es liviana y de fácil manejo, están propensos a infligir las reglas de tránsito", afirmó el oficial Berrone.
Tal como en el caso de "Tomatito", es importante distinguir entre aquella persona que utiliza la moto como medio de transporte y aquella que hace uso del vehículo para trabajar como repartidor o cadete de un comercio que ofrece envíos a domicilio.
"BOOM". En parte, el incremento en el número de motos que circulan por la ciudad se debe al auge que tiene hoy por hoy el servicio de repartos a domicilio, más conocido como "delivery".
Cada vez son más las empresas -ya sea del rubro gastronómico, supermercados, almacenes, farmacias, papelerías, y ferreterías- que recurren al "delivery".
Según publicó El País en una nota el 14 de mayo, estos servicios llegan a representar hasta un 40% del negocio de las empresas que lo proveen.
EXPLOTACION. El antropólogo Marcelo Rossal, investigador del Observatorio Social Metropolitano de Tránsito, considera que el empleo como delivery "termina haciendo lúdica una forma de explotación radical, el empleado entra en una espiral de competencia con sus compañeros, y de esta forma se manda cualquier tipo de macanas".
Desde su punto de vista, el delivery es un producto típico de los años noventa. El riesgo de algunos se pone al servicio de la comodidad de otros.
¿Cuándo es más peligroso andar en moto? De noche y lloviendo. ¿Cuándo hay más pedidos a domicilio? Las noches de lluvia. En especial los viernes y sábados. Aunque no hay estadísticas específicas al respecto -tampoco hay datos puntuales de accidentalidad en el sector- "estamos pensando cómo ajustar los datos y saber más en qué condiciones y circunstancias se producen multas o accidentes", estableció Rossal.
Según el antropólogo, la Intendencia "no ha terminado de pensar" el tema de los repartidores en moto, aunque lo relativizó: "no quiero ser injusto con la Intendencia, es la única institución pública uruguaya que ha hecho cosas importantes por la educación vial". Las posibles multas ante las macanas de los pilotos quedan "a criterio del funcionario". Rossal dice que "aunque el tipo sea un anormal" el inspector puede pensar que si le pone una multa le liquida el jornal o el salario.
EL APURO. "Mandame dos muzzarellas, dos fainás y una cerveza... ¿cuánto demora? ¿Quince minutos? Bueno, pero no demoren media hora". Típica llamada a una pizzería. El cliente siempre tiene la razón. Y tiene hambre. Y urgencia, porque empieza el partido, o quiere poner el DVD y que el timbre no lo interrumpa. El pedido debe llegar a tiempo. La comida no se puede enfriar o de lo contrario se pierde la propina. Que hay 10 pedidos para repartir en poco rato, que el horario suele ser nocturno y andan con algo de plata encima...
Todos estos factores exponen a los repartidores a un riesgo mayor de sufrir un accidente de tránsito. O de ser rapiñado incluso. Hay historias de todo tipo. O les roban la moto, o les roban pedidos de adentro de la conservadora que llevan atada con dos "pulpos" en la parte de atrás del asiento mientras suben a entregar un pedido.
Están muchas horas en la calle y deben cumplir con un trabajo que requiere rapidez y eficacia. El resultado de esta combinación es que los repartidores están más propensos a tener un accidente de tránsito.
Varios repartidores consultados por El País reconocieron que no respetan las normas de tránsito. Toman calles a contramano, cruzan con luz roja y circulan a alta velocidad. La razón: llegar cuanto antes a los domicilios y hacer la mayor cantidad de viajes durante el horario de trabajo para tener más propinas.
Marcelo tiene 21 años y trabaja para una pizzería de Pocitos. Dice que se cuida mucho en el tránsito, pero que "obvio, ando a contramano y a cierta hora paso luces en roja". "Cuanto más te movés, más plata hacés", agregó.
Sergio, tiene 31 años y reparte pastas artesanales. Dice que la "presión" de este trabajo justifica las infracciones de tránsito: "Si vos das un buen servicio, vas a tener laburo y las propinas son mejores" (ver "Testimonios").
Son pocas las empresas que tienen en mente la seguridad de los repartidores.
El "delivery" es un servicio poco rentable, pese a que gran parte de las ventas se realizan mediante esta modalidad. Si bien no es un servicio conveniente desde el punto de vista económico, los clientes se acostumbraron al servicio a domicilio.
