Bárbaros

GERARDO SOTELO

Para Francois Marie Arouet, más conocido como Voltaire, los derechos humanos están basados en un principio universal: no hacer a otros lo que no queremos que nos hagan. En su Tratado sobre la Tolerancia, Voltaire refutaba la legitimad de "el derecho a la intolerancia" por considerarlo "absurdo y bárbaro".

La reflexión viene a cuenta de las expresiones de intolerancia escuchadas en los últimos días. La primera fue la de Mercedes Rovira, designada rectora de la Universidad de Montevideo (UM), proclamando que esa institución utilizaba un criterio discriminatorio para contratar docentes, basado en las preferencias sexuales de los aspirantes. Tal extremo fue desmentido por la UM, una vez que se desató la tormenta, mientras Rovira renunciaba y pedía disculpas a quienes se sintieran afectados por su afirmación de que la homosexualidad era una anomalía, similar a la de los tréboles de cuatro hojas.

Como era de esperar, muchas voces se alzaron contra semejante juicio, sin reparar que se trataba sólo de una opinión, que no por retrógrada y acientífica dejaba de inscribirse en el derecho de la dicente a expresarse con libertad; un derecho considerado con especial celo en la Constitución. Lo más grave era la revelación de que la UM averiguaba las preferencias sexuales de sus aspirantes y discriminaba a los gais, lo que constituye no una opinión sino una acción, que está penada por la ley.

El desmentido de la institución trajo un poco de sosiego en quienes, sintiéndonos agraviados por la comparación aun sin ser gais, nos agraviamos aun más como ciudadanos, al enterarnos de que un centro universitario uruguayo era capaz de incurrir en tales prácticas.

Claro que no se trata de la primera muestra de discriminación en el ámbito universitario. Apenas unos meses atrás, la FEUU comunicaba sin ningún pudor que su negativa a otorgar el doctorado honoris causa al Nobel Mario Vargas Llosa, se basaba en que el candidato sostenía "posiciones diametralmente opuestas a las de la Universidad".

¿Cuál es la diferencia entre Rovira y la FEUU? Que mientras la primera emitió un juicio discriminador, el gremio estudiantil pasó a la acción discriminadora, lo mismo que deberíamos condenar en la UM si sus autoridades no hubieran salido a desmentirla.

Aunque de apariencia antagónica, ambos universos conceptuales responden a concepciones igualmente recalcitrantes. Alcanza con recordar que, ya en el Siglo XVI, Martín Lutero se alzaba contra la autoridad de Roma reclamando que nadie fuera perseguido a causa de sus ideas.

La segunda expresión de intolerancia de las últimas horas correspondió al tupamaro Julio Marenales, quien pidió el fusilamiento para los senadores paraguayos que se negaron a votar el ingreso de Venezuela al Mercosur, lo que supera el umbral de cualquier exégesis.

"La tolerancia no ha provocado jamás una guerra civil; la intolerancia ha cubierto la tierra de matanzas". Vaya esta última reflexión de Voltaire ante tanta barbarie.

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