MARGARITA DUBOURDIEU | PSICOTERAPEUTA INTEGRATIVA
Promover un pensamiento positivo no significa desconocer la realidad sino que implica vivir la vida desde una perspectiva que ayude al bienestar. Será importante para ello el manejo de nuestro foco de atención, seleccionando los contenidos de lo que deseamos que permanezca en nuestra mente. Quien ha quedado preso de sentimientos de rencor y resentimiento hacia alguna persona que le ha herido o hecho daño, ello puede llevarle a centrar la atención en estas emociones negativas, agregando al hecho de haber sufrido un daño, el continuar padeciendo la imposibilidad de poder disfrutar de la vida.
Es más fácil perdonar si el acto no fue intencional, si las consecuencias del mismo han desaparecido o se han atenuado, si existe un vínculo afectivo importante o si el actor, de alguna manera, lo intenta compensar.
Cuanto más estable emocionalmente es una persona, menos tenderá a experimentar un resentimiento duradero pues nuevas circunstancias centrarán su atención en los aspectos positivos de la vida. Por el contrario, las personas más coléricas y con tendencia a la rumiación de pensamiento son más propensas a que el resentimiento y el rencor permanezcan en ellos enturbiándoles el resto de sus días.
Para que no haya resentimiento hay que poder perdonar, lo cual no significa olvidar. El hecho de perdonar no quita la responsabilidad de los actos, no se trata de borrar el acto que causó dolor sino de no quedar apegado a lo ocurrido, obstruyendo la posibilidad de vivenciar nuevos momentos gratificantes reparadores del dolor. El perdonar no necesariamente lleva a reanudar el contacto con la persona que hizo el daño. Se puede perdonar y sin embargo decidir no volver a intimar con el actor del daño por no compartir sus valores o no confiar en él, o simplemente porque no hace bien ese contacto. El perdonar o sentir compasión, no implica renunciar al autocuidado.
Diversas investigaciones han correlacionado el resentimiento y el rencor con alteraciones de la salud asociadas a emociones negativas que producen liberación de las hormonas del estrés. Se han observado entre otros, síntomas de dolor, jaquecas, lumbalgias como consecuencia de estados crónicos de resentimiento y rencor. Hay que ser concientes de nuestras elecciones y de los aspectos que vamos a permitir que conformen cada instante de nuestro existir, para asi dejarnos fluir en aquello que elijamos. Y en caso de que perdamos el control sobre ciertas emociones negativas, podemos pedir ayuda y no permitir que ellas desvirtúen el sentido de nuestra vida, la armonía y el bienestar. La suma de cómo transcurre cada momento de nuestra vida hace a su calidad.
centrohumana@adinet.com.uy
Para no desfocalizar la atención.
Diversos pensamientos pueden asaltarnos e interrumpir el funcionamiento armónico y la atención que prestamos a una actividad o tarea. Ante ello se aconseja respirar profundo y volver a recuperar el control decidiendo qué atender en el aquí y ahora.
Cómo cambiar las emociones negativas.
Interrumpir la rumiación infructuosa de pensamiento negativo, expresar lo que sentimos buscando modificar las causas del malestar, aprender de la experiencia para no volver a repetirla y dar oportunidad a nuevas vivencias de bienestar en el presente.