INFORMALIDAD. Esto obliga a las empresas a escatimar en costos a la hora de contratar repartidores y prestan poca atención en detalles como la seguridad del empleado, si tiene asistencia médica o no, si utiliza el casco, y si detrás del manubrio es tan hábil como responsable.
"Es un trabajo donde impera la informalidad", dictamina Alberto Ramírez, dueño de la empresa Lucme, que brinda servicios de cadetería, mensajería, envíos y delivery. Esta compañía cuenta con unos 50 repartidores. Son contratados por comercios que prefieren tercerizar el servicio del "delivery" antes que contratar directamente a un ejército de cadetes.
Lucme emplea a sus "moto boys" en unas 20 empresas, tales como la cadena de farmacias San Roque, las carnicerías el Novillo Alegre, la pizzería Sumo, Dedicado Telecomunicaciones y farmacias Machado.
Según cuenta Ramírez, el negocio de cadetería es muy difícil ya que existe mucha competencia desleal y los comercios suelen resistirse a pagar un poco más caro por un repartidor.
"En el rubro delivery somos nosotros y otro colega los que trabajamos bien en Montevideo. Después hay muchachos que compran una moto, contratan un amigo, ponen un aviso y llaman a gente para trabajar sin tomar todas las precauciones", asegura Ramírez.
Trabajar "bien" le significa tener a todos sus cadetes en caja e inscriptos en el Banco de Seguros con un seguro contra accidentes de tránsito.
También se le exige a los empleados tener la moto en buen estado y asegurada, y que bajo cualquier circunstancia utilicen el casco.
Además, dos encargados de Lucme recorren diariamente todos los comercios para ver si los empleados están cumpliendo con los requisitos.
"A las empresas les sale unos $ 10.000 contratar este servicio porque cobramos por hora de cadetería unos $ 40. Si querés hacer las cosas bien es lo que cuesta", indicó el empresario.
Ramírez sabe de lo que habla. Durante cinco años él mismo recorrió miles de kilómetros de calles de Montevideo en un ciclomotor antes de abrir su propio negocio. Los cadetes, en su mayoría jóvenes de entre 18 y 25 años, cobran $ 27 la hora.
Sin embargo, Ramírez asegura que las empresas prefieren pagar menos y recurren a servicios informales, donde los repartidores no tienen seguro, asistencia médica y suelen infringir las normas de tránsito con tal de entregar el pedido en tiempo y forma.
De acuerdo a Ramírez, los comercios "tratan de gastar unos $ 20 la hora, pero muchas veces les sale mal porque el cadete se enferma, llega tarde, le pasa algo y no tienen quién lo sustituya".
Pese a que Ramírez dice que su negocio no es rentable por culpa de la competencia desleal, prefiere tomar todas las precauciones y por iniciativa propia, ya que dice que la Intendencia de Montevideo jamás lo fiscaliza.
"Siempre les digo a mis empleados que lo más importante es que anden tranquilos", aseguró Ramírez.
Casco: entre campañas y discusiones
La Intendencia de Artigas dispuso multar con cinco unidades reajustables ($ 1.440), a los conductores de motos y ciclomotores que no usen el casco de protección. En este departamento aumentaron los accidentes de tránsito en el último año.
La medida entrará en vigencia desde el próximo 16 de agosto.
Por su parte, la Intendencia de Canelones lanzará el 10 de agosto la campaña a favor del uso del casco sobre el que existe la obligatoriedad en el departamento. Allí hay unas 90.000 motos empadronadas.
El uso obligatorio del casco fue cuestionado en distintos departamentos. En Cerro Largo y Colonia los ciudadanos juntaron firmas contra esta protección, para impulsar un referéndum que modifique la ley vigente. Se consiguieron 16.550 firmas y 16.500 respectivamente en cada departamento. Entre las razones que argumentan los impulsores de hacer no obligatorio el uso del casco, se dice que da calor, que hay que cargarlo en la mano cuando no lo lleva puesto y que es incómodo.
EDUCACION. La Intendencia de Colonia realizó la semana pasada una campaña de educación vial que incluyó "cursos de manejo defensivo para motos y ciclomotores". Se desarrolló en cuatro jornadas en distintas localidades del departamento: Nueva Helvecia, Rosario, Colonia, Conchillas y Carmelo. La campaña se realizó en forma conjunta con el Banco de Seguros del Estado.
