Adrián Troitiño y un legado siempre vigente

Muchos nombres alcanzaron relevancia para forjar la historia de lucha por la justicia social. Sin duda, Adrián Troitiño, con las características que definen el espíritu de sacrificio y dedicación indeclinables de los hijos de Galicia, conquistó un lugar destacado en la defensa de ideales que siguen manteniendo vigencia.

El pasado jueves, se cumplieron 64 años del fallecimiento de Troitiño, un inmigrante que dejó un legado que tiene en el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas, el símbolo y expresión cotidiana de su esfuerzo.

Nacido en Pontevedra, España, el 3 de enero de 1869, optó por seguir el siempre incierto camino de la emigración, después que entró en conflicto con las estructuras absolutistas que regían en su país. Llegó a Buenos Aires, donde se desempeño en el oficio de panadero. Pero, allí fue objeto de persecución, reclusión y destierro como consecuencia de su militancia sindical.

Troitiño se radicó en Uruguay, debido a la intervención del presidente José Batlle y Ordóñez, quien se interesó por su situación. Vivió en el Cerro, donde tuvo contacto con los vendedores de diarios y advirtió la necesidad de que los "canillitas" lograran una vía de expresión de sus derechos mediante una entidad gremial. Sus ideas, prédica y acción permitieron la creación del sindicato de vendedores de diarios, el 20 de febrero de 1920, organización y obra de apoyo social a ese esforzado sector de trabajadores y sus familias y de defensa de sus reivindicaciones.

Por cierto, la obra de Troitiño se fortaleció y prosiguió como vigorosa realidad a través de distintos continuadores, para quienes tienen en la venta de diarios y revistas su fuente de sustento. Por ello, cada año su figura y su trayectoria son evocadas y valoradas.

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