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La columna de los dientes: Cada vez más cerca

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CIENCIA

En Odontología todavía hay un camino que recorrer, y cada artículo y trabajo de investigación trae un poco más de luz sobre la vasta oscuridad del conocimiento.

¿Cómo llegamos hasta aquí? ¿Cómo llegó el hombrehasta la Ciencia que tiene y maneja hoy? 

"A hombros de gigante” parece ser una respuesta acertada: genio tras genio, cada uno parándose en el trabajo de los anteriores, falsándolo y corrigiéndolo, llegaron a cosas maravillosas.

El paso del tiempo y una colección de datos nos han venido guiando en este viaje, y así muchos de los sistemas dinámicos que nos rodean se transformaron en modelos científicos. Algunos explican más que otros, otros están en constante cambio, y es sabido que hay unos cuantos que funcionan sólo dadas condiciones determinadas.

Cuando un modelo científico es aceptado por toda la comunidad, no quiere decir que este sea verdad.

A veces, nos encontramos que una teoría puede predecir eventos con una exactitud asombrosa, pero no puede explicar por qué sucede.

Hay quienes dicen que, mientras los cálculos sean correctos, a nadie debería importarle el significado de la ecuación de donde salieron.

En la Antigua Grecia se avanzó mucho, pero no fue hasta 1600 que la ciencia empezó a portarse como la conocemos hoy en día.

Por ejemplo, Ptolomeo y Kepler: aunque sus dos teorías describían la trayectoria planetaria muy precisamente, la de Ptolomeo tenía hipótesis ad hoc (agregadas anexas a la original) que no se conectaban directamente con la principal, mientras que Kepler explicaba todo de una forma más integral, y sin hipótesis anexas. Y este es sólo un ejemplo entre muchos.

Cuando la Mecánica Newtoniana se popularizó, se pudieron crear toda una serie de máquinas y explicaciones de su funcionamiento, y tanto avanzó la ciencia en tan poco tiempo que hubo muchos que creyeron que hasta ahí iba la ciencia.

El determinismo de Laplace era el único pensamiento aceptado: todo se puede predecir, siempre que se tengan todas las variables.

En el año 1895, Lord Kelvin afirmó que “las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles”, y a Max Planck alguien le recomendó que no estudiara Física, ya que lo esencial estaba todo descubierto.

En 1900 descubrió que la radiación no podía emitirse o absorberse en forma continua, y hay muchas historias sobre su posterior trabajo intentando desmentir lo que había descubierto, (fracasando).

Sin buscarlo, Planck había echado la chispa que haría encender los cerebros de sus colegas, y sentando una de las bases para la Mecánica Cuántica.

Al desarrollarse la Mecánica Cuántica, se observó que todo lo que Newton había “descubierto” era cierto sólo al tratarse de masas lo suficientemente grandes y a velocidades suficientemente pequeñas.

Cuando Bohr plantea su modelo atómico, se da cuenta que las leyes de Newton no eran aplicables.

Schrödinger fue un poco más lejos, y planteó que todo sistema puede ser resumido en su función de onda, y todo lo que puede llegar a ser, está allí.

El gato está vivo y muerto a la vez, pero la función colapsa en una de las dos opciones, y al medir, nos damos cuenta que resulta vivo, o muerto, pero que a priori debemos plantear la dualidad muerto-vivo como si los estados conviviesen.

Y el coup de grâce de esta revolución científica fue lo que planteó Heisenberg al presentar su Principio de Incertidumbre: es imposible lograr una exactitud total al medir, todo sistema tiene un determinado grado de aleatoriedad, que es inherente al mismo.

Sin embargo, la ciencia cambió mucho más rápido de lo que la mente humana se podía acostumbrar. Genios como Einstein todavía mostraban trazas de determinismo muy arraigadas dentro de sí, y si bien eso no impidió que hiciera aportes increíbles, no lo dejaban aceptar los conceptos de la Cuántica.

Einstein comentó: “Dios no juega a los dados”. A lo que uno de los físicos cuánticos le respondió: “No le diga a Dios lo que tiene que hacer”.

Fuera de lo anecdótico, las dudas que Einstein tenía (y todos, en general tenían) sobre la Cuántica, la ayudaron a esta a crecer y hacerse más sólida; Einstein gustaba de plantearles “paradojas” a los Cuánticos, y su resolución hizo que la Cuántica creciera y se fortaleciera.

Pero entonces: ¿la ciencia no es una sola? Sí, lo es. Sus discontinuidades sólo significan avance.

Un eminente profesor planteó la siguiente imagen: “Imagínese la Ciencia como un gran foco de luz, que ayudó a alumbrar ciertos espacios oscuros del conocimiento humano”.

Muchos creen que la armonía de todas estas teorías es posible, y que la unión de éstas con la religión y las diferentes áreas del conocimiento va a venir como una Teoría del Todo.

La epistemología ha sido una herramienta fundamental, pero esta Teoría del Todo no es más que sólo un sueño, por el momento.

Lo que sí es cierto es que el conocimiento científico no cesa de crecer, y ya nadie cree “todo lo esencial ya está descubierto”.

Y aquí estamos, con esta Ciencia que creamos nosotros, todavía con muchas cosas que decirnos, con muchas “zonas oscuras” para iluminar.

La Odontología como área del conocimiento no escapa a la regla; todavía hay un camino que recorrer, y cada artículo y trabajo de investigación trae un poco más de luz sobre la vasta oscuridad del conocimiento.

Cada vez estamos más cerca, cada vez vemos más.

AUTOR: Ing. Federico Heller, 2015 (original)
Publicado en DTLA

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