Normas
Ninguna persona puede conducir vehículos a tracción mecánica sin licencia, dice el digesto de la Intendencia de Montevideo.
La edad mínima para conducir ciclomotores de hasta 50 c.c. de cilindrada es 16 años. A partir de los 18 años se pueden manejar de hasta 200 c.c. y desde los 21 motocicletas sin límite de cilindrada.
Si además del conductor viaja un acompañante, la motocicleta deberá estar provista de posapies para dicho acompañante.
Todo usuario de motocicleta, ciclomotor o vehículo similar, debe llevar casco protector para prevenirse de accidentes. Quien conduzca una motocicleta no podrá llevar una carga que pueda afectar su estabilidad, visibilidad o sus posibilidades de contralor del vehículo.
Quien circule en una motocicleta tiene prohibido sujetarse a otro vehículo en la vía pública.Todo conductor debe ir sentado a horcajadas en su asiento, mirando hacia adelante, y sólo podrá llevar acompañante cuando la motocicleta esté construida para llevar a más de una persona.
Testimonios
PIZZERIA | ANDRES (29 años)
Dice que respeta las normas de tránsito, que siempre usa casco y que "por suerte" nunca tuvo accidentes. "Me cuido. No me meto entre los autos ni a contramano", afirma. Incluso cuenta que se baja de la moto para hacer cruces que no están permitidos con el vehículo. Si un inspector lo detiene, debe pagar la multa con dinero de su bolsillo. Pese a esto, reconoce que no todos los repartidores cumplen con las normativas y que por eso se ganaron la reprobación de transeúntes, vecinos y conductores. "Hay una generalización. Es lo mismo que dice la gente sobre los taxistas (que andan rápido). No son todos los que no respetan las normas de tránsito". Andrés trabaja para una pizzería del Parque Rodó. Es su único empleo.
PIZZERIA | MARCELO (21 años)
"Es malísimo el trabajo en la moto. No le sacás ninguna ventaja", dice. El se hace cargo del combustible y el mantenimiento del vehículo. Lo único que le da la pizzería donde trabaja es el cajón para llevar la comida. "Y lo tengo que cuidar. Si lo rayo lo tengo que pintar". Marcelo gana unos $ 3.700 mensuales, pero $ 3.000 los gasta en llenar el tanque de la moto. "Dependo totalmente de la propina". Según cuenta, una parte de su ingreso mensual es por concepto de incentivos. Si llega tarde a trabajar, si viene con el uniforme sucio o sin afeitarse, "te sacan guita". Es su único trabajo y por el horario no puede dedicarse a otro. "El horario es cortado. Entro de 11 a 15 horas, me voy a casa, y vuelvo de 20 a 1. No te da ni para estudiar ni trabajar en otra cosa".
PASTAS | SERGIO (31 años)
"La presión del trabajo te obliga a cometer infracciones. Las hacés hasta por inercia", dice. Este repartidor de pastas confiesa que llega a manejar a contramano para cumplir rápidamente con el servicio. "En esta zona de Pocitos, de repente hacés una cuadra a contramano y te ahorrás cinco o seis cuadras. Es una cuestión de funcionamiento. Tenés que hacerlo y tratar de no complicar el tránsito". Otros repartidores como él dijeron que no respetan la luz roja. Sergio es repartidor de ese comercio y de otros tres más. Trabaja entre 10 y 12 horas por día arriba de su moto. El horario promedio de los repartidores es de cinco horas diarias. Actualmente está tramitando un seguro para la moto, en caso de robo o accidente.
BAR | DANIEL (38 años)
Este repartidor, con más de 14 años de experiencia, hizo en un año y medio 66 mil kilómetros en su moto. Ahora la cambió por una nueva. "Es verdad que los repartidores cometemos infracciones. De día soy el conductor perfecto, pero de noche...". Para ahorrar combustible y tiempo, se sube a la vereda y maneja a contramano unos metros. Hace lo mismo en algunas calles, "bien pegadito al cordón" de la vereda. Tiene seguro contra todo, dice. Daniel recibe una remuneración mensual de $ 3.000 y unos $ 150 de propina por día. "Si no fuera por la propina, no vivo". Al igual que los otros repartidores consultados, tiene que hacerse cargo de todos los gastos que genera la moto. Trabaja para un bar en el barrio Cordón.